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El científico que resolvió un misterio de la química gracias a un sueño

Historia científica

August Kekulé imaginó la estructura del benceno tras una visión onírica que cambió la ciencia para siempre

Los científicos revelan la estructura del benceno tras 90 años de búsqueda

El átomo de Benzeno

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A veces, las respuestas que la razón no alcanza llegan mientras dormimos. Eso fue, al menos, lo que le ocurrió a August Kekulé, uno de los químicos más influyentes del siglo XIX. Mientras otros colegas se estancaban intentando explicar la estructura del benceno, él encontró la solución en un sueño tan simbólico como inesperado. No fue una simple ocurrencia nocturna: fue el germen de una revolución científica.

El benceno ya era conocido por su fórmula elemental, C₆H₆. Sin embargo, esa combinación resultaba desconcertante para los científicos de su tiempo. ¿Cómo podía una molécula así ser estable? Ningún modelo de enlaces conocido encajaba. Fue en ese contexto de frustración cuando Kekulé, exhausto frente al fuego, soñó con una imagen arquetípica: una serpiente que se mordía la cola. No era otra cosa que un uróboros, y su forma circular fue lo que le inspiró a imaginar que los seis átomos de carbono del benceno no formaban una línea, sino un anillo cerrado.

La estructura en anillo

Estructura del átomo de Benzeno

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Tal como relató el propio Kekulé años después, la idea le llegó mientras dormitaba frente a la chimenea, durante una jornada cualquiera en la que trabajaba en su libro de texto. En ese momento de duermevela, empezó a ver átomos encadenados, que se curvaban y giraban. Entonces apareció la serpiente que se mordía la cola. Fue una iluminación súbita.

Kekulé, químico alemán nacido en Darmstadt en 1829, llevaba tiempo obsesionado con la estructura del benceno. La hipótesis del anillo, aunque incompleta en términos actuales, representó un cambio de paradigma: hasta entonces, las moléculas se imaginaban en estructuras lineales. Pero Kekulé fue más allá. Propuso que los seis carbonos estaban enlazados formando un anillo con hidrógenos en cada vértice, introduciendo además la idea de dobles enlaces alternos.

Aunque el modelo presentaba limitaciones (hoy se sabe que los enlaces no son fijos, sino que forman una nube de electrones compartidos), el salto conceptual fue enorme. La idea de las estructuras cíclicas abrió una vía totalmente nueva en la química orgánica.

El de la intuición

El investigador August Kekulé

August Kekulé

Este no fue el único momento onírico decisivo en la vida de Kekulé. Según la ACTA Asociación de Autores Científico-Técnicos y Académicos, ya había tenido una primera revelación años antes, mientras viajaba en un coche de caballos. Aquel fugaz sueño, tan abstracto como revelador, le condujo al concepto de isomería: la idea de que moléculas con igual fórmula pueden tener estructuras diferentes y, por tanto, propiedades distintas.

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Pero fue el benceno el que le dio fama y un lugar de honor en los libros de historia. La estabilidad inusual de esta molécula, observada en productos como el alquitrán de hulla, había desconcertado durante décadas a los químicos. Gracias al sueño de Kekulé, el concepto de anillo aromático pasó a formar parte del lenguaje químico. National Geographic  destaca cómo su historia demuestra que, a veces, la ciencia también se nutre de símbolos, intuiciones y ese espacio brumoso entre la vigilia y el sueño.