Virginia Frutos, psicóloga: “La diferencia entre la queja y el límite es que la queja espera que el otro cambie y nos quedamos en el malestar y en la frustración”
Actuar correctamente
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La psicóloga Virginia Frutos alerta sobre el impacto psicológico de vivir sin pausas
El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial.
Las relaciones sociales suelen ser las más complicadas de gestionar, especialmente cuando los intereses de ambos integrantes de la pareja chocan. Un apunte que ha destacado la psicóloga Virginia Frutos, quien divulga con frecuencia sus conocimientos mediante redes sociales. A través de un vídeo compartido en TikTok, la experta en bienestar emocional reflexionaba sobre los límites, particularmente sobre la forma de establecerlos correctamente.
“Hay una gran diferencia entre poner límites y simplemente poner quejas. Quejarse no es un límite, no lo es. Tú puedes hablar mucho, pero si no pones acciones, si no pones límites que demuestran lo que estás diciendo, entonces solo te estás quejando. Tienes que actuar para que los demás aprendan cómo quieres ser tratado”, comentaba. Unas palabras que reiteraba a través de la descripción del clip, compartida en la plataforma de vídeos cortos.
“La diferencia entre la queja y el límite es que la queja espera que el otro cambie y nos quedamos en el malestar y en la frustración. El límite es tú cambiando tu manera de relacionarte, significa poner acciones concretas, sostenerlas y cuidarnos mientras lo hacemos”, aclaraba. Recientemente, Frutos también se pronunciaba sobre la gestión del tiempo, mostrando los problemas de una vida sobreocupada coincidiendo con el mes de septiembre.
Reducir la saturación
“El problema de estar ocupado todo el tiempo es que perdemos el contacto con nuestro verdadero ser, con nuestro verdadero sentido de vivir, con nuestra capacidad de disfrutar el presente, de sentir tranquilidad, de darnos permisos y de darle el tiempo a nuestro sistema nervioso para parar. Vivir en esta constante actividad nos priva de las pausas necesarias para resetear nuestra mente y para resetear nuestro espacio. Y sin espacio para el no hacer, nos perdemos vivir”, se expresaba.
La psicóloga destacó, de igual forma, la dificultad que supone vivir rodeado de problemas: “Cuando permanecemos en lo que duele, nuestra mente y emociones se ‘adormecen’ para soportarlo, lo que se llama insensibilización emocional. Esto permite sobrevivir al malestar, pero nos desconecta de nuestras emociones. Elegir sentir y atravesar un dolor honesto significa cuidar de uno mismo, poner límites y no conformarse con sufrimiento constante”.