Lo último que imaginas al cruzar las puertas del Sónar es que te vsa a encontrar con el Pantocrátor de Taüll. Pero, entre los conciertos de Nathy Peluso, Alizzz o Mushkaa, y en medio del vibrante Sónar+D —que este año ha explorado los límites entre inteligencia artificial y creación sonora—, este año ha emergido un espacio inesperado: una experiencia inmersiva única presidida por la proyección del ábside de Sant Climent de Taüll.
A lo largo de más de cinco minutos, los visitantes del Sónar podían adentrarse en una caja negra en la que se proyectaba Lux Mundi, una recreación visual y sonora del ábside. Se trata de un proyecto que ya se puede visualizar en la propia iglesia original donde fue hallada la pintura, pero su integración en el Sónar la han convertido en una experiencia portátil que lleva su mística allá adonde va.
“El proyecto nos llegó como una propuesta desde Patrimoni y Cultura Digital, con la curaduría de Antònia Folguera”, explica Tatiana Halbach, de Desilence. “Ya existía un mapping previo en el ábside de Taüll, muy representativo, muy figurativo, que intentaba mostrar cómo eran las pinturas originales. Pero nos propusieron hacer una nueva versión más libre y autoral. Y eso encajaba perfectamente con lo que hacemos en Desilence desde hace más de veinte años: visuales en tiempo real, en diálogo con la música”.
“Para mí fue una invitación a reinterpretar, no a copiar”, añade la artista Alba G. Corral. “El Pantocrátor es una imagen muy poderosa, cargada de simbología. Pero no queríamos reproducir esa carga. Queríamos desactivarla para crear otra cosa: una experiencia más abierta, contemplativa, casi meditativa”.

'Lux Mundi', presentado en el Sónar+D.
Sin duda, lograron crear una experiencia a medias entre la tradición y la modernidad, donde nos dejaron nada fuera pero consiguieron darle una mística única. “Empezamos por alejarnos de los símbolos tradicionales. En lugar de fijarnos en las figuras, nos centramos en la estructura geométrica del ábside. Queríamos traducir su simetría, su proporción, a lenguaje visual abstracto. Algo que activara sensaciones sin imponer un mensaje”, aclara Halbach.
De este modo, en lugar de centrar toda la experiencia de la obra pictórica en un Dios que todo lo ve y todo lo vigila, lograron torcer la experiencia para llevarlo a algo más místico y profundo. Algo que conecta con el público sin necesidad de creer en nada en absoluto. Buscaban “que no mirara con la cabeza, sino con el cuerpo. Que no necesitara entender, sino simplemente estar”, tal y como relata Halbach.
Me interesa lo litúrgico como forma de experiencia, como marco simbólico
“La espiritualidad, para mí, no tiene por qué estar vinculada a una doctrina”, continúa Corral. “Me interesa lo litúrgico como forma de experiencia, como marco simbólico. Entrar en una catedral y quedarse en silencio es algo que debería poder vivirse también fuera del contexto religioso. Y el arte digital puede crear esos espacios”.
Precisamente, es el arte digital lo que dota de un sentido más lisérgico a la obra. Donde antes solo podíamos ver un Pantocrátor físico e inamovible, ahora se convierte en un caos ordenado de formas e imágenes que buscan que, durante unos minutos, puedas retraerte de todo y conectar con algo más profundo.

'Lux Mundi' recrea el ábside de Sant Climent de Taüll.
“Para nosotras no hay contradicción entre el arte digital y la espiritualidad”, explica Halbach. “Pintamos con código, como antes se pintaba con pigmentos. El ordenador, el proyector, el sintetizador, son nuestros instrumentos. La diferencia es que hoy puedes construir en tiempo real, en diálogo con lo que ocurre. Y eso tiene algo profundamente humano”. A lo que Corral añade algo clave: “Nuestro taller es un setup con cables, pantallas y sillas gamer, sí. Pero la emoción que buscamos es la misma que la de un pintor con óleo”.
Pero, para ser honestos, Lux Mundi sería una experiencia completamente distinta de no ser por la música. La muestra va acompañada de las voces de Tarta Relena, grupo de Barcelona que se describe como “folk tronado y gregoriano progresivo”. Sea lo que sea esto, lo cierto es que la música de este dúo de mujeres consigue llevar más allá la lisergia del mapping.
Más que una proyección, queríamos una invocación
“Elegí una canción breve, Safo, por su título. También por su estructura y por su duración, pero sobre todo por su título”, se sincera Corral. “Me gusta trabajar desde la lentitud. Construir imagen a partir del sonido”. A lo que Halbach añade: “Más que una proyección, queríamos una invocación. Por eso usamos una estructura musical que va desde lo más calmo hasta una especie de trance colectivo. Queríamos que la pieza llevara al público a un estado casi místico, sin necesidad de pasar por la religión”.
Lo que más ha llamado su atención, según cuentan, es cómo el público y las instituciones se está tomando sus obras en los últimos años. “Hacíamos visuales en directo y la gente pensaba que era una rareza”, asegura Halbach. “Ahora hay industria, hay formación, hay festivales que lo entienden. Pero fue un proceso largo, muy precario al inicio”.
Asimismo, Corral da con la clave de quién tuvo la culpa de ese cambio: “El Sónar fue clave. Apostaron por nosotras cuando nadie más lo hacía. Hoy vemos cómo muchas artistas que venimos del underground estamos también en instituciones. Y siempre sin perder esa raíz colectiva, crítica y experimental que nos define”.

'Lux Mundi' en Sant Climent de Taüll.
El Sónar, sin embargo, también ha sido este año un aviso de lo que está por venir: música generada con IA estandarizada, arte llevado al límite a través de procesos de automatización... ¿está la inteligencia artificial poniendo en peligro aquello que, precisamente, tantos artistas que vienen desde abajo han intentado poner en valor en los últimos años?
“A mí no me da miedo”, asegura Corral. “Me parece una herramienta al igual que Photoshop o After Effects. A mí me está ayudando mucho en los procesos, pero claro, todo depende de cómo se use. Si sirve para aligerar trabajo mecánico y darte más espacio para pensar, bienvenido sea”. Corral, sin embargo, va más allá:
Se habla mucho de la IA como novedad técnica, pero muy poco de su dimensión política y ética
“Pero también hay que hablar de lo que hay detrás. ¿Qué datos alimentan los modelos? ¿A quién beneficia? ¿Qué pasa con el software libre? Se habla mucho de la IA como novedad técnica, pero muy poco de su dimensión política y ética. Para nosotras, lo importante es seguir teniendo criterio propio”.
Con un criterio propio irrebatible, tanto Tatiana Halbach como Alba G. Corral han logrado, con Lux Mundi, llevar a un estado de completa meditación a visitantes tanto de Sant Climent de Taüll como del Sónar 2025. ¿Y cuáles son sus próximos pasos? Más allá de contar con que esta exposición pueda ir desplegándose en otros espacios, siguen con la mirada fija en lo que más les gusta: el directo.
“Estamos preparando un concierto con Lucía Fumero en el Grec, que nos hace mucha ilusión”, cuenta Halbach. “Y también una pieza visual para una obra de Broadway que se presentará en Argentina”. Por su parte, Corral tiene la mirada fija en un proyecto más personal: “Yo estoy organizando una celebración por mis 20 años de carrera en Escocia. Después de tanto tiempo, hay que celebrar. Porque no es solo una carrera: es una forma de vida”.