Parece una tontería, pero la forma en que guardas los huevos en casa puede marcar la diferencia. Y no, no es cuestión de manías ni de seguir modas. Resulta que hay una razón científica detrás de por qué en algunos países se dejan a temperatura ambiente y en otros se meten directos en la nevera. Pero cuidado, que si los estás almacenando mal, podrías estar echando a perder su frescura sin darte cuenta.
En los supermercados los ves siempre fuera del frigorífico. ¿Por qué? Porque los cambios bruscos de temperatura pueden afectar su protección natural: “El huevo tiene una cutícula que es una piel superfinita que va por debajo de la cáscara y que lo protege, entre otras cosas, de la salmonella, que puede estar en la parte exterior de la cáscara”. Así lo explica Bea Gonfer, nutricionista, que advierte que una alteración en esa barrera puede hacer que bacterias indeseadas lleguen al interior del huevo.
Depende de la temperatura
¿Cuál es el mejor lugar para guardar los huevos?
Entonces, ¿dónde es mejor guardarlos? Pues depende. Si en casa la temperatura es estable, podrían mantenerse a temperatura ambiente, pero en la nevera se conservan frescos por más tiempo. Además, el frío “contribuye a que el huevo mantenga una clara más densa y una yema más centrada”, lo que viene bien si quieres unos huevos perfectos para cocinar.
Eso sí, si decides meterlos en la nevera, evita la puerta. “Es el lugar donde más fluctuación de temperatura hay”, señala Gonfer, lo que puede afectar la calidad del huevo y acelerar su deterioro. Cada vez que abres y cierras el frigorífico, la temperatura cambia y esto puede hacer que la cutícula pierda su efectividad, permitiendo que microorganismos penetren en el interior.
Para evitar esto, es mejor dejarlos en una zona más estable, como una balda intermedia, donde el frío se mantenga constante. Así te aseguras de que los huevos conserven su frescura por más tiempo y que cuando los uses estén en las mejores condiciones.