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El consumo de porno online se dispara entre los adolescentes: qué pueden hacer los padres para acompañar a sus hijos sin tabúes ni alarmismo

Educación sexual

Cada vez más adolescentes acceden a contenidos sexualizados en internet antes de los 12 años. Psicólogos y educadores alertan del impacto emocional y la normalización de la violencia sexual que esto supone

Joan Soler, psicólogo: “Quizá tu problema no es el móvil, sino que hace tiempo que te sientes solo, o que tu trabajo te aburre o te frustra”

El consumo de porno online se dispara entre los adolescentes: qué pueden hacer los padres para acompañar a sus hijos sin tabúes ni alarmismo.

IStock

Cada vez más adolescentes en España acceden a contenidos sexualizados desde edades tempranas. Desde la pornografía hasta plataformas como OnlyFans o redes sociales con contenido erótico, los jóvenes interactúan cada vez con más normalidad en un entorno digital donde sexualidad, apariencia y dinero se cruzan, y donde la exposición frecuente puede influir en sus expectativas y relaciones.

Este mismo año, un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya muestra que un 20% de los adolescentes reconoce haber consumido pornografía antes de los 10 años. Un 23,3% de chicos admite consumir pornografía a diario, frente a un 4,8% de chicas. Por su parte, datos de Save the Children indican que la edad media de inicio se sitúa alrededor de los 12 años, antes de los 12 para chicos y 12,5 para chicas.

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El acceso de los adolescentes a contenidos sexualizados no surge de la nada. La llegada masiva de internet, los smartphones y las redes sociales ha transformado por completo la manera en que los jóvenes descubren la sexualidad. Lo que antes se producía de manera clandestina ahora está al alcance de un click.

Para muchos adolescentes, la pornografía se ha convertido en su primer contacto con la sexualidad. La falta de educación afectivo-sexual en casa y en la escuela hace que lo que ven en estas plataformas pueda ser tomado como un modelo real de relaciones sexuales y afectivas.

Un ordenador muestra el logo de OnlyFans.

Jeff Roberson / AP Photo

Un estudio de la Universidad de Alcalá de este mismo año indica que adolescentes de apenas 12 años conocen OnlyFans, comprenden su funcionamiento económico y, en algunos casos, lo consideran una vía para generar ingresos. 

Según las autoras, incluso los adolescentes más jóvenes mostraron una comprensión sofisticada de cómo funciona OnlyFans. “Describieron el modelo de suscripción, la venta de contenido exclusivo y la relación entre ingresos, popularidad y frecuencia de publicaciones”, explican las investigadoras Kristel Anciones Anguita y Mirian Checa Romero.

Los contenidos sexuales son una forma más concreta, más sutil o clara de escapar de una sensación que no quieres sentir.

Joan Solerpsicólogo

Es importante tener en cuenta las diferencias de género. Las chicas suelen sentir más presión sobre su apariencia, seguridad y juicio social, mientras que los chicos tienden a centrarse en el potencial económico o en la visualización de contenidos.

El consumo frecuente también refuerza estereotipos; los chicos tienden a normalizar la violencia sexual y la dominación masculina, mientras que las chicas se ven presionadas sobre su apariencia y sexualización. Además, los chicos acceden antes, con más frecuencia y de manera más continuada, mientras que las chicas consumen de manera más puntual. Aunque la pornografía es más frecuente entre ellos, ellas también reciben mensajes sexuales no solicitados y se ven envueltas en entornos que cada vez normalizan más su sexualización.

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A tal punto ha llegado esta situación que el Gobierno de España presentó en 2024 la “Cartera Digital”,  una aplicación móvil para verificar la edad de los menores. Sin embargo, su implantación se ha paralizado debido a la ley de protección de datos.

Aun así, no podemos quedarnos esperarnos. El consumo de pornografía puede ofrecer un aprendizaje sexual distorsionado si no se acompaña de educación crítica. Según Anciones y Anguita, “la normalización de la objetificación sexual y la mercantilización de la intimidad refuerza las actitudes sexistas y perpetúa la desigualdad de género”.

Entre las consecuencias más preocupantes se encuentran el aumento de la probabilidad de trasladar la violencia sexual observada a la vida diaria, incluyendo la falta de respeto al consentimiento, prácticas sexuales violentas o peligrosas, acceso a la prostitución o incluso la perpetración de violaciones.

Joan Soler, psicólogo.

Diseño: Selu Manzano

Además, los contenidos sexualizados pueden funcionar como mecanismo de escape emocional. El psicólogo Joan Soler Sucarrats explica que todas las adicciones “son una forma más concreta, más sutil o clara de escapar de una sensación que no quieres sentir. Y esas sensaciones pueden ser desde el aburrimiento… hasta ‘me siento completamente solo en este mundo'”. Esto evidencia que, para muchos adolescentes, la pornografía no solo es curiosidad sexual, sino también un refugio frente a emociones difíciles.

Frente a esta realidad, existen varias estrategias y recursos de apoyo. La app Audere, desarrollada por expertos en salud en colaboración con la ONG Dale Una Vuelta, ofrece información científica, estrategias de autocontrol y seguimiento personalizado para superar la adicción al porno. El objetivo es ayudar a los adolescentes a comprender los efectos del consumo de pornografía sobre sus emociones, autoestima y relaciones, y a reconstruir hábitos más saludables. La app incluye un programa de acompañamiento psicológico a bajo coste y grupos de apoyo, también específicos para mujeres.

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Por su parte, el Ministerio de Igualdad también ha lanzado la campaña Porno, por no hablar, dirigida a adolescentes, familias y docentes. La campaña incluye dos videos promocionales: en uno se muestra a una adolescente que no disfruta de la pornografía ni de las formas de sexo que aparece en ciertos videos, pero teme expresar su opinión a su pareja por miedo a ser juzgada. En el otro, se presenta a un joven que se siente inseguro y acomplejado al compararse con los hombres que ve en videos pornográficos, lo que puede generar frustración y afectar su salud mental.

Estas iniciativas combinan prevención y acompañamiento, buscando que los adolescentes no solo sean conscientes de los riesgos del porno y la sexualización digital, sino que también cuenten con recursos prácticos. Sin embargo, la verdadera diferencia se encuentra en una buena educación sexual desde la juventud.