La osteópata Laura Lomar lanzó un mensaje dirigido a todos los runners, ya que muchas zapatillas modernas, dicen, “ignoran por completo el funcionamiento real del pie”, y eso estaría detrás del mantenimiento —o incluso del aumento— de las lesiones entre corredores.
Desde su punto de vista, el problema radica en que muchas zapatillas actuales privan al pie de su función natural, especialmente del papel clave que juega el dedo gordo en la estabilidad, el impulso y el equilibrio durante la carrera.
¿Cómo funciona el pie?
“Sin su acción no se estabiliza bien la fascia plantar, no se estabiliza bien el pie y todo ese impacto sube a rodillas, caderas y espalda”, declaró. Laura explicó que el pie humano no fue diseñado para estar confinado y convertido en una plataforma amortiguada, sino para adaptarse al terreno con sus propias estructuras: huesos, articulaciones, músculos y fascia.
Según ella, al “anular” la función del pie con calzado excesivamente acolchado, se interrumpen los mecanismos naturales de absorción de impacto, lo que sobrecarga otras articulaciones y estructuras.
Zapatillas para correr
Con tantos cambios y avances en diseño de zapatillas, resulta paradójico que, en su juicio, las dolencias comunes entre corredores —desde fascitis plantar hasta sobrecargas en rodilla o cadera— sigan persistiendo.
Varios estudios recientes respaldan el argumento de la osteópata sobre los supuestos beneficios del calzado moderno. Una investigación publicada en 2018 en Scientific Reports concluyó que correr con zapatillas muy acolchadas —denominadas “maximalist” o de gran amortiguación— no reduce el impacto sobre las piernas, sino que lo aumenta.
En dicho estudio se observó un incremento del 10,7 % en la fuerza de impacto al aterrizar y un 12,3 % más de “loading rate” (tasa de carga) cuando los corredores usaban ese tipo de calzado a ritmos de 14,5 km/h respecto a zapatillas convencionales.
El running atrae a millones de personas
Otra revisión sistemática publicada en 2025 —que analizó más de 40 estudios sobre la construcción del calzado, suelos, drop (diferencia talón-toe) y otras variables— concluye que, aunque las zapatillas pueden modificar la mecánica de la carrera, no existe una evidencia concluyente de que prevengan lesiones.
Además, un grupo de investigadores de la University of Bayreuth reveló en 2025 que más de un tercio de los modelos testados presentaban defectos de diseño en el talón que podrían aumentar el riesgo de lesión.
La experta instó a revisar la filosofía detrás del calzado deportivo: “No es solo amortiguar —dijo—, es dejar que el pie funcione como fue diseñado.” En ese sentido, aboga por un calzado que respete la morfología natural del pie, que permita movilidad, que deje espacio al dedo gordo y que respalde, no sustituya, los mecanismos de estabilización natural.

