Nuestro bienestar es esencial para proseguir en el día a día. En una sociedad cada vez más difícil de gestionar, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados para afrontar cualquier ocurrencia, de día y de noche. Sin embargo, la cabeza es a menudo un elemento olvidado. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Las relaciones sociales suelen ser las más complicadas de gestionar, empezando por las mismas personas que nos dieron la vida y han estado vigilando nuestro estado desde entonces. Un apunte que ha destacado la psicóloga Virginia Frutos, quien divulga con frecuencia sus conocimientos mediante redes sociales. A través de un vídeo compartido en TikTok, la experta en bienestar emocional reflexionaba sobre el papel de las madres en un entorno difícil.
“Hay madres que tuvieron que sacar a sus hijos solas, estuviera o no el papá. Y fueron madres duras, madres exigentes, madres frías. Y como niño, duele. Pero con los años, entendiste que lo hicieron solas. Con todo el temor, con todo el dolor y con todo el susto que da. Y esas madres cargaron con todo, incluso con la culpa de haber hecho daño a sus hijos. Y puede que ahora no pidan perdón, no saben”, desgranaba, destacando el proceso de maduración de madre e hijo a la vez.
“Pero hoy, en su forma de mirarte, en su forma de preguntarte qué has comido, que hiciste, si dormiste; es su manera de pedir perdón y de decirte aquí estoy. La vida no es simple, y mamá hizo lo que pudo. Y tú, desde tu lado, también estás trabajando tu dolor. Gracias, mamá, hijo, por no rendiros”, exponía. Frutos también reflexionaba recientemente sobre el avance de la edad y el tiempo sobre nuestros progenitores.
Cuidarlos al máximo
“Uno de los procesos más difíciles es darnos cuenta de que nuestros padres envejecen, de que esos pilares que antes eran independientes ahora nos necesitan, empiezan a perder la memoria, empiezan a depender de nosotros para poder ir a algún sitio. Y eso a nosotros como hijos nos lleva a movernos entre diferentes emociones, entre la tristeza y el enojo”, explicaba.
“La tristeza por esa pérdida de independencia, por esa pérdida de aquel cuidador y el enojo, el enojo por ver que la vida pasa y el enojo también por vernos nosotros en ese momento, en ese rol. Pero no te culpes porque nadie nos enseña a ser hijos, nadie nos enseña a cuidar a los que fueron nuestros cuidadores. Y sé que no es fácil, pero ahí estás, lo estás haciendo bien”, concluía.