Érica Avellaneda, filóloga: “Muchos hombres que no saben donde están las cosas en casa se saben de memoria las alineaciones de fútbol. No es falta de capacidad, es falta de interés”

Orden en Casa

La filóloga y teóloga sostiene que muchas de las personas que parecen “incapaces” de realizar determinadas tareas domésticas o de saber dónde están las cosas no lo son realmente por falta de capacidad

Érica Avellaneda

Érica Avellaneda, filóloga

El reparto de las tareas domésticas continúa siendo uno de los principales focos de conflicto en la convivencia. Los actuales horarios de trabajo, la presencia de hijos y la dificultad para conciliar hacen que gestionar un hogar se asemeje, cada vez más, a hacer malabares. 

A ello se suma que, en muchos hogares, siguen siendo las mujeres quienes afirman asumir la mayor parte de la carga: no solo la física, como hacer la compra, poner una lavadora o encargarse de la limpieza, sino también la mental y organizativa. Esta última incluye responsabilidades menos visibles, como planificar los menús semanales, recordar citas médicas, organizar actividades extraescolares o prever qué hará falta en el hogar en los próximos días. La llamada “carga mental” se ha convertido así en un elemento central del debate sobre la corresponsabilidad.

Smiling father guiding his children in household chores, helping to unload the dishwasher in a cosy, home setting, emphasizing family unity and cooperation

El reparto de las tareas domésticas continúa siendo uno de los principales focos de conflicto en la convivencia

Canon EOS R

En este contexto, la filóloga y teóloga Érica Avellaneda sostiene que muchas de las personas que parecen “incapaces” de realizar determinadas tareas domésticas o de saber dónde están las cosas no lo son realmente por falta de capacidad, sino más bien por falta de voluntad. 

Avellaneda, que utiliza sus redes sociales para ofrecer consejos de orden y organización en el hogar, considera que hay comportamientos que no deberían normalizarse: “No es normal que un hombre no sepa dónde están las cosas en su propia casa o que no conozca los horarios de las actividades de sus hijos”, señala. A su juicio, estas situaciones no responden a una supuesta habilidad innata de las mujeres, sino a una desconexión de algunos hombres respecto al espacio en el que viven.

No es que las mujeres tengamos una capacidad biológica especial, es que el hombre está  desconectado del propio espacio que habita

Senior EditorFilóloga

La filóloga insiste en que no existe ningún “poder sobrenatural” que permita a las mujeres localizar objetos domésticos con mayor rapidez. “No es que tengamos una capacidad biológica especial, es que muchas veces el hombre está desubicado, desentendido y desconectado del propio espacio que habita”, recuerda. Para Avellaneda, esta falta de implicación se debe en gran parte a patrones culturales que han perpetuado la idea de que la responsabilidad del hogar recae sobre ellas.

Avellaneda observa una paradoja que, según dice, se repite con frecuencia. “Es curioso porque esas mismas personas que no encuentran los tuppers pueden recitar de memoria alineaciones completas, estadísticas o fichajes de fútbol”. Para ella, esta comparación demuestra que el hecho de no acordarse de las tareas de casa es solo falta de interés. El cerebro recuerda aquello a lo que prestas atención, insiste, y lo doméstico no siempre figura entre las prioridades de quienes no lo gestionan a diario.

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La experta, sin embargo, insiste en que este desinterés tiene solución y se puede revertir con voluntad y pequeños hábitos diarios: “Se puede preguntar, observar, tomar la iniciativa sin que te lo pidan, saber qué falta, qué viene y qué hay que planificar”. Subraya que la corresponsabilidad no consiste solo en ejecutar tareas, sino también en asumir la parte estratégica del hogar, aquella que implica prever, organizar y tomar decisiones.

Como cualquier aprendizaje, añade, requiere práctica, constancia y empatía. Empatía para entender que la carga mental existe y que no debe recaer siempre en la misma persona. Por ello, propone herramientas sencillas como calendarios compartidos, rutinas claras y conversaciones periódicas para evaluar el reparto de tareas.

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