“El Vaticano debe prepararse para la Inteligencia Artificial General antes de que sea demasiado tarde”

AGI

Una nueva generación de teólogos, científicos y estrategas tecnológicos intenta persuadir a la Santa Sede de asumir un papel central en el debate del siglo: cómo convivir con una inteligencia potencialmente superior a la humana

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“El Vaticano debe prepararse para la Inteligencia Artificial General antes de que sea demasiado tarde”

En la novela Ángeles y demonios de Dan Brown, El Vaticano se enfrenta a una amenaza sin precedentes: la partícula de Dios. Se trata de un artefacto científico capaz de alterar el equilibrio del mundo, gracias a abrir las puertas al significado del origen de la vida y la humanidad.

Si bien esto no deja de ser más que ciencia ficción, la Santa Sede puede enfrentarse pronto a un debate similar: el de la Inteligencia Artificial General (AGI). Es decir, una inteligencia superior a la humana capaz de superarnos en todos y aportar mejores soluciones a nuestros problemas.

Investigadores y pensadores como John-Clark Levin advierten que, el día en que la AGI llegue, la Santa Sede tendrá un problema. Y es que, más allá de que la humanidad deba prepararse para ser superada, también cambiará todo lo que creemos saber sobre Dios, la religión y el misticismo.

Es por ello que Levin, especialista en riesgos de frontera en Kurzweil Technologies, busca convencer al papa Leo XIV de que Roma debe asumir un papel protagonista en el debate global sobre esta tecnología. Para Levin, hablar de AGI ya no es un ejercicio especulativo. Sabe que muchos laboratorios están trabajando en ella y que, sin embargo, las instituciones y los marcos éticos avanzan con demasiada lentitud. 

Si esperas a tener una certeza perfecta, será demasiado tarde para actuar y evitar un peligro muy severo que podría estar apenas a unos años de distancia

Editorial Teaminvestigador de IA

Como advierte él mismo en declaraciones recogidas por The Verge: “El Vaticano debe prepararse para la Inteligencia Artificial General antes de que sea demasiado tarde. Si esperas a tener una certeza perfecta, será demasiado tarde para actuar y evitar un peligro muy severo que podría estar apenas a unos años de distancia”.

La figura del papa Leo XIV —primer pontífice estadounidense, matemático y defensor de la diplomacia tecnológica— ha añadido urgencia a esta conversación. Su papado, consciente de la aceleración algorítmica, ha impulsado documentos como la Rome Call for AI Ethics, donde se defiende un principio fundamental: “La inteligencia artificial debe servir siempre a la dignidad humana y al bien común, reflejando el diseño del Creador”. Estas líneas han resonado en gobiernos, universidades y Big Tech, que han entendido que Roma, pese a su ritmo pausado, sigue siendo un actor moral de influencia global.

Museo Vaticano

Museo Vaticano.

Getty Images/iStockphoto

Pero Levin insiste en que la AGI exige otro nivel de atención. No se trata de regular sesgos o proteger datos, sino de afrontar un escenario en el que una inteligencia no humana pudiera superar ampliamente nuestras capacidades cognitivas. Una tecnología capaz de rediseñar la economía, la seguridad internacional y, en última instancia, nuestra comprensión de lo que significa ser humano. 

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Ahí está la tensión: la Iglesia piensa a siglos vista y la IA, a ciclos de entrenamiento que se renuevan cada pocos meses. Y convencer al Vaticano de que esta brecha temporal se ha convertido en un riesgo moral, según Levin, es parte de su cruzada.

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