Hace unos meses, recurrí a Julián García Carretero (Hellín, 1992) a la hora de realizar un reportaje sobre la fuga de cerebros ingenieros y su retorno a España. Sus declaraciones sobre su experiencia en Dinamarca, donde vivió durante cuatro años, fueron un claro resumen de una situación extendida a todo nuestro territorio.
Pese a que quedé satisfecho con el resultado, me quedé con la espina de indagar más en su historia. Su currículum es brillante. Estudió el Grado en Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Valencia y, cuando terminó, se matriculó en el máster de especialización que también ofrecía la universidad.
Fue entonces cuando decidió emigrar para hacer el doble máster con la Universidad Técnica de Dinamarca, especializado en energía sostenible y aprovechamiento energético. Sin embargo, García Carretero ha acabado trabajando desde Valencia para Qinlox, una consultora de empresas con sede en Alemania.
Este resiliente ingeniero industrial de 33 años nos cuenta cómo la falta de inversión en renovables en España y las diferencias salariales con el norte de Europa le llevaron a replantear su carrera, explorando la conexión entre ingeniería y gestión empresarial.
Generación ingeniera.
Tras terminar la carrera de ingeniería industrial, emigraste como otros muchos millennials. ¿Por qué elegiste Dinamarca frente a otros países europeos?
Yo quería seguir ampliando mis estudios y tenía claro que quería estudiar fuera para centrarme en energías renovables, especialmente en el área de energía térmica. Empecé a mirar qué opciones me ofrecía la Universidad Politécnica y descubrí que la universidad más potente en este campo era la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU), que hoy en día está considerada la número uno en energías renovables a nivel mundial. Cuando vi esa posibilidad, no lo dudé y decidí irme allí.
¿Por qué energía renovable te decantaste para la especialización?
Por la biomasa. Mi trabajo final de grado y mi afición siempre estuvieron ligados a los motores térmicos y la automoción. Sin embargo, sabía que no quería dedicarme a eso a nivel industrial, porque tecnologías como los coches de gasolina acabarían quedando obsoletas. Entonces, preferí aprovechar mi conocimiento y mi pasión por la energía térmica para orientarlo hacia el ámbito de las renovables. Dentro del máster en la DTU, la línea de energías renovables con mayor aprovechamiento térmico era la biomasa, en particular el biogás y el biometano. Y finalmente fue en ese campo en el que terminé especializándome.
Cuando llegué a la DTU, donde estudiaban personas de toda Europa, el nivel más alto era, sin duda, el de los españoles
¿Qué nivel de desarrollo tiene España a este respecto?
En España, el desarrollo del biogás y, sobre todo, del biometano es todavía muy bajo. El biogás se obtiene del aprovechamiento de residuos —vertederos, purines y otros desechos animales—, y está compuesto principalmente por metano y CO₂. El problema es que el CO₂ no tiene ningún aprovechamiento y, en muchos casos, el biogás se quema en una antorcha o se libera directamente a la atmósfera. Esto es muy contaminante, ya que el metano tiene un impacto ambiental mucho mayor que el CO₂. El biometano, en cambio, consiste en limpiar ese biogás y quedarse solo con el metano para utilizarlo igual que el gas natural. En España esta tecnología apenas está despegando, mientras que en países como Dinamarca, Alemania o Suecia está mucho más desarrollada.
Durante tus cuatro años en Dinamarca, ¿notaste diferencias significativas en la inversión en I+D+I entre el país escandinavo y España?
Académicamente, España forma muy bien a sus ingenieros; de hecho, somos la cantera de Europa. Cuando llegué a la DTU, donde estudiaban personas de toda Europa, el nivel más alto era, sin duda, el de los españoles. La educación española es muy buena, eso está claro. El problema, claro, venía después con la inversión. La inversión en investigación y desarrollo en España no se correspondía con la calidad académica, especialmente comparada con Dinamarca.
¿En qué lo notaste dentro de tu especialización?
