Hasta no hace mucho, mantener el peso en unos niveles saludables y favorecer el bienestar general del organismo, aumentando las capacidades físicas y la energía, representaban algunas de las principales motivaciones a la hora de acudir al gimnasio. Por ello, los ejercicios aeróbicos o cardiovasculares eran los favoritos de muchos, como la natación, correr en la cinta o en exteriores, salir con la bicicleta, bailar o simplemente dar largos paseos, entre otros. Si bien esto resulta beneficioso para lograr un cuerpo saludable, no es suficiente, especialmente en edades más avanzadas. El entrenamiento aeróbico debe combinarse con el fortalecimiento muscular, es decir, los ejercicios de fuerza. “Este tipo de entrenamiento siempre ha estado relacionado con el culturismo, fitness y deporte de élite”, reconoce Mónica Modeano Lopes, fisioterapeuta en la Fisioterapia Goya. Sin embargo, asegura que se trata de ejercicios aptos para todo el mundo sin importar su género, edad o condición física.
El entrenamiento de fuerza aporta toda una serie de beneficios, entre los que destaca la mejora de la densidad mineral ósea, según señala la especialista. Esta es una de las razones que explica su importancia, sobre todo a partir de cruzar la barrera de los 50 y 60 años. Esto se debe a que previene la osteoporosis y disminuye el riesgo de fracturas óseas. También porque se combate la pérdida de masa muscular que se produce con la edad. Los ejercicios de fuerza también mejoran la postura corporal y reducen la posibilidad de lesionarse, añade la fisioterapeuta. Por otra parte, fortalecen el sistema inmune, aumentan la capacidad cardiorrespiratoria, rebajan el colesterol y mejora la calidad del sueño y la segregación de endorfinas, esenciales para un buen estado de ánimo. Sin embargo, al entrenar fuerza es necesario tener una serie de aspectos en cuenta, y uno de ellos es el tipo de calzado que se emplea.
¿Qué zapatillas no hay que usar y cuáles sí al entrenar fuerza?
Uno de los errores más comunes entre quienes realizan entrenamientos de fuerza tiene que ver con hacer uso de unas zapatillas incorrectas. Concretamente, las mismas que se emplean para los ejercicios aeróbicos o para correr, apunta Alberto Cara, entrenador y nutricionista, en un vídeo publicado en su cuenta de TikTok. Se trata de ese tipo de zapatillas que poseen una suela diseñada para amortiguar impactos. Algo que no resulta efectivo a la hora de hacer ejercicios de fuerza, sino que, incluso puede llegar a ser “perjudicial”, advierte el especialista.
Por este motivo, las mejores zapatillas para un entrenamiento de fuerza son aquellas que tengan una suela que sea “plana, firme y sin amortiguación”. Esta clase de zapatillas ayudan a mantener una mayor estabilidad, un mejor rendimiento y a reducir el riesgo de lesión.