A lo largo de la historia, ha habido pocas mujeres que han podido hacer lo que les ha dado la gana; Brigitte Bardot es una de ellas. La actriz, icono de Francia y estrella internacional, ha vivido sin ataduras: “La gente dice que soy una mujer liberada, pero no me gusta esta expresión: ¿Liberada de qué? Yo soy, sencillamente, una mujer que ha hecho lo que ha querido”.
Estas palabras se recogen en Brigitte Bardot: intimate, un nuevo libro de la editorial Assouline con imágenes inéditas de la actriz. Son obra del fotografo Ghislain (alias Jicky) Dussart, su mejor amigo hasta su muerte, en 1996. Se conocieron en 1953, cuando la futura Marianne de Francia tenía diecinueve años y se acababa de casar con Roger Vadim, que la lanzaría a la fama dirigiéndola en Y Dios creó a la mujer.

Bardot y el director Jean Luc-Godard en el rodaje de 'El desprecio', en Italia, en 1963
Los orígenes de Dussart y Bardot eran muy diferentes: él creció en Marsella, en un entorno difícil, donde quería abrirse paso como artista. Ella procedía de una familia de la burguesía parisina, estricta y conservadora, y aspiraba a ser bailarina clásica. Pese a las diferencias, conectaron de inmediato y se apoyaron durante toda la vida. “Cuando la conocí, ella era solamente Bardot y yo no era un fotógrafo, sino un un pintor”, recordaría Dussart. Un pintor que no tenía un duro y buscaba contactos para vender sus cuadros.
“Jicky pensó que yo podría presentarle a gente rica, a futuros compradores. Pero estaba muy equivocado, porque soy asocial por naturaleza y tenía muy pocos contactos entre la alta sociedad: no veía la manera de ayudarle”, explica Bardot en el libro.
Bardot describe a Jicky como el hermano que nunca tuvo
Sin embargo, le ayudó a encontrar su voz artística a través de la cámara, posando para él en centenares de ocasiones. Durante años, Dussart plasmó la vida personal y profesional de una de las mujeres más bellas del mundo: la fotografió vestida, desnuda y descalza; nadando y tomando el sol en La Madrague, su mítica residencia de Saint-Tropez. La fotografío leyendo, fumando, bailando, acariciando a un animal y acudiendo a un estreno. En rodajes en Francia, México e Italia y en vacaciones. En comidas con amigos y en fiestas exquisitas.

A la actriz le encantaba dar fiestas en su casa de La Madrague, en Saint-Tropez, residencia tan famosa en Francia como Versalles y el Eliseo
La estrella se convirtió en su musa, en la absoluta protagonista de su trabajo como fotógrafo. Un trabajo que Pierre, el hijo de Dussart, descubrió guardado en una maleta en casa de su padre, años después de su muerte. Las fotos, inéditas hasta ahora y que ilustran este reportaje, han sido recopiladas por Assouline en Brigitte Bardot: Intimate. El texto es del periodista Fabrice Gaignault, que ha pasado muchas horas en La Madrague, comentando las fotografías con Bardot y recordando su amistad con Dussart.
Para Bardot, escribe el periodista: “Jicky fue su amigo, su protector y su confidente”. Fue también quien le descubrió a autores tan dispares como Henry Miller y Epicuro. El hedonismo del filosofo griego y la sensualidad del novelista estadounidense conjugan muy bien con la personalidad de Bardot: una mujer natural y desinhibida, que disfrutaba de la vida con una sonrisa deslumbrante. Sin embargo, la diva luminosa tuvo momentos muy oscuros, que incluyeron dos intentos de suicidio.
En ocasiones, la fama podía con ella: escrutada por la prensa, perseguida día y noche por los paparazzi (“‘Espiarme’ es un término demasiado suave, iban a cazarme”, dijo), el acoso era tal que, para poder dar a luz con tranquilidad a su hijo, montó un paritorio en su casa. “Mi vida es una gran cárcel, un lugar bonito, pero una cárcel”, aseguró. Como Marilyn Monroe, la otra gran estrella de su tiempo, sufrió el acoso de los fans y de los medios.
Las que fueron dos mujeres más famosas del mundo coincidieron una vez, en 1956. Asistían a una gala presidida por la reina de Inglaterra y se encontraron en el lavabo de señoras: “No recuerdo que nos dijéramos nada importante, pero me hubiera gustado haberla conocido mejor”, le dijo Bardot a Fabrice Gaignault.

