Joan Rubiralta, veterinario y etólogo: “Lo que hagamos justo cuando suenan los petardos en San Juan dará menos resultados para nuestros perros; hay que intentar empezar los tratamientos varios días antes”

Cuidado animal

La verbena de San Juan es una de las noches más temidas para los perros y sus tutores, debido al ruido estrepitoso de los petardos, pero hay un listado de consejos indispensables que pueden ayudar a disminuir la ansiedad de los peludos

“Hay que intentar empezar los tratamientos varios días antes; lo que hagamos cuando aparece el estímulo dará resultados algo dudosos”, explica el Dr. Joan Rubiralta, veterinario y responsable del departamento de etología del Hospital Veterinari de Catalunya (HVC)

Joan Rubiralta, veterinario y etólogo, da consejos para aliviar a los perros cuando hay mucho ruido en la calle

Joan Rubiralta, veterinario y etólogo, da consejos para aliviar a los perros cuando hay mucho ruido en la calle

Cedida /istock

La noche mágica de San Juan inaugura el verano y está repleta de diversión, jaleo y una euforia colectiva que lo llena todo de una alegría sofocante. Sin embargo, esta jornada se convierte en un auténtico terremoto emocional para los perros, y es que los ruidos causados por los petardos o los fuegos artificiales causan episodios de estrés y ansiedad en ellos, haciéndoles pasar un mal rato y situaciones que minan su comportamiento natural. “Los signos más claros son aquellos que indican ansiedad, como que quieran esconderse todo el rato o que sientan mucha inquietud, aunque si el nivel de miedo es muy alto, muchos también es frecuente que se pongan a temblar”, explica el Dr. Joan Rubiralta, veterinario y responsable del departamento de etología del Hospital Veterinario de Catalunya (HVC).

Es por eso que muchos tutores recurren a pastillas u otros tratamientos para paliar los síntomas de los miedos que machacan a sus mascotas, creyendo que es la única alternativa. También se repiten errores comunes que, lejos de ayudar a los perros, les causan más agobio. Sin embargo, llegar a la desaparición de la fobia es casi una utopía. “El éxito es disminuir la intensidad del miedo, y no que el perro esté totalmente seguro”, explica Rubiralta. No obstante, según el veterinario, hay trucos que pueden mejorar sobremanera el miedo de nuestros compañeros durante la noche de San Juan: actuar con previsión, no dejarlos solos y crear un entorno seguro son clave para su bienestar.

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Cuando llegan los ruidos y el perro se agobia, ¿se puede saber si es una situación puntual o si detrás hay algún tipo de trastorno o fobia?

Un problema de ansiedad recurrente suele estar relacionado con un tipo de carácter. Es decir, suelen ser perros que ya tienen un carácter inseguro o que ya manifiestan síntomas de ansiedad con ruidos fuertes. De hecho, hay dos componentes importantes a la hora de manifestar estos cuadros: por un lado, la base genética, y por otro, la base de las experiencias y del ambiente donde vive el animal. Ambas son importantes y no se excluyen entre sí. Lo que ocurre muchas veces es que la base genética hace que la intensidad de estos miedos o ansiedades ante ruidos fuertes sea más evidente. Y no hay ninguna prueba ni manera de detectar previamente si nuestro animal lo va a sufrir. De hecho, muchas veces la fobia se va desarrollando con el paso del tiempo.

Si ya sabemos que habrá petardos o ruidos fuertes, ¿nos podemos anticipar?

Claro. De hecho, esta anticipación es muy importante para realizar una buena prevención. Todo lo que hagamos justo cuando aparece el estímulo dará resultados algo dudosos si no hemos podido trabajarlo con antelación. Hay que intentar empezar los tratamientos necesarios varios días antes. Si puedes hacerlo dos o tres días antes, incluso con una semana de margen, los resultados siempre serán mejores, aunque también hay cosas que se deben hacer el mismo día que hay más ruido.

Hay que intentar empezar los tratamientos varios días antes; lo que hagamos cuando aparece el estímulo dará resultados algo dudosos

Joan RubiraltaResponsable de etología veterinaria del HVC

¿Qué medidas son las adecuadas?

