Siempre me había gustado la idea de un teléfono modular, pero nunca había tenido la oportunidad de tener uno en las manos. Con “teléfono modular” me refiero a que se trata de un dispositivo que tiene varias partes intercambiables, permitiendo así adaptar sus posibilidades a las necesidades de cada usuario. El teléfono CMF Phone 2 Pro de Nothing tiene esta filosofía en el centro de su propuesta, y eso no solo lo hace una opción muy interesante dentro de la gama baja, sino que lo convierte en uno de los mejores, si no el mejor teléfono de su franja de precio.
“¿Solo cuesta 250 euros?” Sí. Y he respondido a esta pregunta decenas de veces en las últimas semanas. Porque si algo he podido comprobar es que, cuando sale a la calle, el CMF Phone 2 Pro llama la atención. En el uso casual y en las reuniones con amigos, han sido frecuentes las ocasiones en las que alguien ha quedado sorprendido por alguna de sus funcionalidades. Y es que el hecho de que el teléfono sea barato no es una pega ni una casualidad: es una ventaja que también está en el mismísimo centro de su propuesta.
Una de las primeras cosas que te llama la atención cuando abres la caja del teléfono es, precisamente, la carcasa del móvil. Cuenta con unos característicos tornillos a los lados, un elemento que ya no estamos muy acostumbrados a ver en los smartphones de hoy en día, casi siempre con acabados que utilizan diseños a presión o pegamento industrial para ocultar las uniones entre las distintas partes del dispositivo. Los tornillos no solo sujetan la parte trasera del teléfono —que también— sino que son una de las piezas clave para añadir sus accesorios.

Piezas del CMF Phone 2 Pro de Nothing.
Por ejemplo, la carcasa universal. Aunque el CMF Phone 2 Pro incluye una funda tradicional de silicona dentro de la propia caja, podemos comprar un accesorio extra que se atornilla a la parte trasera del teléfono móvil para darle un extra de robustez al conjunto y, además, para funcionar como base para todos los demás accesorios. Esta carcasa lleva incorporado un sistema de imanes —similar al ya conocido MagSafe— que nos permite acoplarlo a elementos compatibles con él.
Además, el CMF Phone 2 Pro tiene sus propios accesorios. Por ejemplo, un enganche con cordón que se puede unir a la carcasa universal —eliminando una pequeña pieza circular que también se puede desatornillar y que está en la parte inferior derecha del dispositivo— que se puede usar tanto para colgar el dispositivo del cuello como para añadir una sujeción de muñeca. O, incluso, para adornos estéticos.
El accesorio que más he usado, con diferencia, es el de cartera: un pequeño añadido de cuero sintético que acoplamos a la parte trasera de la carcasa
Sin embargo, el accesorio que más he usado, con diferencia, es el de cartera: un pequeño añadido de cuero sintético que acoplamos a la parte trasera de la carcasa y que hace, también, las veces de soporte para el móvil en vertical o en horizontal.
La cartera, al estar imantada, se puede poner y quitar en cualquier momento, y tras un par de semanas, ponerla y quitarla para acomodarla a mis necesidades se había convertido en una parte absolutamente vital de mi rutina. Cogerla al salir de casa, para tener cerca y bien localizados elementos como la tarjeta de transporte o el carnet de conducir, sin necesidad de acceder a la cartera de mi bolso; dejarla al llegar a casa, junto a las llaves, para utilizar el teléfono de manera más ligera. Quitarla en el coche para acoplar el móvil al soporte imantado de la guantera y poder usar el GPS; colocarlo de nuevo antes de hacer recados o ir a cenar.

