Empieza la carrera

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Hoy se inicia una cadena de elecciones autonómicas que serán decisivas para calibrar el futuro de la legislatura española. La secuencia Extremadura, Aragón, Castilla y León y Andalucía, permitirá comprobar hasta dónde llega el desgaste socialista, también el estado de las convulsas relaciones a su izquierda, si el empuje de Vox es tan firme como se da por descontado, si el PP es capaz de activar el voto útil y qué forma toman las eventuales alianzas entre los populares y la extrema derecha.

Esta sucesión electoral provocará una cierta parálisis de la actividad parlamentaria. El Congreso funcionará al ralentí, pero no así las actuaciones policiales y judiciales que afectan sobre todo al PSOE y alguna al PP. Sus decisiones irán salpicando las metas volantes electorales. No tiene intención Pedro Sánchez hacer coincidir las elecciones generales y las andaluzas, pero ya veremos cómo avanzan los contendientes en esta agotadora carrera.

Todas las encuestas auguran una mala noche para el PSOE hoy en Extremadura, antaño feudo de ese partido, como lo fue Andalucía. Son dos regiones en las que siempre se atribuyó a los socialistas un voto cautivo gracias al manejo de las subvenciones. Pero han virado a la derecha, siguiendo el patrón de la mayor parte de los países de nuestro entorno, donde las zonas rurales registran un incremento del voto conservador y la izquierda se refugia en las ciudades. En Extremadura, además, al PSOE le pasa factura un candidato muy poco valorado y la crisis del partido por los casos de corrupción y acoso.

El candidato Gallardo no es sanchista, pero se impuso a Ferraz en dos ocasiones en primarias

Miguel Ángel Gallardo, candidato socialista a la Junta de Extremadura, se presenta imputado por un juez. Se le investiga por tráfico de influencias, presuntamente por enchufar al hermano del presidente del Gobierno. Gallardo suele defenderse alegando que él no ha sido nunca sanchista. En efecto, el aparato controlado por el presidente intentó en dos ocasiones imponer a otro candidato. En marzo de 2024 optó a las primarias Lara Garlito (Cáceres, 1985) para sustituir al fallecido Guillermo Fernández Vara. Lo tenía difícil porque en Extremadura es habitual que se impongan los dirigentes de Badajoz, donde se registran más militantes. La candidata hizo valer en campaña su mejor formación frente al rival, pero Gallardo (Villanueva de la Serena, 1974), alcalde de su pueblo y presidente de la diputación pacense, ganó esas primarias con el 55% de los votos. Nueve meses después, en enero del 2025, volvió a intentarlo Esther Gutiérrez (Cáceres, 1977) y Gallardo amplió su ventaja al 62%.

-FOTODELDIA- LOBÓN (BADAJOZ) 16/11/2025.- El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo junto a María Guardiola durante un acto público en la localidad pacense de Lobón este domingo. EFE/ Jero Morales

Feijóo y María Guardiola en campaña

Jero Morales / EFE

Pese a no ser sanchista, el presidente del Gobierno se ha volcado en su campaña. “No queda otra”, se resignan en el PSOE, que aseguran que, según sus encuestas, Sánchez arrastra más voto que Gallardo pese a todo. Después llegarán las elecciones en Aragón, donde una candidata de la plena confianza del presidente, la ex ministra Pilar Alegría se medirá ante uno de los barones más fuertes del PP, Jorge Azcón. Alegría ha sustituido a Javier Lambán, fallecido en agosto, muy crítico con Sánchez. Seguirá Castilla y León, donde las perspectivas del PSOE son mejores, incluso podrían ganar las elecciones, aunque no es probable que puedan gobernar por la alianza del PP y Vox.

La cita castellano-leonesa era la primera del calendario, pero los populares han colocado antes las plazas de Extremadura y Aragón, por lo que empezarán con mejor pie. Su intención con este encadenamiento electoral es extender un estado de ánimo de fin de ciclo socialista. La mayoría de los barones del PP buscan consolidarse en esta ronda electoral. A pesar de la presión de Vox, casi todos ellos han adoptado posiciones más moderadas que las expresadas por Alberto Núñez Feijóo, salvo Isabel Díaz Ayuso, con el objetivo de captar también voto socialista. Extremadura y Andalucía son casos claros.

Extremadura es un buen termómetro para comprobar hasta dónde llega el impulso de Vox

En Extremadura también se prevé un crecimiento del partido de Santiago Abascal, aunque es un territorio en el que la agenda de Vox incurre en contradicciones. Por un lado, parecería que sus posiciones contra la transición ecológica y la tibieza europeísta podrían calar en una tierra volcada en el campo y a la que Bruselas le queda muy lejos. Pero en Extremadura aún influye el recuerdo de haber recibido durante años fondos europeos y ahora dispone de una ingente cantidad de placas solares que proporcionan empleo y recursos para los ayuntamientos. También cuenta con muy poca población joven, que es el caladero más numeroso de Vox gracias a su dominio de las redes sociales. Será interesante conocer hasta dónde llega el impulso de ese partido.

Como lo será también saber las condiciones que impondrá Abascal en las autonomías donde su voto sea determinante. El modelo es el de la Comunitat Valenciana, donde Vox ha impuesto su agenda contra el Pacto Verde europeo y la inmigración. Como otros barones populares, María Guardiola adelantó las elecciones para desprenderse de Vox. La gran incógnita es ver si lo consigue. En Génova están convencidos de que en unas generales se activará el voto útil al PP para echar a Sánchez. Y en la Moncloa confían en que el PP necesite de Vox para que Sánchez se erija en el bastión europeo de la resistencia socialdemócrata ante el avance del trumpismo.

A su izquierda se presenta Unidas por Extremadura, integrada por Podemos, IU y Alianza Verde, con Irene de Miguel al frente. Las encuestas le otorgan una mejora. Sumar es residual en esta comunidad, pero sus dirigentes, entre ellos Yolanda Díaz, apoyan a De Miguel, aunque no vayan en las listas. Sin peleas cainitas, ese espacio se resarce, pero no es tan evidente que la paz se contagie a otros territorios.

El resultado de Extremadura no es premonitorio de unas generales, si acaso insinúa tendencias e incide en el estado de ánimo de cada hinchada. Es la primera meta volante de una carrera que acaba de empezar. Veremos si el gran triunfo es el eco de muchas victorias pequeñas.

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