En el noreste de Togo, donde las montañas se mezclan con suelos rojizos y senderos ancestrales, se extiende Koutammakou, el territorio del pueblo Batammariba, inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial en 2004. La UNESCO describe este paisaje como “un testimonio excepcional de las tradiciones de construcción basadas en la relación simbiótica entre el ser humano y la naturaleza”, y afirma literalmente que “las viviendas Batammariba se consideran organismos vivos”.
Las casas tradicionales, llamadas takyenta, se elevan en forma de torres cilíndricas unidas entre sí, coronadas por terrazas que sirven como espacios rituales, defensivos y comunitarios. La Declaración de Valor Universal Excepcional explica que estas construcciones expresan “la manera en que los Batammariba conciben la vida, la muerte y la continuidad entre generaciones”.
Un territorio donde cada casa es un símbolo
A diferencia de muchos otros sitios africanos, Koutammakou es un “paisaje cultural vivo”, una categoría reservada por UNESCO a territorios en los que la vida cotidiana y la tradición siguen activas. Aquí, cada takyenta funciona como una estructura “socialmente codificada”, según el informe de evaluación de ICOMOS, donde la disposición de los muros y torres refleja la organización familiar, la jerarquía y el vínculo con los ancestros.
Entre la resistencia y la fragilidad
Aunque las takyenta han resistido generaciones, el paisaje no está exento de amenazas. Las fuertes lluvias e inundaciones de 2010 dañaron estructuras y provocaron la activación de un programa de salvaguarda entre UNESCO, ICOMOS y el Gobierno de Togo.
Los informes de seguimiento advierten que la erosión, los cambios socioeconómicos y el abandono de técnicas tradicionales pueden afectar la integridad del sitio, aunque reconocen la “extraordinaria continuidad cultural” y el compromiso de las comunidades Batammariba con la preservación de sus saberes.
Un patrimonio cuya salvaguarda depende de las comunidades
A diferencia de otros paisajes culturales africanos, Koutammakou no dispone de estadísticas oficiales consolidadas y publicadas sobre el número anual de visitantes. La UNESCO aclara en sus informes de Estado de Conservación que la protección del sitio se centra principalmente en la transmisión intergeneracional de las técnicas constructivas y en la continuidad cultural de los Batammariba, más que en el desarrollo turístico.
En esos mismos informes, la organización señala que cualquier proyecto turístico debe ser compatible con la integridad social del territorio, y subraya que las autoridades togolesas “priorizan la preservación de los modos de vida tradicionales y las prácticas rituales”, que constituyen el valor principal del sitio.
Por ello, Koutammakou mantiene una apertura controlada: es visitable, pero el acceso se gestiona con cautela para no interferir en la vida diaria de sus habitantes ni en la arquitectura viva que desean preservar. Aunque no existan cifras públicas consolidadas, la UNESCO enfatiza que el sitio continúa funcionando como paisaje cultural activo, donde la participación de la comunidad es la garantía esencial de su supervivencia.