CMF Phone 2 Pro de Nothing.
Creo —y no había sido consciente hasta ahora— que simplemente tiene sentido tener un móvil que se utilice así: acomodándolo a lo que necesitamos y lo que buscamos de él en todo momento. Pero además de eso, es que CMF Phone 2 Pro es un dispositivo excelente dentro de la gama en la que se mueve.
La pantalla, amplia y brillante —es una AMOLED de 6’77 pulgadas y 120 Hz—, tiene una definición y un brillo máximo con poquísima comparación dentro del rango de precio, más similar a los paneles que nos encontramos en móviles de 300 o 400 euros. El rendimiento en juego o en edición de vídeo no es una locura, pero es sobradamente funcional para el uso de la mayoría de usuarios estándar; sí me ha sorprendido que el teléfono no se calienta prácticamente nada, incluso en sesiones largas.
Además, la compatibilidad con los auriculares, los CMF Buds 2 Plus, es excelente: la aplicación para sincronizarlos viene preinstalada y hacerlo es cuestión de segundos nada más los sacamos de la caja.
Aun con todo esto, cabe darle algún tirón de orejas al CMF 2: aunque hereda de su hermano mayor, el Nothing Phone, el botón lateral asignado a la funcionalidad que nos sirve para hacer capturas de pantalla y grabar notas de audio, la verdad es que su construcción es un poco endeble y acaba pulsándose solo un millón de veces cuando lo llevamos en un bolsillo o bolso. Asimismo, el tener solo un altavoz le otorga un sonido que, si bien es usable, no es el mejor posible.

CMF Phone 2 Pro de Nothing.
Por otro lado, la batería me ha sorprendido para bien: 5.000 mAh dan autonomía sobrada para más de un día, y sobre todo, la carga rápida es muy eficiente, permitiéndonos llegar del 0 al 50% en poco más de media hora.
¿Cómo ha conseguido Nothing crear un teléfono que destaca tanto en pantalla y batería manteniendo un precio tan competitivo? Para mí, la respuesta está precisamente en la propia modularidad. El teléfono en sí ofrece un núcleo extraordinariamente sólido para la media de usuarios, y aquellos que tengan necesidades más específicas pueden gastar ese extra en los accesorios. Quizás, si más teléfonos optasen por el diseño modular, podríamos tener más oportunidades de experimentar precisamente esto: dispositivos más económicos que podemos aumentar —o no— según nuestros intereses y uso.
Teniéndolo en la mano, es difícil no pensar en un mundo hipotético en el que más marcas del mercado se planteasen aplicar esta filosofía en sus smartphones
En el CMF 2, el mejor ejemplo de esto es la cámara. La cámara de este smartphone es luminosa y tiene un rango dinámico bastante potente, pero flaquea a la hora de añadir detalle o ángulos más abiertos a las fotografías, por ejemplo, de paisajes.
Pero, para el usuario medio, que simplemente querrá tomar fotografías del día a día, es más que suficiente. Y el usuario más avanzado, que le da un uso más extensivo a la cámara, puede comprar, por 35 euros, el kit de lentes extra de Nothing, que se colocan (y quitan) de la carcasa universal con bastante facilidad y contiene una lente de ojo de pez y una lente macro bastante, bastante sorprendente en su funcionalidad.
Es evidente que, siendo un modelo de teléfono tan particular, el CMF Phone 2 Pro todavía es tímido en abrazar las posibilidades de la modularidad por completo. Hay algunas asperezas que se podrían limar. Sin ir más lejos, el accesorio del colgante y el tarjetero no se pueden utilizar simultáneamente, y aunque el desmontaje del dispositivo es fácil si, por ejemplo, tuviésemos que cambiarle la batería, sigue necesitando una presión bastante notable en los laterales que hará que la mayoría de usuarios no quieran exponerse a hacerlo por sí mismos.
En cualquier caso, lo importante es que la idea es buena y tiene potencial para crecer. Teniéndolo en la mano, es difícil no pensar en un mundo hipotético en el que más marcas del mercado se planteasen aplicar esta filosofía en sus smartphones. Quienes se beneficiarían de ello serían, sobre todo, los usuarios.