La DGT alerta del error garrafal que cometemos al conducir con lluvia y que dispara el riesgo de accidente en un 70%
Indicaciones
Con el asfalto mojado, la adherencia disminuye y el vehículo necesita muchos más metros para frenar
Confirmado por la DGT: la costumbre que tenemos al arrancar el coche en invierno que puede acabar en avería y darte un susto al volante

Un coche circula bajo la lluvia, a 2 de septiembre de 2023, en Castellón, Comunidad Valenciana (España).
La lluvia no avisa: cae, moja el asfalto y, de golpe, todo cambia. Según recuerda la Dirección General de Tráfico (DGT), el riesgo de accidente aumenta hasta un 70% cuando llueve, un margen peligrosamente alto para algo tan cotidiano como un chaparrón inesperado en plena ruta.
Y, aun así, hay un error que miles de conductores siguen repitiendo cada día: seguir conduciendo como si el asfalto no hubiera cambiado. Mantener la misma velocidad, la misma distancia y los mismos gestos automáticos en el volante es, en la práctica, lo que multiplica ese riesgo.
La lluvia cambia las reglas… aunque a veces no queramos verlo
La publicación de la DGT es clara: con el asfalto mojado, la adherencia disminuye y el vehículo necesita muchos más metros para frenar. La visibilidad cae en segundos y las reacciones del coche se vuelven más imprecisas. Sin embargo, muchos continúan conduciendo igual que en seco, ignorando ajustes básicos que evitarían sustos.
La DGT recalca que en cuanto la lluvia aparece hay que:
- Encender el alumbrado de cruce.
- Aumentar la velocidad del limpiaparabrisas, sobre todo al adelantar.
- Ampliar la distancia de seguridad.
- Usar la calefacción para evitar que los cristales se empañen.
Todo esto aparece entre las primeras indicaciones del documento. Es lo esencial y, paradójicamente, lo que más se suele pasar por alto.
Los neumáticos: el espejo de tu seguridad
Una parte clave del mensaje se centra en algo que demasiados conductores ignoran: el estado de las ranuras principales del neumático. Si el dibujo está desgastado, si la presión es baja o si el neumático envejeció, la capacidad de desalojar agua cae en picado. Justo ahí nace uno de los fenómenos más peligrosos de la conducción con lluvia: el aquaplaning.
El miedo silencioso del conductor: el aquaplaning
La entidad explica que se produce cuando los neumáticos no pueden desalojar el agua del firme por desgaste, baja presión o velocidad excesiva. En ese momento, el conductor pierde el control del vehículo: el volante deja de obedecer y el coche sigue recto aunque la curva gire.
Así, ilustran paso a paso qué hay que hacer si se produce el aquaplaning:
- Sujetar el volante con fuerza.
- No frenar a fondo.
- Esperar a recuperar adherencia.
- Corregir suavemente la trayectoria.
Este punto es crítico porque resume el núcleo de la advertencia: muchos accidentes se desencadenan por reacciones incorrectas en ese instante.
La lluvia no es el enemigo; la rutina, sí
El documento insiste en que la clave es adaptar la conducción a la lluvia: reducir la velocidad, aumentar la distancia, revisar los neumáticos y mantener una visibilidad adecuada. No hay maniobras heroicas ni trucos ocultos; solo gestos simples que, repetidos, salvan situaciones de riesgo.
Porque cuando el cielo se abre y el agua cae, el coche no perdona los descuidos. Y la rutina, esa falsa sensación de que “no pasa nada”, es la que más accidentes provoca bajo la lluvia.