Tratar, por ejemplo, con productos nutracéuticos, que no son medicamentos. Se puede empezar una semana antes e ir intensificando la frecuencia de su administración. Son productos que contienen feromonas, que son tranquilizantes para los animales, así como productos con plantas naturales. También los hay sintéticos, como collares similares a los antiparasitarios, pero que sirven para reducir la intensidad del miedo. Todo esto puede ayudar a minimizar o disminuir el nivel de ansiedad del perro; no son antidepresivos, pero sí ansiolíticos.

Muchos tutores acuden directamente a los fármacos. ¿Es aconsejable?

Hay veces que no hay más remedio que utilizar farmacología porque, si no, el animal lo pasa muy mal. La cuestión no es eliminar esta fobia, porque normalmente el miedo exagerado a los ruidos fuertes no suele tener solución. Hay que tener en cuenta que muchas veces no podemos controlar la previsión de un ruido de alta intensidad, lo cual es clave para tratarlo. Por tanto, el éxito del tratamiento será que el animal esté menos ansioso y lo pase menos mal.

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Entonces, si todos lo sufren, ¿cómo sabemos cuándo hay que recurrir a la farmacología?

Por la intensidad de los síntomas, cuando el animal deja de tener una vida normal y empieza a manifestar síntomas de ansiedad. Hay algunos que se esconden debajo de las mesas o intentan meterse en el baño, y a veces incluso dentro de la bañera. Si tienen las pupilas dilatadas o tiemblan, también indica que el animal necesita un tratamiento farmacológico.

¿Y cómo de importante es el entorno? ¿También les condiciona?

Por supuesto. Crear una zona de seguridad en casa es clave para disminuir tanto el uso de nutracéuticos como de fármacos. Y eso hay que hacerlo con tiempo: hay que crear una zona predeterminada donde el animal se sienta seguro, como un transportín, una caja de cartón o algún lugar con aislamiento acústico, que se puede reforzar con toallas o trapos para reducir la intensidad del ruido que perciba. Esto es muy importante para que, en cuanto sienta algo de ansiedad, pueda acudir a esa zona de seguridad para calmarse.

Algunos perros se esconden debajo de la cama o la bañera debido al ruido de los petardos.

Algunos perros se esconden debido al ruido de los petardos. 

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Si tiene las pupilas dilatadas o tiembla, es posible que el animal necesite tratamiento farmacológico

Joan RubiraltaResponsable de etología veterinaria del HVC

¿Y se les debe acompañar o es mejor dejarlos a su aire?

En prácticamente todas las conductas relacionadas con el mundo animal, hay un tratamiento para modificarla, que es una conducta operante: si la premias, se perpetúa en el tiempo; si la castigas, se elimina. Pero este tipo de educación, que busca modificar la conducta a través de la operancia, es inversa con los miedos. Es decir: los castigos no eliminan la conducta y los premios no la refuerzan. Antes se creía que no podías decirle nada al perro porque podía entender que se le premiaba cada vez que actuaba de cierta manera, y eso podría propiciar que lo hiciera con más intensidad. Ahora se ha visto que esto es totalmente falso.

¿Entonces?

El resumen es que cuando un animal te pide acompañamiento y seguridad porque tiene miedo, hay que acompañarlo y estar con él, porque eso reduce el nivel de ansiedad. Si tú estás en una sala de cristal con tu pareja y alguien intenta entrar a hacerte daño, si tu pareja te empieza a gritar y a maltratar psicológicamente, al miedo que sientes por lo que ocurre fuera se le suma el miedo al castigo dentro. Si, en cambio, te abraza, no se te irá el miedo al 100%, pero te sentirás más segura. Es decir: el premio, el acompañamiento y la atención hacia el animal siempre disminuyen el nivel de miedo. Se ha comprobado que mejora la conducta en un 25%, así que si el perrito te reclama, quédate con él en la zona de seguridad, acarícialo y ponle música. Va bien el conocido como ‘ruido blanco’: sonido de olas, un ruido de muy baja intensidad y siempre continuo, que ayude a que el cerebro se relaje.

