Carlos Pazos, artista consagrado: “Para mí el arte es una gamberrada y tomárselo en serio me parecería patético”

Arte

Una exposición celebra los 50 años de la serie fotográfica con la que galvanizó a toda una generación

Un gran artista, con el premio nacional de Bellas Artes y retrospectivas en el Reina Sofía de Madrid, y en el MACBA y en Santa Mónica de Barcelona.

Un gran artista, con el premio nacional de Bellas Artes y retrospectivas en el Reina Sofía de Madrid, y en el MACBA y en Santa Mónica de Barcelona.

Albert Cruells

Estos dos hombres que se ven en los retratos, el joven galán de Hollywood con cierto atractivo amanerado y desafiante, y el hombre maduro abrumado por el peso del pasado y por las desilusiones ante cuya avalancha enciende un pensativo cigarrillo, son el mismo: Carlos Pazos (Barcelona, 1949). Un gran artista, con el premio nacional de Bellas Artes y retrospectivas en el Reina Sofía de Madrid, y en el MACBA y en Santa Mónica de Barcelona.

Fotos de las series ‘Robados’ (2008) y ‘Más cornadas da el arte’ (2025), expuestas en ADN junto a ‘Voy a hacer de mí una estrella’ (centro, 1975)

Fotos de las series ‘Robados’ (2008) y ‘Más cornadas da el arte’ (2025), expuestas en ADN junto a ‘Voy a hacer de mí una estrella’ (centro, 1975)

Joanna Roselló

Separan estas dos fotos cincuenta años. El medio siglo que va desde su serie de fotografías y performances tituladas Voy a hacer de mí una estrella (fotos de Albert Cruells) y la actualidad, con la serie titulada Más cornadas da el arte. Juntas, parecen un relato moral, pero son sobre todo un juego. Todas esas imágenes de una evolución del glamur impostado a la desesperación, también impostada, se pueden ver, con otros materiales relacionados, en la galería de Barcelona ADN, que este verano conmemora con una pequeña exposición el aniversario de aquella serie, que produjo en su momento cierto escándalo (por lo menos en los ambientes del arte español) y que, para algunos, como quien esto firma, fue inolvidable.

Pazos reinterpreta objetos usados en sus obras, como en esta ‘Eso que llamamos inspiración’ (2022)

Pazos reinterpreta objetos usados en sus obras, como en esta ‘Eso que llamamos inspiración’ (2022)

ROBERTO RUIZ

Fue el año en que murió Franco. La mentalidad juvenil, en fin, la más despierta, estaba ligada a los valores de la concienciación y la responsabilidad histórica; y su estética, a las zamarras, las melenas y barbas, los pantalones de campana y los capazos. Seriedad, mimbre y esparto.

Sobre “Voy a hacer de mí una estrella”

El ensueño de frivolidad de una serie de gestos provocadores era, en su propio descaro y gratuidad, liberador

En aquel contexto las realizaciones –fotografías, performances, obras de arte— de Pazos bajo el título general de Voy a hacer de mí una estrella, que ya de por sí sonaba egolátrico y frívolo, y donde posaba maquillado y vestido con estudiadísima elegancia tradicional y aires de dandy blasé, parecían tan inoportunas, tan a contrapié con el espíritu de los tiempos, como una tarántula en un plato de nata (copyright de la metáfora: herederos de Raymond Chandler).

En conjunto las imágenes de antaño y las de hogaño aluden a un viaje moral de la ilusión de la juventud más desenvuelta y fresca a la conciencia depresiva del daño que le hace a cualquiera el paso del tiempo, el mero de hecho de vivir.

En conjunto las imágenes aluden a un viaje moral de la ilusión de la juventud más desenvuelta a la conciencia depresiva del daño que le hace a cualquiera el paso del tiempo, el mero de hecho de vivir

ROBERTO RUIZ

Todo el proyecto de Voy a hacer de mí una estrella se agotaba en el ensueño de frivolidad de una serie de gestos provocadores pero era, en su propio descaro y gratuidad, liberador.

