Europa fatídica

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Viernes negro en Bruselas

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Europa fatídica | Enfoque Enric Juliana 

Hablar con preocupación de Europa se está poniendo de moda. Hablar de Europa con tonos pesimistas es cada vez más frecuente. Hace unos años, Europa venía a ser para muchos como un ‘deus ex machina’ que todo lo podía solucionar. No era verdad. Las instituciones europeas no estaban en condiciones de intervenir de una manera decisiva en la modulación de las relaciones internacionales, pero las expectativas eran altas, demasiado altas. El ‘poder blando’ europeo, la capacidad de sugestión e influencia, parecía fuerte. La idealización era excesiva. Hoy se está deshinchando.

Los europeos, por ejemplo, no fueron capaces de impedir la cruenta guerra civil yugoslava en los años noventa; incluso la propiciaron con sus intereses egoístas, puesto que Yugoslavia despertó el viejo apetito de las ‘áreas de influencia’. Alemania quería tener bajo su órbita a Croacia y Eslovenia, Austria quería influir en la vecina Eslovenia, el Vaticano apoyaba claramente al nacionalismo croata fuertemente identificado con el catolicismo; Italia ambicionaba Montenegro, pensando en Albania; Francia no quería enemistarse con Serbia, pensando en Rusia. Entre los grandes países de la Unión Europea, sólo España no tenía ambiciones directas en el trágico mosaico yugoslavo. Turquía salió en auxilio de los musulmanes de Bosnia-Herzegovina cuando estos empezaron a ser masacrados. La huella turca es hoy muy visible en la ciudad de Sarajevo. Estados Unidos acabó interviniendo y se lo cobró, reforzando su presencia militar en los Balcanes, proyectando fuerza sobre las antiguas fronteras de la Unión Soviética, para acabar sugiriendo la adhesión de Ucrania a la Alianza Atlántica en la cumbre celebrada en Bucarest (Rumanía) en el año 2008. Esa invitación a una futura adhesión sirve hoy de excusa a Vladímir Putin para justificar el intento de invasión de Ucrania en febrero del 2022.

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La historia ha acelerado y los mecanismos europeos no pueden ir tan rápido. La norma de la unanimidad frena y ralentiza. Hace años que Europa muestra sus limitaciones como potencia geopolítica, pero esas debilidades hoy aparecen crudamente desnudas porque ha cambiado la iluminación del escenario. Estados Unidos es quien controla el cuadro de luces. Y Estados Unidos ve la Unión Europea como un sujeto político que debe ser suprimido, desballestado o reducido a una mínima expresión. Mercado Común y poco más. Esa es la novedad. Una novedad que trastoca casi setenta años de política internacional, si tomamos como referencia la firma del tratado de Roma en 1957. Estados Unidos jamás observó con entusiasmo los procesos de unidad

europea, pero nunca proclamó, negro sobre blanco, que la UE debe ser dinamitada por dentro, para que la gran potencia norteamericana pueda negociar directamente sus intereses con cada uno de los países europeos por separado, ofreciendo margen a Rusia para que recupere zonas de influencia perdidas.

Bélgica se ha asustado porque los fondos rusos embargados por la Unión se hallan depositados en Euroclear

LA UE estorba. Esta es una de las claves principales del documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos publicado hace menos de un mes. En ese documento se aboga por intervenir en la política nacional de los respectivos estados europeos cultivando a los ‘partidos patrióticos’, es decir, a la fuerzas de extrema derecha que en estos momentos exigen un cambio de rumbo a favor del ‘soberanismo’. Estamos en un momento de indudable trascendencia histórica. La Europa que hemos conocido en los últimos decenios puede desmoronarse lentamente –quizás no tan lentamente- según cuál sea la evolución política de la península Ibérica (España y Portugal), Francia y Alemania en los próximos dos años. Mientras tanto, las señales de alarma se multiplican.

Esta semana han fracaso en Bruselas dos importantes iniciativas de la Comisión Europea que preside Ursula von der Leyen: el intento de financiar a Ucrania con los fondos rusos inmovilizados en Bruselas, aplicando con severidad la lógica de las sanciones, y la firma del tratado comercial con los países del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) después de 25 años de laboriosas negociaciones.

Son asuntos que en apariencia nada tienen que ver, pero que presentan un rasgo común: ambos pertenecen al capítulo de las grandes decisiones estratégicas. Financiar a Ucrania con los fondos rusos inmovilizados en Bruselas habría sido una muestra de fuerte voluntad política, de auténtica voluntad de poder, en un momento en que el Gobierno de Estados Unidos juega claramente al sacrificio de Ucrania en las negociaciones de paz, en aras de un acuerdo táctico con Rusia sobre la explotación futura del Ártico, para así intentar reblandecer la actual alianza Moscú-Pekín. Donald Trump es un personaje desconcertante, que hoy dice una cosa y mañana puede sostener la contraria, pero no olvidemos que Trump es el mascaron de proa de una Administración que está elaborando una nueva idea del mundo. Financiar a Ucrania con los fondos rusos inmovilizados en Bruselas habría sido una señala de “autonomía estratégica europea”. Pero Bélgica se ha asustado y los demás países de la UE no han sabido arroparla de manera unánime.

