Ya no “googleamos” como antes. La forma de buscar en Internet se está transformando y cada vez más usuarios están dejando de confiar ciegamente en los buscadores tradicionales. La Generación Z, en particular, recurre cada vez más a redes sociales y herramientas de inteligencia artificial generativa, como ChatGPT, en lugar de confiar únicamente en Google.
Según una encuesta de Resolve, el 41% de los usuarios utiliza IA generativa para obtener respuestas, y tres de cada cinco ignoran resultados de búsqueda tradicionales si no encuentran respuestas rápidas. Este fenómeno se conoce como “searchless internet”, un modelo en el que los usuarios reciben exactamente las respuestas que necesitan sin tener que navegar por múltiples enlaces.
Silvia, de 25 años, es de esas jóvenes que priorizan las redes sobre Google. “Busco primero en TikTok porque así puedo ver experiencias de personas de mi edad que me parecen más sinceras, que no sean influencers, personas de a pie. Si veo varios vídeos donde la información no queda clara, entonces voy a Google para comprobarlo en una web fiable.”
En cambio, Judit, de 19 años, sigue usando Google como primera opción “soy clásica y me funciona bien, así que para qué cambiarlo”. Estos testimonios reflejan que, aunque la preferencia por redes sociales está creciendo, el cambio no es absoluto.

Grandes alucinaciones de ChatGPT.
Sin embargo, según una encuesta del portal digital Axios junto a YPulse, solo el 46% de los jóvenes de 18 a 24 años comienza sus búsquedas en Google, mientras que un 21% lo hace en TikTok y un 5% en YouTube. Las redes sociales combinan rapidez, contenido visual y experiencias auténticas, convirtiéndose en alternativas a los buscadores tradicionales para la Generación Z.
Google intenta adaptarse a esta nueva tendencia, y lleva tiempo implementando su modelo de inteligencia artificial en las búsquedas. Ahora, ya no aparecen únicamente los enlaces tradicionales, sino que en muchos casos el usuario se encuentra con respuestas generadas directamente por inteligencia artificial.
Me gusta saber lo que la gente opina sin que sean influencers a los que les pagan, lo dicen porque de verdad les gusta y son gente de mi edad con la que puedo empatizar
A través de funciones como AI Overviews, Google ofrece resúmenes automáticos que sintetizan información de distintas fuentes y la presentan en la parte superior de la página de resultados. Además, también han empezado a implementar Claude for Chrome, un agente conversacional desarrollado por Anthropic. En formato de extensión, permite abrir una ventana lateral dentro de Chrome para conversar con la IA, pedirle búsquedas, explicaciones o incluso delegar pequeñas tareas como completar formularios, resumir un artículo o navegar entre pestañas relacionadas.
El cambio hacia la IA y las redes sociales se explica por la facilidad de acceder a historias personales, opiniones de usuarios y contenidos interactivos que los buscadores no ofrecen. Los jóvenes valoran la autenticidad y la posibilidad de contrastar información en comentarios o foros. “Me gusta saber lo que la gente opina sin que sean influencers a los que les pagan, lo dicen porque de verdad les gusta y son gente de mi edad con la que puedo empatizar”, cuenta Silvia.
La inteligencia artificial, por su parte, puede adaptar resultados según la necesidad del usuario, resumir información o dar consejos esquemáticos en segundos. Desde OpenAI señalan: “obtener respuestas útiles en la web puede requerir mucho esfuerzo, a menudo se necesitan múltiples búsquedas y rebuscar entre enlaces para encontrar fuentes de calidad y la información adecuada”.
Sin embargo, estas nuevas formas de encontrar resultado tienen sus propios riesgos. En cuanto a las inteligencias artificiales, hay que tener en cuenta que sus resultados no siempre son fiables y pueden “alucinar”, es decir, inventar información o atribuir falsamente hechos a medios confiables. Casos recientes, como los titulares falsos generados por la IA de Apple, muestran que incluso grandes compañías tecnológicas no pueden garantizar la veracidad de lo que produce la IA.

Una persona mira en su móvil el vídeo de una joven en la red musical Tik Tok, en Madrid (España).
Organizaciones como Reporteros sin Fronteras (RSF) y el Sindicato Nacional de Periodistas de Estados Unidos (NUJ) han advertido que estos sistemas son poco fiables para el periodismo, y que atribuir información falsa a medios socava su credibilidad. Además, la legislación europea aún no clasifica a estas IAs como sistemas de alto riesgo, dejando un vacío legal crítico. Por eso, aunque ChatGPT se haya convertido en un punto de referencia para muchas personas, la verificación con fuentes sigue siendo imprescindible.
Esto impacta claramente en el ámbito académico, donde Wikipedia había sido durante años la referencia principal por su sistema de edición colaborativa, que garantiza cierto nivel de precisión y verificabilidad en sus 64 millones de artículos. Sin embargo, ChatGPT ha comenzado a superarla como fuente de consulta, ofreciendo respuestas inmediatas y adaptadas a cada usuario.
En la universidad hay una dependencia casi total de ChatGPT. La mayoría de los estudiantes tiene una fe ciega en la IA: copian, pegan y entregan. Sin ni siquiera pararse a leer o a verificar nada de lo que les ha generado
“En la universidad hay una dependencia casi total de ChatGPT”, asegura Mireia, de 20 años, que cursa su segundo año en la Facultad de Comunicación. “La mayoría de los estudiantes tiene una fe ciega en la IA: copian, pegan y entregan. Sin ni siquiera pararse a leer o a verificar nada de lo que les ha generado”. Así, la educación enfrenta un nuevo reto en el que equilibrar la eficiencia de los modelos de lenguaje sin sacrificar la rigurosidad y el pensamiento crítico que caracterizan la investigación académica.
Por su parte, las redes sociales generan burbujas informativas en las que se refuerzan visiones parciales de la realidad, limitando la diversidad de perspectivas. Los algoritmos priorizan contenido que confirma los intereses y creencias de los usuarios, lo que puede conducir a la polarización y dificultar la formación de opiniones equilibradas.
Aunque ChatGPT y plataformas sociales se han convertido en referencias para muchos, la verificación con fuentes confiables sigue siendo imprescindible. Más que hablar de una “muerte” de Google, estamos entrando en una etapa en la que el usuario tendrá que aprender a ser más selectivo, consciente y responsable con la información que consume.