“Cuando mi gato cumplió 12 años, dejó de subir al sofá; no era porque no quisiera estar conmigo, sino porque le costaba más llegar”: cómo adaptar el hogar para un felino sénior

Cuidados

La madurez de los gatos comienza a partir de los siete años, y en torno a los diez se considera que han entrado en la etapa sénior; sus necesidades cambian y hay que adaptar el hogar para garantizarles una buena calidad de vida

Es indispensable preparar la casa para un gato sénior.

Es indispensable preparar la casa para un gato sénior. 

TURGUT ERKISI

El tiempo también pasa para nuestros compañeros felinos. Un día, casi sin darte cuenta, notas que tu gato ya no salta con la misma agilidad, que pasa más horas durmiendo o que prefiere la calma al juego alocado. A partir de los siete años comienza su madurez, y en torno a los diez se considera que ha entrado en la etapa sénior. Es entonces cuando sus necesidades cambian y nuestra responsabilidad como tutores es adaptar el hogar para garantizarles seguridad, bienestar y calidad de vida.

“Cuando Nube cumplió 12 años, dejó de subir al sofá. Me di cuenta de que no era que no quisiera estar conmigo, sino que le costaba más llegar”, me comentaba una clienta en consulta. Esa anécdota ilustra la primera gran clave: la accesibilidad.

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Accesibilidad y movimiento sin dolor

Con la edad, la artrosis y la pérdida de agilidad dificultan los saltos. Colocar rampas o pequeñas escaleras que den acceso a sofás, camas o estanterías preferidas evita frustraciones y previene caídas. También conviene asegurar superficies con alfombras antideslizantes y elegir rascadores más bajos y estables.

Colocar rampas o pequeñas escaleras que den acceso a sofás, camas o estanterías preferidas evita frustraciones y previene caídas

El movimiento sigue siendo necesario, aunque adaptado. Igual que en las personas mayores, no se espera que un gato sénior corra demasiado, pero sí que camine y explore. Breves sesiones de juego suave, escondites con premios o estímulos olfativos como catnip y valeriana ayudan a mantener la musculatura, la agilidad y la mente activa.

“Mi gato siempre dormía encima del armario y con los años dejó de subir, los peldaños que daban acceso al armario estaban demasiado separados para él; los juntamos un poco añadiendo un par más y volvió a subir a su lugar favorito”, recuerda Marta, tutora de un gato de 15 años.

Arenero: higiene sin barreras

El arenero es un punto crítico en la vida del gato sénior. A medida que pierde agilidad, las bandejas altas se convierten en un obstáculo. La mejor opción son areneros amplios, descubiertos y de bordes bajos.

En casas grandes se recomienda colocar varios, incluso uno en cada planta, ya que los problemas renales o de movilidad pueden obligar a un uso más frecuente. La limpieza diaria es imprescindible, pues un gato mayor puede negarse a usar un arenero sucio. El sustrato debe ser natural, no perfumado, y no superar los dos centímetros de grosor: así no se hunde al pisar y se reduce el dolor articular.

Colocar alfombrillas antideslizantes junto al arenero ayuda a evitar resbalones. También es recomendable situarlos en espacios tranquilos y siempre accesibles, para que el gato no tenga que recorrer grandes distancias.

La inactividad es signo de aburrimiento.

Cuando un gato es mayor hay que adaptar la casa a sus necesidades. 

Unsplash

Alimentación y agua siempre al alcance

El acceso a la comida y al agua debe estar libre de obstáculos. Colocar varios puntos de alimentación en la vivienda facilita que no tengan que desplazarse demasiado. Los comederos y bebederos pueden situarse a una altura cómoda, de manera que no deban agacharse si sufren dolor articular.

La hidratación es un reto en esta etapa: la comida húmeda ayuda a mantenerla y las fuentes animan a beber más. Si hay problemas dentales, conviene ofrecer texturas fáciles de masticar, siempre bajo supervisión veterinaria.

Descanso cálido y seguro

El confort térmico es esencial. Los gatos mayores termorregulan peor y el frío intensifica el dolor articular. Camas mullidas, mantas suaves y esterillas térmicas de baja intensidad, colocadas en zonas libres de corrientes de aire, ofrecen descanso reparador. “Desde que le puse una cama blandita junto al radiador, mi gata pasa ahí casi todo el día, se la nota más relajada y duerme mejor”, cuenta Laura, cuidadora de una gata de 17 años.

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Seguridad y orden en el entorno

Con los años, reflejos, visión y oído disminuyen. Por eso es crucial proteger ventanas y balcones, y revisar que no haya muebles inestables ni pasillos de difícil acceso. Mantener la casa ordenada y con una disposición estable de muebles y objetos reduce la confusión y aporta tranquilidad. Los cambios constantes de mobiliario o elementos decorativos pueden resultar estresantes, especialmente para gatos con disfunción cognitiva, que se desorientan con facilidad.

Conviene crear rincones seguros y accesibles, donde el gato pueda refugiarse y sentirse protegido

También conviene crear rincones seguros y accesibles, donde el gato pueda refugiarse y sentirse protegido. Las feromonas sintéticas y la aromaterapia, ayudan a mantener un ambiente relajado, mientras que cepillos esquineros fomentan que el gato deposite sus propias feromonas, reforzando la sensación de seguridad.

Estimulación cognitiva y vínculo emocional

Los gatos sénior pueden presentar disfunción cognitiva, cambios de conducta o desorientación. Para ellos, la estimulación mental resulta clave: juguetes interactivos, juegos de olfato o simples paseos por la casa ayudan a mantener la vitalidad. “Siempre pensé que adaptar la casa para Nube sería renunciar a mi decoración, pero al final solo tuve que hacer pequeños cambios, y ahora las dos vivimos más tranquilas”, confiesa mi clienta entre risas.

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Un gesto de amor en su última etapa

En definitiva, adaptar el hogar a un gato sénior no exige grandes reformas, sino empatía y observación. Se trata de eliminar barreras, mantener el orden, ofrecer alternativas y garantizar que sigan disfrutando de su territorio con dignidad y confort.

Como resume Clara, que convive con un gato de 16 años: “Adaptar la casa fue un gesto pequeño para mí, pero enorme para él. Ahora puede seguir siendo independiente y feliz, a pesar de los años”. Porque cuidar de ellos en su vejez es, quizás, una de las formas más bonitas de agradecerles todos los años de compañía incondicional.

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