La salud mental es uno de los aspectos más relevantes que el mundo ha redescubierto en los últimos años. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro también sufre las duras consecuencias del día a día, y tan pronto como nos despistamos podemos estar sufriendo dolores, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar libre de impurezas, pero la mente también merece una atención especial.
Una de las personas más destacadas en España alrededor de esta causa es la psiquiatra Marian Rojas Estapé, actualmente la autora literaria de no ficción más vendida del país. Sus constantes intervenciones aportan reflexiones sobre nuestras acciones y sensaciones, y qué se podría hacer para mejorarlas. Durante una de sus últimas apariciones en plataformas digitales, la madrileña indagó en cómo nos puede afectar el trauma.
“Cuando uno tiene un trauma de abandono, de miedo, de pérdida, de ruina económica, de abuso que yo lo trabajo muchísimo, violación, agresividad en casa… Tú dices una cosa muy importante, dices que es como un estado de tensión. ¿Y si me pasa? ¿Y si de repente? ¿Y si vuelve a suceder? Y el noventa por ciento de lo que nos preocupa nunca sucede”, apuntaba, reconociendo que al principal responsable le cuesta realizar la distinción adecuada.
“Pero como mi mente y mi cuerpo no distinguen lo real de lo imaginario, porque mi organismo está escuchando lo que yo me digo: no te lo mereces, tienes el síndrome del impostor, nadie te quiere, estás solo, nunca vas a ser padre, madre, te puedes enfermar, todo el mundo te está juzgando, hablan de ti… Cómo nos hablamos tiene un impacto directo en mi salud, y tiene un impacto directo en cómo yo interpreto que los demás me hablan”, profundizaba.

Marian Rojas Estapé
Tender una mano, pero con cuidado
“Es decir, si yo me hablo mal, neurobioquímicamente hablando, se ha demostrado que yo interpreto que los demás me hablan mal”, indicaba. Esto puede comportar problemas a la hora de identificar a aquellas personas que intentan ayudarnos. Una expresión de ayuda, dependiendo de la forma en la que se presente, puede interpretarse como una amenaza y provocar un rechazo destacado, a pesar de ser todo lo contrario.
“Cuando tú tienes a alguien cerca que lo está pasando mal, a veces no se deja ayudar porque está interpretando que tu ayuda es una amenaza. A veces hay que romper esa primera barrera para acercarnos a esa persona y poder ayudarle”, concluía la psiquiatra.