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Tomás Sánchez, docente: “Cuando un alumno presenta dificultades que requieren evaluación externa y los padres no lo reconocen, se limita la capacidad del profesor para intervenir bien”

Educación

Desde La Vanguardia hablamos con el profesor Sánchez para analizar los retos de la educación en España y su experiencia diaria en el aula

Tomás Sánchez, docente

Cedida

El modo en que los niños aprenden en la actualidad es objeto de debate. Con frecuencia se contrasta con la educación en otros países europeos, que aplican enfoques pedagógicos diferentes. En España, el uso de fichas, deberes o la evaluación mediante exámenes es algo habitual, y esto genera crispación en muchas familias. Surge así un gran debate sobre si la educación española debería ser tan innovadora como la de algunos países nórdicos. Para abordar este tema, hablamos con Tomás Sánchez, profesor de primaria en Lanzarote, donde ejerce como docente.

 “Observar cómo crecen las plantas o experimentar con algún fenómeno está bien, siempre que tenga un sentido pedagógico, pero no basta con hacer actividades por hacer. La base debe ser la rutina y la estructura, con fichas que den consistencia al aprendizaje”, explica a La Vanguardia. Sánchez considera que: “Debe haber un equilibrio. Últimamente, se tiende a dar demasiada prioridad a experiencias y actividades vivenciales, dejando de lado el trabajo tangible”.

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¿Cree que las fichas son realmente necesarias para que el alumnado aprenda?

Creo que las fichas son bastante necesarias, especialmente en lo que respecta a la lectoescritura. Es un proceso que se aprende y se adquiere manipulando un lápiz y papel: escribir a mano activa zonas fundamentales del cerebro en los niños que no se activan de la misma manera con un ordenador. Aunque el uso de teclas en un dispositivo puede activar otras áreas, la acción de escribir a mano sigue siendo imprescindible. Todo lo que tenga que ver con fichas, cuadernos y la rutina de copiar o trabajar de manera estructurada es muy importante. Las actividades complementarias o más vivenciales son positivas, pero considero que las fichas siguen siendo esenciales e insustituibles.

Niños en el colegio

Getty Images

¿Nota que los alumnos responden mejor a las fichas o a actividades más dinámicas?

Depende mucho del alumnado y de la actividad. Hay alumnos que disfrutan sentarse a hacer una ficha o leer un libro en silencio, mientras otros prefieren salir a jugar o hacer actividades más físicas. Muchas veces esto está relacionado con la educación que reciben en casa y con su personalidad. No se puede generalizar, porque cada niño tiene formas distintas de aprender y responder a los estímulos.

¿Qué criterios utiliza para evaluar más allá de los exámenes o las fichas?

Se evalúa principalmente por competencias, como establece la LOMLOE en Canarias. No se trata solo de un examen o ficha, sino de observar al alumnado en distintas situaciones: dentro del aula, en el patio o durante actividades. Así se puede determinar si han adquirido determinadas competencias y en qué medida, evaluando su desempeño de forma continua y natural, más allá de un número o nota.

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“Cuando un alumno presenta dificultades que requieren evaluación externa y los padres no lo reconocen, se limita la capacidad del docente para intervenir adecuadamente”, destaca Sánchez

¿Cómo gestiona las situaciones en las que los alumnos se distraen o no siguen el ritmo de la clase?

Depende de la frecuencia y la gravedad. Si es un caso aislado, se corrige en el momento, explicando al alumno por qué está mal. Si es reiterativo, se aplican consecuencias, como trabajos alternativos durante el recreo o medidas acordadas con el equipo de bienestar. La clave está en combinar normas claras, consensuadas con el alumnado y acciones consistentes, buscando siempre la mejora y el aprendizaje del estudiante.

¿Qué situaciones le resultan más difíciles de controlar y cómo las afronta?

Las más complicadas suelen ser las que involucran a las familias. Cuando un alumno presenta dificultades que requieren evaluación externa y los padres no lo reconocen, se limita la capacidad del docente para intervenir adecuadamente. Esto puede llevar a malentendidos sobre el comportamiento del niño. En estos casos, la comunicación y la paciencia son fundamentales, aunque no siempre haya solución inmediata.

Niños en el colegio

Getty Images

¿Cree que los alumnos entienden las normas de convivencia del aula?

Sí, las entienden, pero el problema es aceptarlas y respetarlas. Muchos vienen con hábitos de convivencia deficientes desde casa, donde no se les exigen límites. Por eso, aplicar normas en el aula a veces choca con la realidad de su educación en casa. Aprender a respetar normas es un proceso que requiere coherencia entre escuela y familia.

¿Cómo actúa cuando surge un conflicto o desacuerdo con las familias sobre algún tema del aula?

Depende de cómo surja el conflicto y del contexto. Si es algo sencillo, se resuelve hablando con la familia y el tutor, registrando un acta y llegando a un acuerdo. Cuando el conflicto es más grave, se siguen los protocolos del centro, involucrando al coordinador de bienestar o convivencia, y se actúa según el tipo de problema. La comunicación y el respeto a los procedimientos establecidos son clave para encontrar soluciones efectivas.

La educación: un trabajo en equipo entre familias y docentes

Colegio

EUROPA PRESS / Europa Press

A menudo se dice que “los profesores deben educar”, pero también que “la educación viene de casa y en el colegio se enseña”. ¿Cuál es su opinión sobre esta división de responsabilidades?

La educación es un trabajo en equipo entre familias y docentes. Ambos debemos jugar en el mismo equipo, apoyándonos mutuamente. Si uno de los lados falla, el alumno busca siempre el flanco más débil para saltarse las normas. Es fundamental que las familias participen activamente y que el profesorado mantenga consistencia y límites claros. La educación no puede sostenerse si no hay colaboración mutua.

¿Ha notado que las familias se implican lo suficiente en la educación de sus hijos?

Cada vez menos. Muchos niños llegan a casa y no tienen tiempo ni apoyo suficiente para completar tareas, y eso no es culpa del alumno, sino de la falta de implicación de los padres. Priorizar la educación en la familia es fundamental para que el aprendizaje en el colegio tenga continuidad.

La importancia de enseñar a los niños a aburrirse y a usar su imaginación

¿Cree que los alumnos deberían pasar más tiempo al aire libre y menos tiempo dentro del aula?

No necesariamente. Creo que los niños necesitan aprender a estar tranquilos y concentrarse, lo que implica aprender a estar sentados y trabajar sin estímulos constantes. El tiempo al aire libre es importante, pero también lo es enseñarles a aburrirse y a usar su imaginación. Los niños que siempre reciben estímulos externos pueden tener dificultades para desarrollar creatividad y concentración, por lo que hay que buscar un equilibrio.

¿Considera que el sistema educativo tradicional se está quedando atrás y necesita un cambio profundo?

No creo que esté quedando atrás, sino que necesita adaptarse a medida que la sociedad evoluciona. El problema es que la sociedad misma no está cambiando en la dirección adecuada; de hecho, en muchos casos retrocede. Por eso, pedir cambios profundos en educación sin un cambio social de fondo es difícil de sostener. La educación debe transformarse, pero apoyándose en cambios reales en la sociedad.

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¿Qué papel deberían tener las pantallas en el aula?

Depende de la etapa educativa. En primaria, el uso de tablets puede ser útil como recurso lúdico o extra, pero su exceso es perjudicial. El contacto constante con pantallas fuera del colegio puede afectar la atención, la concentración y la capacidad de interacción social. Por eso, considero que deben usarse de manera limitada y controlada, con un propósito pedagógico claro.