Junto a su lancha Riva, a punto de bucear en el Mediterráneo
Como la de Marilyn, la vida de Brigitte Bardot también está jalonada con una notable ristra de amores. Al los veintidós años se separó de Vadim: mantenía un romance con Jean-Louis Trintignant, co-protagonista de Y Dios creó a la mujer. Dussart, entonces ya un amigo, le prestó su cabaña cerca de Saint-Tropez para esconderse con Trintignant: “Allí pasamos diez días maravilloso, alejados del ruido, las multitudes y la fealdad de la civilización”, recuerda Bardot.
Tras Trintignant se sucedieron el músico Gilbert Bécaud y el actor Jacques Charrier, padre de su único hijo, Nicolas, nacido en 1963. Bardot aceptó la maternidad a regañadientes y habló abiertamente de ello: dijo ser demasiado joven e inestable para ser madre. Tras la separación de Charrier, Nicolas fue criado por la familia paterna. La relación madre-hijo ha sido complicada.

En el rodaje de '¡Qué viva María!', en México, donde forjó una gran amistad con la coprotagonista, Jeanne Moreau
En 1966 llegaría su tercer matrimonio, con el millonario y playboy Gunter Sachs, que la agasajó con pieles y joyas y cubrió el jardín de La Madrague con pétalos de rosa. El matrimonio acabó por las infidelidades mutuas, cuya guinda fue el affaire de Bardot con otro icono francés: Serge Gainsbourg. El compositor escribió para ella Je t’aime…moi non plus, que grabaron juntos (Bardot también tuvo una carrera como cantante). Los gemidos que amenizaban la canción fueron demasiado para Sachs: se divorciaron en 1969.
El cantante Sacha Distel, el músico Bob Zagury, el escultor Miroslav Brozek, el productor y activista Allain Bougrain-Dimanche y los actores Patrick Gilles y Sami Frey son otros de los muchos amores o aventuras en la vida de Brigitte Bardot. Aunque fue un sex symbol, nunca fue una mujer objeto: ella era quien escogía a los hombres y quien los dejaba. Como escribió Marguerite Duras: “Cuando Brigitte Bardot encuentra a un hombre atractivo, va directo hacia él. Nada la detiene […] Se va con él, inmediatamente, sin molestarse a mirar al que deja detrás”. Bardot fue una mujer pionera en mostrar públicamente su libertad sexual: vivió el amor sin culpas, ni morales ni sexuales, algo tremendamente moderno.

Luciendo pieles, en los 60. En unos años se convertiría en activista contra su uso. Está con su entonces pareja, el actor Sami Frey
Hoy tiene 90 años, usa un bastón y sigue viviendo en La Madrague con su marido desde hace más de tres décadas, Bernard d’Ormale, exasesor de Jean Marine Le Pen. Este vínculo con la ultraderecha, así como sus declaraciones antimusulmanas, la han llevado a los tribunales, donde ha sido multada varias veces por odio racial. Sin embargo, en una entrevista, en el 2012, aseguró que su único partido político era la defensa de los animales, causa a la que se ha dedicado desde que se retiró del cine, a los 38 años.
La diva sigue fumando cigarrillos y bebiendo champán, rodeada de perros y gatos en la mítica Madrague. Su gran afecto hacia Ghislaine Dussart ha hecho que haya colaborado activamente con este libro. “A excepción de su devoto cuarto marido, Bernard D’Ormale, su roca durante más de 30 años, Jicky fue el único hombre que estuvo al lado de Bardot durante tanto tiempo”, escribe Fabrice Gaignault. Un relación muy estrecha que, asegura, fue solo de amistad. De hecho, Bardot lo describe como “el hermano que nunca tuvo”, además del fotógrafo en el que confiaba. A la vista está.

'Brigitte Bardot: intimate', de Editorial Assouline
Brigitte Bardot: intimate. Fotografías de Ghislain Jicky Dussar y texto de Fabrice Gaignault. Editorial Assouline