Bélgica se ha asustado porque los fondos rusos embargados por la Unión se hallan depositados en Euroclear, depósito central de valores donde muchos bancos centrales guardan sus activos mediante asientos electrónicos. Ese depósito se halla residenciado en la capital belga. La utilización de los intereses devengados por esos fondos para financiar a Ucrania sería considerado un “robo’ por las autoridades rusas, que han

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amenazado al gobierno belga con acciones legales en los tribunales internacionales. Existe constancia de que diversos políticos belgas han recibido amenazas de carácter intimidatorio en las últimas semanas. Bélgica pedía un pleno respaldo de los demás socios y estos no han estado en condiciones de ofrecérselo. El triángulo Hungría-Chequia-Eslovaquia era abiertamente contrario, y dos países tan relevantes como Francia e Italia se han mostrado “frios” ante una iniciativa con contaba con el pleno respaldo de Alemania y el apoyo de España, entre otros países. Como alternativa, el Consejo Europeo ha aprobado conceder un crédito de 90.000 millones de euros a Ucrania que se devolvería con las reparaciones de guerra que hipotéticamente debería pagar Rusia después de un acuerdo de paz. Una hipótesis muy hipotética. Deuda mancomunada europea para asistir a Ucrania, de cuyas obligaciones quedan excluidas Hungría, Chequia y Eslovaquia. El canciller alemán Friedrich Merz ha regresado a Berlín con eurobonos en el bolsillo (deuda compartida), concepto que rechaza un sector importante de la opinión pública alemana. Gasolina para Alternativa para Alemania. En este asunto, Pedro Sánchez apoyaba a Merz. A España le corresponderán 9.000 millones de esa emisión de deuda.

En ‘El Príncipe’, Maquiavelo escribió que nunca se debe proferir una amenaza que no se pueda o no se quiera cumplir, puesto que ello supone una perdida de autoridad, a la vez que excita y alimenta el odio del adversario. Esto es lo que ahora va a pasar con Rusia.

Mercosur. Francia ha dicho stop e Italia le ha apoyado. Después de 25 años de negociaciones todo estaba a punto para que el tratado comercial fuese firmado este próximo lunes en Foz de Iguazu (Brasil). Von der Leyen ya tenía un pie en el avión. El presidente francés Emmanuel Macron ha puesto el pie en el freno en el último minuto. Macron teme la revuelta de los agricultores franceses y teme sobre todo la caída del actual gobierno, cuyo primer ministro Sebastién Lecornu está intentando mantener a flote en medio de una gran inestabilidad parlamentaria, una inestabilidad mucho mayor de la que hay en España. Una nueva crisis gubernamental en Francia conduciría a la celebración de elecciones legislativas anticipadas con premio para el Reagrupamiento Nacional, que a su vez obtendría mayores posibilidades de ganar las presidenciales previstas para la primavera del 2027.

En lo que respecta a Italia no podemos olvidar que uno de los principales apoyos sociales del partido de Giorgia Meloni es la Coldiretti (Confederazione Nazionale Coltivatori Diretti), una de las más potentes asociaciones agrarias de Europa, con 1,6 millones de afiliados. Presionada por la Liga Norte, formación política abiertamente pro Putin, Meloni su ufanaba ayer de haber contribuido a enfriar el tema de los fondos rusos y de haber ayudado a paralizar la firma del tratado comercial con el Mercosur. También en este capítulo, Alemania y España iban juntas.

El tratado con el Mercosur podría ser muy beneficioso para la industria alemana y también muy positivo para las pequeñas y medianas empresas españolas que intentan abrirse camino en Latinoamérica. El ministro de Agricultura, Luis Planas, político de reconocida habilidad, tenía bastante calmados a los productores agrícolas españoles con una serie de cautelas y protecciones introducidas en el tratado. La patronal CEOE defiende la firma de ese pacto comercial. ¿Qué piensa Estados Unidos al respecto? Más mercado para la Unión Europea después de los aranceles impuestos por Washington. El tratado UE-Mercosur no es una buena noticia para la Administración Trump. En estos momentos su firma se halla bloqueada. Viernes negro en Bruselas.

Por último, aunque no lo último, noticia de otra marcha atrás: la prórroga de los motores de combustión. Los coches con motores accionados por fuel o gasolina se tenían que dejar de fabricar en 2035 en beneficio del coche eléctrico. La industria europea del automóvil, especialmente la industria alemana, ha pedido tiempo, ha implorado tiempo, superada en estos momentos por los coches eléctricos fabricados en China, más baratos y técnicamente competitivos. El horizonte no es el que se preveía. Si nos fijamos bien las luces de neón de la expresión ‘transición ecológica’ están palideciendo. Esa expresión está decayendo en el léxico europeo. La ‘transición ecológica’ está cediendo el paso al rearme como principal vector industrial en muchos países. Una nueva época se está iniciando. En este punto los gobiernos de Alemania y España se hallan en posiciones enfrentadas. El canciller Merz ha apretado fuerte en favor de la moratoria de los motores de combustión. Sánchez considera que es un “error”.

Dos consideraciones finales. Todo problema interno europeo debe ser hoy contemplado teniendo en cuenta la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Toda crisis política en España debe ser valorada teniendo en cuenta que la Unión Europea ya no ofrece hoy una malla protectora tan fuerte como en el pasado. Podría ocurrir que un día España se quedase sola con sus fantasmas.

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