En el año 1999, cuando el comercio electrónico tan apenas había llegado a nuestras vidas, Jeff Bezos era un joven emprendedor de 35 años con una misión: hacer que Amazon se convirtiese en la plataforma de venta más grande del mundo. Para aquel entonces, la empresa había trascendido ya sus inicios como plataforma de venta de libros y CDs para convertirse en una especie de mercado virtual que indexaba, también, todo tipo de objetos cotidianos de diferentes tiendas y plataformas digitales.
Incluso alcanzando unos ingresos de 250 millones de dólares en el último trimestre de 1998, Amazon todavía operaba a pérdidas, invirtiendo casi todo su capital en la compra de empresas competidoras más pequeñas para, después, añadirlas a su ecosistema. Incluso si las cuentas no salían, para Bezos, el éxito de su tienda era cuestión de tiempo. Y no solo eso, sino que todo el ecosistema de consumo y comercio cambiaría con él.
En una entrevista publicada en el año 1999 en la revista Wired, el ahora magnate estadounidense explicaba su perspectiva sobre cómo cambiarían las tiendas, el consumo y los hábitos de los ciudadanos respecto a ellos en las dos décadas siguientes. Revisitarlo en el año 2025 nos hace entender que, sí: Jeff Bezos lo tenía todo planeado desde el principio.
Almacén de Amazon en El Prat.
“La mayoría de las cosas que ahora compras en una tienda —básicos de alimentación, papel, productos de limpieza y similares— se comprarán electrónicamente. Algunas tiendas físicas sobrevivirán, pero tendrán que ofrecer al menos una o dos cosas: valor de entretenimiento o conveniencia inmediata”, afirmaba Jeff Bezos por aquel entonces.
Aunque ahora nos parece evidente, en el año 1999, la compra de ciertos productos, como los alimentos y bienes perecederos, no estaba tan apenas implementada en nuestro día a día. A pesar de que, en el día a día, la mayoría de consumidores siguen apostando por comprar los básicos en supermercados o centros comerciales, el comercio online de productos de primera necesidad ha aumentado progresivamente en la última década hasta establecerse como una opción importante para un buen porcentaje de la población.
Los comercios necesitarán experiencias incluso más amplificadas, con servicio y personal y teatralidad que convierta cada salida de compras en un evento al estilo Super Bowl
Según datos del Instituto para la Transformación Digital del Gobierno de España del año 2024, el 50’5% de los ciudadanos entrevistados habían realizado alguna compra de alimentos o bebidas por Internet, y el 50’3%, de productos de limpieza o higiene.
El consumo de estos productos sigue siendo más alto en su vertiente offline, con porcentajes del 60’3% y 58’1%, respectivamente, pero los números son cada vez más parejos. Si lo comparamos con datos del año 2015, solo el 15’2% de usuarios habían realizado este tipo de compras en línea, dando lugar a un aumento muy significativo en la última década.
Para Bezos, con el auge de Amazon, el comercio tendría que renovarse o morir; y es precisamente ese proceso el que se ha ido asentando en los comercios y las tiendas tradicionales en los últimos años. Según su predicción, en los tiempos actuales los comercios necesitarían elementos obligatorios de estética o entretenimiento que ofreciesen una “experiencia incluso más amplificada, con servicio y personal y teatralidad que convierta cada salida de compras en un evento al estilo Super Bowl. Esa experiencia es lo que obtienes, por ejemplo, cuando vas al cine, y por eso no alquilas todas las películas que ves.” Y esta teatralidad sí es más que obvia en la inmensa mayoría de productos, establecimientos y restaurantes de moda.
Dentro de una o dos generaciones, habrá furgonetas con suministros de las necesidades más populares, como papel higiénico o pañales
Lo que Bezos no pudo predecir fue el importantísimo papel que tendrían Internet y las redes sociales en ello: de las smash burger y el chocolate Dubai a los Labubus y las blind boxes, los productos de consumo más populares del momento suelen ir de la mano de tendencias en TikTok e Instagram que nos instan a compartir con el mundo nuestra experiencia. En el presente, la funcionalidad de los entornos de compras, de los centros comerciales, ya no es transaccional: su valor está en el puro entretenimiento y en la socialización que facilitan.
El valor de los establecimientos tradicionales, de los supermercados, de los bazares, estaría precisamente en la conveniencia. Bezos citaba como referentes a cadenas estadounidenses como 7-Eleven o Walgreen que, en la época, apostaban por horarios ampliados y cierres tardíos que las hacían imponerse como lugares donde no solo hacer la compra habitual, sino acudir en caso de emergencia.
El presidente ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos.
Así lo contaba: “Pero este tipo de tiendas también evolucionarán: por ejemplo, hacia modelos de apertura 24 horas, 7 días a la semana, para que puedas acceder a ellas en cualquier momento. Mis consultores en el Global Business Network incluso se imaginan un panorama en el que, dentro de una o dos generaciones, habrá furgonetas con suministros de las necesidades más populares, como papel higiénico o pañales, circulando alrededor de los barrios, listos para entregarlos cuando sea necesario y nada más recibirlos.”
Si bien es cierto que nuestra urgencia por obtener enseres de manera inmediata no ha llegado hasta el punto de tener patrullas que ofrezcan suministros de forma constante en nuestras calles, sí es cierto que ciertas empresas de delivery han intentado capitalizar la creciente demanda por la inmediatez ofreciendo servicios parecidos.
Start-ups como Glovo y Uber Eats, que comenzaron centrándose únicamente en la comida a domicilio, han incrementado en los últimos años su enfoque hacia ser servicios de entrega de prácticamente cualquier cosa: desde la cena a la compra del supermercado, un libro o un videojuego.
Al final, todos estos puntos convergen en una idea similar: conforme el tipo de servicios que ofrecen las tiendas digitales aumente, y se conviertan en más rápidos, más amplios, y estén más integrados en nuestro día a día, los consumidores empezarán a buscar que haya un valor añadido similar en todos los comercios que frecuenten. Para él, lo que dejará de existir, a corto plazo, es “el tipo de tiendas a las que va la gente porque no tienen ninguna alternativa”. El futuro - que el propio Bezos ha, prácticamente, construido con sus propias manos - pasa, necesariamente, por un consumidor mucho más exigente.