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¿Es un error común no acompañarlos, creyendo que les hacemos un favor?

Sí, totalmente. Y al contrario: si no les dices nada ni los premias, se sienten rechazados. Tienen miedo, no saben qué hacer, tienen ansiedad y, además, sienten que su tutor, que es su guía diario, los desprecia. Y aún tienen más miedo. Y el problema del miedo, a diferencia de otros, es que es exponencial: las repeticiones de esa misma situación hacen que el miedo aumente en cada episodio, porque el cerebro va añadiendo cosas negativas a las experiencias con esa misma intensidad de miedo.

¿Hay alguna forma de entrenarlos para que lo toleren mejor?

Se puede recurrir a la desensibilización, que es la modificación de conducta para estos cuadros. Se trata de desensibilizar al animal poniéndolo en contacto con aquello que le da miedo. La desensibilización con ruidos fuertes se trabaja por intensidad del estímulo. Para esto, se expone al perro al ruido de petardos a un volumen de nivel 1 durante horas y semanas. Cuando el animal no responde con ansiedad, se pasa al nivel 2 de ruido. Y así hasta el 10, que es el máximo. En el caso de hacerlo con personas o vehículos, se haría lo mismo, pero en distancia: de 100 metros pasaríamos a 80, luego 70 y 60, hasta que tengamos una distancia corta. Y si el perro no presenta síntomas de ansiedad, significa que ya has hecho la modificación de conducta.

Cuesta mucho resolver la fobia a los ruidos fuertes, porque no podemos controlar que haya una tormenta con truenos o que se tiren petardos

Joan RubiraltaResponsable de etología veterinaria del HVC
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¿Pero?

Con las distancias puedes controlar el estímulo: si sabes que tu perro tiene miedo a otros perros, cuando sales a pasear y ves uno de lejos, lo evitas. Pero con el ruido, si estás haciendo la desensibilización y estás en el nivel 3, pero de repente hay un ruido muy fuerte, el perro se asusta y vuelve a la casilla de salida. Por eso, cuando hay fobia a un ruido muy fuerte, cuesta mucho resolverlo, porque no podemos controlar que haya una tormenta con truenos o que el Barça gane y tiren petardos. Y estos episodios tan agudos y fuertes hacen retroceder todo el aprendizaje que pueda tener el animal.

Y quizás ahí es cuando muchos tutores se echan atrás, creyendo que esta modificación no es efectiva.

Hay gente que va un poco engañada y busca una eficacia del 100%, pero si sabes que el éxito es disminuir la intensidad del miedo, y no que el perro esté totalmente seguro, los tratamientos funcionan. El perro podrá mejorar: quizás tendrá la cabeza escondida o las orejas levantadas, pero no se hará pis, no temblará y no se esconderá debajo de la mesa o dentro de la bañera.

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¿Hay razas más propensas a tener este tipo de fobias?

Hay algunas con más predisposición, sí. Por ejemplo, una de las razas número uno es el perro de agua. Es un perro muy predispuesto a tener miedo a los ruidos. También el border collie, que está muy de moda, o los caniches. Eso no quiere decir que no se dé en un perro mestizo: muchas veces, en ciertas razas, los criadores buscan el componente morfológico y estético de la raza, sin pensar en la heredabilidad de los miedos a los ruidos fuertes. Si los padres son miedosos, hay un 50% de posibilidades de que esos miedos se transmitan a la camada.

Y dices que eso no se tiene en cuenta en los cruces.

No se piensa en el problema de inseguridad animal, predomina la estética. Si tienen un macho o una hembra que son estéticamente muy bonitos, pero tienen muchos miedos, a los criadores les da igual. Van cruzando esas líneas y los miedos se van extendiendo. Frecuentemente, escogen líneas muy buenas morfológicamente —lo que se conoce como fenotipo—, pero los problemas de comportamiento por miedos quedan en segundo plano.

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