La forma en la que la inteligencia artificial puede ayudar a las ciudades a soportar mejor el calor según un estudio: “Muchas ciudades están aprovechando las tecnologías asistidas por inteligencia artificial (IA) para pronosticar olas de calor”

Altas temperaturas

Cómo la IA podría salvar las ciudades en verano, según un estudio

La preocupante predicción de la Inteligencia Artificial sobre el calentamiento de la Tierra

El calor extremo parece inevitable, hasta ahora.

El calor extremo parece inevitable, hasta ahora.

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Cada verano las temperaturas alcanzan temperaturas más altas, y especialistas ya han intentado demostrar cómo las nuevas tecnologías podían ayudar a mitigarlo. Las olas de calor, inevitables en verano son más intensas y frecuentes, amenazan no sólo el bienestar de sus habitantes, sino también la viabilidad de las infraestructuras urbanas. En este contexto, un estudio reciente de Springer Nature, firmado por Johanne Rei R. Castro y Laurence L. Delina, apunta a una solución puntera: la inteligencia artificial (IA).

La investigación revela que muchas ciudades ya están utilizando tecnologías asistidas por IA para predecir olas de calor, diseñar políticas de adaptación y tomar decisiones de planificación urbana con mayor precisión. La pregunta que surge es si estas herramientas pueden realmente marcar una diferencia tangible en el día a día de quienes viven en entornos urbanos cada vez más asfixiantes.

La IA para anticiparse al calor

Lo importante es reaccionar a tiempo ante las altas temperaturas.

Lo importante es reaccionar a tiempo ante las altas temperaturas.

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Según el estudio, los sistemas de IA están ayudando a identificar los puntos más vulnerables de las ciudades ante las olas de calor, utilizando datos de satélites, sensores urbanos y modelos climáticos para anticipar los impactos. Esta capacidad predictiva resulta especialmente útil para implementar medidas con antelación: activar alertas sanitarias, reforzar la asistencia en barrios de bajos ingresos, o incluso ajustar el uso del suelo.

Ciudades como Nueva York, Melbourne o París ya están recurriendo a estas tecnologías. En algunos casos, la IA ha ayudado a decidir dónde instalar techos verdes, pavimentos reflectantes o aumentar la cobertura arbórea. La idea, en resumen, es sencilla: usar algoritmos para entender mejor el problema y diseñar soluciones adaptadas, pero con la velocidad que exigen las emergencias climáticas.

La IA no siempre es suficiente

Los políticos deben actuar.

Los políticos deben actuar.

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Pese a los avances tecnológicos, el estudio de Castro y Delina advierte que la IA por sí sola no basta. La inteligencia artificial puede proporcionar respuestas rápidas y escenarios de planificación, pero sin políticas públicas bien integradas, sus recomendaciones no se implementan. Es decir, los datos pueden estar ahí, pero si no hay voluntad política o recursos suficientes, el cambio se queda a medio camino.

Otro reto identificado es la desigualdad geográfica. Mientras que ciudades de América del Norte o Europa cuentan con infraestructuras y bases de datos asentadas, muchas urbes de Asia o África carecen del soporte técnico necesario para aplicar estas soluciones. Esto limita la eficacia de la IA en contextos donde, paradójicamente, el calor extremo está causando los mayores estragos.

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Los autores también ponen en valor que una mayor colaboración entre gobiernos locales, científicos y ciudadanos sería clave para cerrar esta brecha. Y que, en este esfuerzo, la IA podría ser el puente que permita una gestión más equitativa y resiliente del calor urbano.

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