En que, en cuanto a renovables como el biogás o el biometano, Dinamarca tenía una cuota de mercado del 30-40% del gas consumido en el país. Esto fue posible porque el gobierno invirtió y estableció subvenciones que impulsaron su implantación. Al principio, las tecnologías son más caras, y requieren inversión. Gracias a esas ayudas, la tecnología se hizo rentable con el tiempo y hoy está totalmente implantada, incluso sin subvenciones. Esto les permitió, por ejemplo, reducir su dependencia del gas ruso durante la guerra de Ucrania.
¿Y por qué España no emuló esta inversión?
Porque en España el biometano era más caro de implantar y en ese momento no había voluntad de invertir en una energía que no parecía rentable a precio de mercado. Por eso, hasta hace 2 o 3 años no era atractivo invertir en ello. España decidió centrarse en otro tipo de renovables, por lo que el desarrollo del biometano quedó muy retrasado.
Julián García Carretero caminando por Copenhague.
¿Crees que en nuestro caso fue acertado apostar por la energía eólica y la solar?
Sí, porque alguien tenía que dar ese paso, pero quizá se hizo un poco a deshoras. España fue pionera, sobre todo, en energía eólica. El problema es que la inversión se hizo cuando la tecnología aún era muy cara e ineficiente. Se ocuparon los mejores puntos de generación eléctrica con tecnología que hoy resulta obsoleta, así que ahora toca hacer una inversión millonaria para reemplazar esos aerogeneradores por otros mucho más eficientes. En cambio, en países como Dinamarca esperaron a que su tecnología estuviera más desarrollada antes de implementarla.
¿España debería apostar también por energías como la biomasa, o seguir centrada las renovables por las que apostó?
Al final, estas energías son complementarias. La inversión en solar y eólica es fundamental porque son muy eficaces para producir electricidad y reducir ciertas dependencias. El biogás y el biometano, en cambio, tienen aplicaciones diferentes. Pueden generar electricidad, pero sobre todo son una alternativa al gas natural, algo que no se puede hacer con otras renovables. Por eso, su inversión también es necesaria, aunque la fracción de gas que sustituirán sea pequeña. Además, puede ayudar a gestionar los purines, especialmente en zonas con mucha cría de cerdos, que ahora mismo es un problema acuciante en nuestro país.
A día de hoy, quien reniegue del uso de la inteligencia artificial probablemente se arrepentirá en un par de años
Pese a acabar tu formación siendo un experto en renovables, al final has terminado trabajando en otro sector.
Sí, actualmente trabajo como consultor SAP, que son las siglas de Systeme, Anwendungen und Produkte, un software de gestión empresarial que permite modelar todos los aspectos y operaciones de una empresa dentro del mismo sistema. Con él puedes facturar a clientes, hacer pedidos a proveedores, controlar el stock y gestionar la producción, todo integrado.
¿En qué se diferencia de cualquier otro ERP, de cualquier otro planificador de recursos empresariales al uso?
En que SAP en concreto es uno de los ERP más desarrollados y potentes. Su ventaja es que abarca muchísima funcionalidad, pero para implementarlo correctamente se necesita consultoría en dos direcciones: por un lado, adaptar toda la funcionalidad de SAP a cómo trabaja tu empresa; por otro, modificar ciertos procesos internos para alinearlos con los estándares y mejores prácticas de SAP, especialmente en áreas como logística o producción.
¿Está vuestra empresa usando IA para optimizar la gestión empresarial? ¿Es un producto que ya estáis comercializando?
Sí, no hay otra opción: es el futuro y no puedes elegir ignorarla. SAP ya está desarrollando su propia inteligencia artificial para apoyar tanto a consultores como a empleados en la implantación de sus sistemas. Así que sí, por supuesto que estamos invirtiendo en ello. No hacerlo sería como negarse a usar un buscador en lugar de una enciclopedia. A día de hoy, quien reniegue del uso de la inteligencia artificial probablemente se arrepentirá en un par de años.
¿Qué pinta un ingeniero industrial especializado en renovables en el mundo de la gestión empresarial?
