Comer despacio es un hábito clave para mantener la digestión y el equilibrio del cuerpo. Engullir los alimentos puede afectar la absorción de nutrientes, aumentar la cantidad ingerida y generar sensación de pesadez. Por eso, tomarse el tiempo necesario para cada bocado permite disfrutar más de la comida, regular la ansiedad y favorecer la digestión.
Pequeños hábitos como cortar los alimentos en porciones manejables, respirar entre bocados o apagar dispositivos durante la comida marcan una gran diferencia. Además, muchos expertos recomiendan masticar bien también para que el cerebro reciba las señales de saciedad a tiempo y evitar excesos, convirtiendo cada comida en un momento de cuidado y bienestar.
La importancia de masticar, según Yordanka Andonova
“Es imprescindible masticar 20 o 30 veces cada bocado antes de tragar”
En su cuenta de Instagram (@cuidarse_es_vida), donde ya suma más de 380.000 seguidores, Yordanka Andonova recuerda que la digestión empieza en la boca: “Se que pensáis que esta información es muy obvia, pero creedme, en el 95% de pacientes fallan aquí”. La especialista subraya que de nada sirve trabajar el desequilibrio digestivo si seguimos elevando los niveles de estrés mientras comemos y engullimos demasiado rápido.
“Masticar entre 20 y 30 veces no es una opción, es una necesidad”, afirma Andonova. Según explica, este hábito permite que los enzimas de la saliva comiencen correctamente la digestión y que el cerebro tenga el tiempo mínimo de 20 minutos para mandar la señal de saciedad. “Cuando comemos rápido, ingerimos más de lo que necesitamos y el cuerpo no tiene tiempo de enviar las señales que regulan la cantidad de comida”, añade.
“Masticar entre 20 y 30 veces no es una opción, es una necesidad”
La publicación de Yordanka Andonova ha generado un notable impacto entre sus seguidores, muchos de los cuales admiten que masticar correctamente es un hábito que suelen descuidar. “Qué gran enseñanza, casi nadie lo hace”, comenta una usuaria, reflejando la sorpresa y la conciencia que provoca este consejo aparentemente sencillo pero fundamental.
Otros seguidores reconocen la dificultad de aplicarlo en la vida diaria. “Lo admito, yo soy de las que fallo en eso”, confiesa una persona, mientras que otra madre comparte con humor y frustración su experiencia: “Madre mía… la pelea diaria que tengo con mi hijo por esto”.
Comer rápido, otro error frecuente
Es cierto que masticar correctamente es fundamental, pero hay otro hábito que también resulta clave y que muchos expertos señalan como un error común: comer rápido. La nutricionista Julia Farré, por ejemplo, advierte sobre sus consecuencias: “El cerebro no llega a recibir la cantidad que se ha ingerido. Si devoras la comida en 10 minutos, seguramente estás comiendo más de lo que tu cuerpo necesita. Comer más despacio es sinónimo de menor ansiedad y mejor control del peso, y permite dejar de comer antes de que el estómago esté lleno”.
Para corregirlo, la especialista recomienda estrategias sencillas y prácticas: “Baja el ritmo, come sin pantallas y, entre bocados, deja los cubiertos sobre la mesa. En vez de servir toda la comida en un único plato, prueba primero un plato y luego otro. Y es de suma importancia masticar muy bien antes de tragar”.
“Baja el ritmo, come sin pantallas y, entre bocados, deja los cubiertos sobre la mesa”
Otros problemas derivados de la ingesta rápida los señala la también nutricionista María Merino: “Comer deprisa, no masticar bien o hablar mientras comes puede generar exceso de gas e hinchazón, porque tragamos más aire de la cuenta”.
Por su parte, Lara Ibarra, dietista, añade que la actitud y la mentalidad al comer también son determinantes: “Durante un déficit calórico, el cuerpo manda señales de hambre porque detecta energía insuficiente. Pero pasar hambre extremo no es necesario ni saludable. Comer despacio ayuda a reconocer esas señales de manera correcta”.
En resumen, masticar correctamente y comer despacio puede parecer un gesto sencillo, pero tiene un impacto profundo en la salud y la relación con la comida. Al prestar atención a cada bocado, apagar distracciones y respetar las señales del cuerpo, la comida deja de ser un acto automático y se convierte en un momento de cuidado, disfrute y bienestar diario.


