El viaje ya no lo define solo el destino elegido, sino la forma de viajar

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Viajar ha dejado de ser el privilegio de unos pocos, incluso a lugares exóticos, y por eso el viaje se singulariza no solo exclusivamente por el destino, sino sobre todo por la forma y la actitud con la que se afronta la escapada.

Lorenza Agostino

Lorenza Agostino

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Hay quien siente aversión al riesgo, otros a los que les es indiferente, pero también hay personas que sienten una preferencia por vivir situaciones arriesgadas cuando viajan. Un viaje a Londres, a París o, incluso, a destinos más exóticos como Vietnam o India está, desde hace unos años, al alcance de muchas personas, y los locos de los viajes cada vez más buscan el viaje más extremo. Es el efecto National Geographic que impulsa al viajero a buscar destinos en los que no se tope con ningún otro turista. Son viajes que se presentan como “expediciones” antropológicas y etnográficas, pero nunca se dice nada de los riesgos que se asumen. Al contrario, en ocasiones se minimizan las advertencias del Ministerio de Exteriores de no viajar, bajo ningún concepto, a determinados países.

En este sentido, prácticas de viaje que se pueden considerar poco seguras, como el autostop, también viven un revival. Una nueva generación de jóvenes está redescubriendo el autostop. Esta forma de viajar se reivindica en redes sociales como más sostenible, auténtica y aventurera. Los riesgos, sin embargo, siguen ahí. Esta era una práctica que en el mundo más desarrollado estaba en declive: no solo porque el automóvil particular es hoy más común, sino también porque las autopistas son más grandes, rápidas y peligrosas. Además, hoy existen otras opciones para compartir coche, como las aplicaciones de movilidad, cada vez más populares.

cristina guillen

Cristina Guillén

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Ante estas tendencias más extremas, a las que se podrían añadir los llamados viajes de desafío —hazañas inmersivas que ponen a prueba la fortaleza y el espíritu aventurero del viajero—, también hay otras más tranquilas o relajadas. Por ejemplo, los conocidos como destinos dupe, destinos alternativos que permiten experimentar sensaciones similares y son más accesibles. Como ejemplos: optar por Paros en vez de Santorini, Montenegro por Croacia, o la ciudad portuguesa de Aveiro —conocida por sus canales— en lugar de Venecia. O los viajes detour, que consisten en desviarse de la ruta establecida y añadir paradas al viaje, para dejar margen a la improvisación como forma de enriquecer el periplo.

Pero sin duda, el mayor lujo a la hora de viajar, si nos lo podemos permitir, es hacerlo fuera de temporada. En tiempos de destinos atestados y precios por las nubes, el lujo de disfrutar las vacaciones ya no está en el lugar escogido o las comodidades a las que se pueda acceder, sino en la posibilidad de escoger cuándo viajar. Y es que los viajes en verano, los meses de mayor demanda, pueden convertirse en un escenario de ansiedad. Entre otras cosas, debido a las expectativas elevadas con las que se suelen encarar y a la complejidad logística que suponen. Y la verdad, ya vamos suficientemente a tope durante todo el año, como para estresarnos también cuando estamos de vacaciones.

· Gramping. Se trata de un neologismo derivado de las palabras “abuelo” y “camping”, y es una práctica que se ha llevado a cabo durante décadas: los viajes de abuelos y nietos. Una forma —según dicen los expertos— de estrechar los lazos intergeneracionales, eso sí, saltándose a la generación del medio, los padres.

· Soft travel.Viajes para no hacer nada en concreto. Más que una forma de viaje, es una actitud. Ideal cuando se visita un destino en el que ya se ha estado con anterioridad, y no existe la obligación de ir a visitar sus principales atracciones. Pasear sin destino, sentarse a leer en un café y confraternizar con la gente del lugar compartiendo su estilo de vida, encajan en esta “tendencia” viajera.

· Turistas o zombis. Viajar es un signo de estatus y a nadie parece importarle la huella de carbono o el impacto social; pero cada vez hay más voces que señalan que las vacaciones sacan lo peor de cada uno y causan más daño que beneficio.

Y ADEMÁS

Chimpanzees living at the Ngamba Island Chimpanzee Sanctuary in Uganda que participaron en los experimentos para un estudio sobre su capacidad cognitiva

Chimpancés que viven en el santuario de la isla de Ngamba, en Uganda y que participaron en los experimentos para un estudio sobre su capacidad cognitiva 

Hanna Schleihauf et al.

· Chimpancés que piensan. Un estudio ha demostrado que estos primates revisan racionalmente sus creencias en función de la cantidad y calidad de las evidencias. Además, muestran pensamiento crítico: razonan, recuerdan, evalúan y rectifican.

· Recuperar la pasión. En relaciones de larga duración (y no tan larga) el distanciamiento sexual es uno de los principales puntos de fricción: quien padece la falta de deseo se culpa a sí mismo y el que no se siente deseado desconfía del otro.

ENTREVISTA

Rafael Recio, fotografiado en Barcelona este pasado miércoles por 'La Vanguardia'

Rafael Recio, fotografiado en Barcelona por 'La Vanguardia'

LV / Llibert Teixidó

· Rafael Recio. “Cuando no vives de delinquir y entras en la cárcel, los otros presos lo notan y te lo hacen pagar”. Dirigía la sede en Barcelona de una multinacional alemana. Pero un buen día, explica, cometió un error y acabó entre rejas. Ahí, en la cárcel, pasó siete duros años, dos en Brians y cinco en Lledoners. Ahora intenta rehacer su vida gracias al programa Reincorpora de la Fundació La Caixa.

UN AÑO DESPUÉS DE LA DANA

· Los familiares de los 229 muertos. “El día de la dana también fallecimos nosotros”. Las familias de las víctimas mortales relatan los momentos de pérdida y desconcierto y su búsqueda de justicia.

· Regreso a los escenarios arrasados por el agua. Localidades como Paiporta, Algemesí, Chiva, Sedaví y Gestalgar fueron testigos de escenas dantescas: calles anegadas, puentes arrasados, vehículos apilados, infraestructuras colapsadas y vecinos consternados ante lo inesperado.

· Pau, el bebé de la dana. María Ángeles y Judith, vecinas de Gestalgar, se convirtieron en madres durante las peores horas de la riada. El peor día de sus vidas también fue el mejor.

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