Ana Castel, experta en bienestar felino: “Viajar genera en los gatos miedo e inseguridad, pero con flores de Bach, aromaterapia y música de 528 hercios podemos darles calma”

Gestión emocional felina

La terapeuta describe una rutina previa y durante el trayecto —mochila o maletín en lugar de transportín clásico, silencio absoluto y “música de 528 hercios”— para reducir el estrés felino

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Ana Castel recomienda sustituir el transportín de plástico por mochila o maletín rígido para dar más seguridad a los gatos

Ana Castel aconseja sustituir el transportín por mochila o maletín rígido 

Instagram | @universomichi.ana/

Viajar con gatos puede ser una experiencia traumática: además del miedo, los felinos sienten inseguridad, agobio y hasta pánico. Para combatirlo en los desplazamientos en coche, la terapeuta Ana Castel propone una rutina que comienza con un cambio básico en el equipamiento. “Lo primero que eliminé fueron los típicos transportines de plástico porque comprobé que les creaba una gran inseguridad y tenían miedo nada más entrar dentro de ellos. La mochila extensible y el maletín rígido para mí fueron el mejor descubrimiento del mundo”, explica en un vídeo en su cuenta de Instagram (@universomichi.ana).

Después, la preparación emocional. “Una semana antes les preparo un tratamiento de flores de Bach para que les ayude a gestionar sus emociones”; “una hora antes del viaje les pongo una pipeta natural de aromaterapia”. Treinta minutos antes baja al garaje para “pulverizar un spray relax dentro” del coche y, ya en marcha, repite la asociación olor–entorno: “al subir pulverizo el mismo spray dentro de la mochila y del maletín”.

Además de miedo, los gatos sienten inseguridad, agobio y pánico cuando viajan en coche”

Ana Castel, especialista en bienestar felino y propietaria de 'Universo Michi'

Castel insiste en que el miedo no es el único factor durante el trayecto: “Además de miedo sienten inseguridad porque no saben lo que les depara el destino, agobio de estar en un lugar encerrados, muy estresados por los fuertes ruidos del exterior y sobre todo pánico a perder su vida”. Por eso, advierte, conviene bajar el volumen de los humanos: “Este exceso de estímulos daña emocionalmente muchísimo más en los viajes a nuestros gatos”.

Su regla en carretera es estricta: “En nuestros viajes no hablamos en todo el camino y vamos escuchando la música especial de 528 hercios de ronroneos para gatos estresados”. En destino, concluye, “dejo que ellos salgan cuando lo necesiten, cuando quieran y cuando se sientan preparados”. La rutina, dice, sirve también “para una visita al veterinario”.

Guías veterinarias

Habituación, seguridad y menos estímulos

Las asociaciones felinas y protectoras aportan tres ideas clave que complementan la práctica de Castel: habituación, seguridad y ruido mínimo. La American Association of Feline Practitioners (AAFP) y la red Cat Friendly recomiendan acostumbrar al gato al portador en casa (dejarlo abierto con manta/premios), asegurar el transportín en el coche y minimizar ruidos y sobresaltos durante los traslados. Para la mayoría de portadores, el sitio más estable es en el suelo, detrás de los asientos delanteros, y solo aquellos homologados en pruebas de choque deberían ir sujetos con cinturón en el asiento trasero.

La música puede ayudar, pero el matiz importa: los estudios apuntan a que los gatos responden mejor a música específica para su especie —compuesta con frecuencias y tempos afines a su comunicación— que a música humana convencional. No hay evidencia sólida sobre el número “528 Hz” en concreto; lo respaldado es el enfoque “species-appropriate”.

Por último, las guías insisten en lo básico: portador robusto y ventilado, bien fijado, trayectos progresivos para habituar, evitar comidas copiosas antes del viaje y cubrir parcialmente el transportín para crear un “efecto cueva” que reduzca estímulos.

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Castel resume su método como una coreografía de calma: cambiar el contenedor si el gato lo asocia a miedo, preparación gradual (flores de Bach), apoyo olfativo (spray relax y pipeta de aromaterapia) y, sobre todo, silencio con una pista sonora constante. El objetivo: rebajar la excitación y que el felino recupere el control sobre cuándo explorar el nuevo entorno.

Sin entrar en debates farmacológicos, su enfoque pone el foco en algo que comparten las guías: previsibilidad, control y reducción de estímulos. Para hogares con gatos muy reactivos o con patologías, los expertos recomiendan consultar con su veterinario sobre alternativas probadas (aclimatación al transportín, feromonas felinas sintéticas, pautas conductuales e, incluso, medicación ansiolítica cuando procede).

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