Dentro de la ingeniería industrial hay muchas ramas. Una de ellas es la organización industrial, que en su momento también me llamó la atención, aunque siempre me han gustado más las renovables. Dentro de la consultoría SAP hay varios módulos y los ingenieros industriales somos muy útiles en el de planificación de producción o en el módulo de logística y almacenes, que es mi caso. Yo soy especialista en logística y almacenes. ¿Que cómo acabé ahí? Pues un poco empujado por las circunstancias.
Una jornada laboral cualquiera de Julián García como consultor SAP.
Cuéntame.
Cuando intenté volver a España, quise reincorporarme al sector de renovables. Tenía experiencia en biogás y biometano, pero era un mercado sin perspectivas reales. Todo el mundo decía que iba a despegar, pero ya han pasado siete años desde que regresé y aún no ha ocurrido nada relevante: muchas promesas, pero ninguna gran inversión. Ante esa falta de oportunidades, para asegurar mi futuro profesional, opté por dedicarme a la organización industrial, y dentro de ella, a la consultoría SAP. Si el sector de renovables hubiera tenido más recorrido en ese momento, probablemente hoy estaría trabajando ahí.
Supongo que tu salario y condiciones laborales eran mejores en Dinamarca.
Sí, por supuesto. Antes de trabajar como consultor SAP para Qinlox, que es una empresa alemana para la que trabajo desde aquí en Valencia, tras mi etapa en Dinamarca trabajé cuatro años en una consultora española. Y claro, noté el cambio. El salario pasó a ser mucho menor. Aunque el cambio más notable no fue tanto económico, que también, como en cuanto condiciones laborales. En Dinamarca, la conciliación familiar es fundamental: es impensable que un padre no pueda llevar o recoger a su hijo del colegio. Por eso, la jornada laboral estándar es de nueve de la mañana a cuatro de la tarde, permitiendo estar con la familia por la tarde.
En Dinamarca, la conciliación familiar es fundamental: es impensable que un padre no pueda llevar o recoger a su hijo del colegio
¿Y de cuánto era tu jornada cuando volviste a España?
De 9:00 a 18:30, con descanso partido obligatorio que no se podía saltar, sin opción de jornada intensiva. Y a nivel económico, mi experiencia previa me situaba en Dinamarca como experto frente a perfiles más júniors y mi salario era elevado. Sin embargo, aquí el salario era mucho más reducido.
Pero allí la vida es más cara. ¿Te compensaba el salario en Dinamarca teniendo en cuenta que el coste de vida también era más alto?
Sí, porque no es lo mismo ahorrar un 20% de tu salario en Dinamarca que un 20% en España. La vida allí es más cara, claro, pero los sueldos son mucho más altos, así que ese 20% de un salario mayor siempre compensa. Económicamente, resulta muy difícil que compense volver a España.
Imagino que al menos, al haber cambiado a esta empresa alemana, tu situación habrá vuelto a mejorar aunque estés afincado en Valencia.
Han mejorado mis condiciones laborales. Los horarios, por ejemplo, se centralizan para toda la empresa. Las condiciones económicas también han mejorado, aunque no llego al nivel salarial de Alemania. La empresa ofrece servicios que en España eran poco comunes hace tres años: seguro médico privado, presupuesto para deporte o para idiomas, entre otros beneficios sociales. Muchas consultoras alemanas abren sedes en España porque los profesionales españoles están muy bien valorados en Europa. Contratar un consultor en Alemania es muy caro, mientras que en España puedes pagar un 70-80% de ese coste por alguien con un gran rendimiento. Así, captan conocimiento de calidad a un precio más económico.
¿Te planteas volver al mundo de las renovables en algún momento o te gustaría fidelizar con la consultoría?
Me han surgido oportunidades de volver al mundo de las renovables, pero creo que finalmente me quedaré en la consultoría. Es un sector más estable, con mejor conciliación laboral y, al alcanzar cierto nivel, permite tener una buena calidad de vida.