Recuerdo una de las performances más delirantes (o Dalí-rantes): Pazos había convencido al ayuntamiento de París –no sé cómo diantres lo logró- de que en el pavimento ante el Centro Pompidou –el templo del arte parisiense- le tuviese preparado un rectángulo de cemento húmedo, blando, y además un coro de figurantes para que aplaudiesen su llegada. El llegó en una limusina. Se detuvo el espectacular automóvil, se abrió la puerta, asomó la pierna del artista, que posó la suela del zapato en el cemento húmedo, y acto seguido volvió a meterse en el coche, que majestuosamente se alejó del lugar, entre los aplausos del respetable. Era el acta notarial de una fama sin obra. O sea que la fama era la misma obra.

Exposición ‘Y lo peor, sucedía siempre en los sueños: Carlos Pazos’. ADN Galería. Hasta el 23/VIII

Exposición ‘Y lo peor, sucedía siempre en los sueños: Carlos Pazos’. ADN Galería. Hasta el 23/VIII

ROBERTO RUIZ

Voy a hacer de mí una estrella estalló como una bomba”, dice ahora Pazos, desde su fundación en las afueras de La Coruña, donde pasa largas temporadas con su esposa, Montse Cuchillo. “Lo primero que dijo la gente fue qué demonios pretende este pedazo de maricón… En según qué ambientes provoqué un fuerte rechazo, y en otros ambientes que no me interesaban tanto se entendió mal como una reivindicación de la convención… Fue un poco pesado, pero quedé muy satisfecho de mi trabajo y de mi actitud. Seguí hasta el año 1980 sosteniendo ese rol, esa fantasía de mi yo, hasta que me cansé.”

Hablando de obras, durante estas décadas Pazos ha hecho muchas, a menudo deliciosas, según técnicas de collage tridimensional, asociando, gracias a las fulguraciones de una imaginación prodigiosa, objetos de uso corriente y figuras kitsch, oropel, similor, para crear piezas que suelen provocar en el espectador un escalofrío de reconocimiento, a menudo con matices de melancolía y nostalgia. En estas páginas se pueden ver algunos ejemplos.

Sobre estas líneas, ‘Colores España’ y ‘La belleza y la vanguardia’ (2020), que Pazos mostró en la exposición ‘Bad painting?’, del 2023

Sobre estas líneas, ‘Colores España’ y ‘La belleza y la vanguardia’ (2020), que Pazos mostró en la exposición ‘Bad painting?’, del 2023

ROBERTO RUIZ

Según la exposición en la galería ADN, cincuenta años después de Voy a hacer de mí una estrella el joven frívolo que aspiraba al sueño banal de convertirse en una estrella se ha convertido en un señor grave, adusto, desencantado y amargo, que en la serie de fotos Robados (de Joanna Roselló), tomadas durante una estancia en Bali, finge evitar, protegiéndose el rostro con las manos, que unos invisibles paparazzi le saquen fotografías: ya no quiere ser famoso. Y en los retratos de Más cornadas da el arte (de Roberto Ruiz) se retrata como un hermano gemelo de Marlon Brando al final de la película Apocalypse Now, en aquella famosa escena final en claroscuro en que Brando se acaricia la calva mientras musita: “El horror… el horror”.

Pensar de verdad que haces algo trascendente sería ridículo”

Carlos PazosArtista

En conjunto las imágenes de antaño y las de hogaño aluden a un viaje moral de la ilusión de la juventud más desenvuelta y fresca a la conciencia depresiva del daño que le hace a cualquiera el paso del tiempo, el mero de hecho de vivir.

“Todo esto que he hecho parece muy serio”, nos cuenta el artista, “pero para mí el arte es una gamberrada, y tomárselo en serio me parecería patético. Pensar de verdad que haces algo trascendente sería ridículo. Pero aun así todo lo que uno hace -¿no te parece?- por más que no te lo creas hay que hacerlo muy en serio. ¿Por qué hacer algo, en vez de nada?... Bueno, porque hay que entretenerse, y uno hace lo que sabe hacer. También me divierte que la gente se lo tome en serio...”

A Pazos le gusta hablar de sus obras como ejercicios de ironía, pero en la modesta opinión de este cronista son mucho más sugerentes, más delicadas, más hondas y más patéticas y lancinantes que las de cualquier artista pop o pospop americano, desde Warhol hasta Koons. Realmente hizo de sí una estrella. Aunque una estrella lejana, lejana.

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