Manuel Collado, biólogo: “Siempre se ha pensado que el envejecimiento era un hecho intrínseco a la vida, que no tenía posibilidad de ser estudiado ni alterado, y eso ha retrasado muchísimo la investigación”
Longevity
Investigador líder del grupo de Senescencia celular, cáncer y envejecimiento del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) y presidente de la recién creada Sociedad Española de Senescencia Celular (SENESCEL), Collado es referente en el campo de la senescencia de las células
Manuel Collado, biólogo.
El doctor Manuel Collado es Investigador líder del grupo de Senescencia celular, cáncer y envejecimiento del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) y presidente de la jovencísima Sociedad Española de Senescencia Celular (SENESCEL). Que esta sociedad científica sea tan joven dice mucho, en general, de la tardía explosión del campo de la medicina antienvejecimiento y, más en concreto, del retraso en el estudio de la senescencia celular, un proceso biológico fundamental para nuestra salud que, sin embargo, empieza a fallar con el envejecimiento, provocando la acumulación de células dañadas y abriendo la puerta a gran parte de las enfermedades asociadas al envejecimiento.
“Al principio costaba mucho entender cómo puede ser que la acumulación de células senescentes pudiera estar relacionada con enfermedades tan dispares como las neurodegenerativas, la osteoartritis, la cirrosis renal o la cirrosis pulmonar; pero lo cierto es que en todas ellas subyace esta base”, sostiene. Collado anda ahora a la búsqueda de marcadores que permitan identificar cuándo empieza a fallar ese proceso de senescencia celular. ¿El objetivo último? Poder desarrollar fármacos preventivos capaces de alargar los años de vida saludables. No se trata de vivir más, sino mejor.
Hemos entendido que el envejecimiento sí que es un proceso biológico, que podemos encontrar unas bases moleculares y celulares y que, por lo tanto, se puede actuar sobre ello
El envejecimiento es algo que se da por hecho. Se nace, se crece y se envejece. ¿Eso ha retrasado históricamente de alguna manera la investigación en este campo?
Sí, totalmente. Siempre se ha pensado que el envejecimiento era un hecho consustancial a la vida, que no tenía ninguna posibilidad de ser estudiado ni alterado, y eso ha retrasado muchísimo la investigación en este campo. Solamente en las últimas décadas se ha demostrado que no, que como cualquier otro proceso biológico, el envejecimiento es susceptible de ser estudiado, de intentar encontrar cuáles son las bases moleculares y celulares de este proceso. Y en el momento en que entendamos cómo se produce, podremos intentar hacer algo para paliar sus efectos o para modificarlos o mejorarlos.
Hoy, sin embargo, estamos en las antípodas. Hay un boom de investigación en este campo, la medicina antienvejecimiento está de moda y también hay un interés general por estos temas. ¿Qué ha pasado?
Hemos entendido que el envejecimiento sí que es un proceso biológico susceptible de estudio, que podemos encontrar unas bases moleculares y celulares y que, por lo tanto, se puede actuar sobre ello. Los primeros estudios realizados con gusanos y con moscas que demostraron que la longevidad y el estado de salud de un organismo es modificable de una manera importante despertaron una gran promesa, aunque entonces aún estábamos muy alejados de la posibilidad de una aplicación real en humanos. Pero cuando estas investigaciones se han empezado a hacer con mamíferos más cercanos al ser humano y los resultados también han sido llamativos, entonces hemos entendido que sí que es algo real. Si uno puede hacer que un organismo viva el doble de su tiempo de vida y lo haga, además, en un estado de salud mejorado, esto empieza a atraer el interés de mucha gente.
Por ahí iba la pregunta anterior. No sé si la sociedad y el estilo de vida actual también invitan más a creer en esta posibilidad.
Lo cierto es que a lo largo de la humanidad siempre ha habido un interés por intentar escapar a los rigores que nos impone la biología. Por lo tanto, en el momento en que se ha visto que sí que existe una posibilidad y que no es una quimera, pues se ha lanzado mucha gente a investigar esto. Y a todo ello se suma el hecho de que las sociedades cada vez envejecemos más y, como consecuencia, también pasamos un mayor periodo de tiempo en un peor estado de salud. Y claro, nadie quiere renunciar a la posibilidad de encontrarse en un mejor estado de salud durante más tiempo.
Usted preside la Sociedad Española de Senescencia Celular (Senescel) y ha investigado mucho en este campo. ¿En qué consiste la senescencia celular?
Todas las células de nuestro organismo están dotadas de unos mecanismos de protección frente a cualquier tipo de agresión que consisten, básicamente, en impedir que una célula que vea alterado su mensaje genético o su información genética pueda progresar, porque sería un peligro. Para eso existen dos sistemas: el primero es una especie de suicidio celular, que es la apoptosis. El segundo, distinto, pero complementario, es la senescencia celular, que implica impedir que la célula pueda proliferar, que pueda dividirse, a la vez que esa célula adquiere características que le permiten alertar al entorno y montar toda una respuesta de reparación y regeneración de los tejidos. Este es un proceso muy positivo, pero que durante el envejecimiento empieza a funcionar de manera incorrecta porque no lleva a una reparación o a una regeneración de las células, de forma que estas no se eliminan, se acumulan de manera aberrante, y esto termina derivando en una alteración de los tejidos, que dejan de ser funcionales. A partir de ahí, llegan las enfermedades asociadas al envejecimiento.
La senescencia celular está vinculada a prácticamente todas las enfermedades del envejecimiento
¿A qué enfermedades se vincula la senescencia celular?
Pues esto es una de las cosas que al principio causaba mucha sorpresa, porque la senescencia celular está vinculada a prácticamente todas las enfermedades del envejecimiento. Al principio costaba mucho entender cómo puede ser que la acumulación de células senescentes pudiera estar relacionada con enfermedades tan dispares como las neurodegenerativas, la osteoartritis, la cirrosis renal o la cirrosis pulmonar; pero lo cierto es que en todas ellas subyace esta base de acumulación de células disfuncionales que están señalizando una alteración de los tejidos que hace que no funcionen correctamente. Es como lo que ocurre con la inflamación, que no es una enfermedad por sí misma, sino un tipo de respuesta fisiológica que es buena en un contexto concreto correcto, pero que con el paso de los años se hace crónica y subyace a todas las enfermedades del envejecimiento, aunque quizás no sea el factor decisivo de cada una de ellas.
Usted, si no me equivoco y entre otras cosas, trabaja en un proyecto para encontrar marcadores que permitan a los médicos identificar que se está produciendo esa senescencia celular.
En el campo de investigación de biología, cuando estudiamos un proceso, uno necesita, primero, identificar, caracterizar y definir bien cuáles son las células implicadas, dónde están, en qué estado se encuentran y demás. La idea es que, si quieres aplicar este conocimiento desde un punto de vista terapéutico, tienes que dotar de herramientas a los clínicos para que ellos puedan identificar la senescencia celular y hacer sus estudios de correlación entre este proceso de senescencia y las enfermedades. De momento esta es una gran carencia de este campo, ya que no tenemos todavía la capacidad de poder concretar unas herramientas diagnósticas que nos digan: “mira, estas células no han sido eliminadas y están formando parte de este problema médico concreto”. Aún estamos en ello.
Evitar que las células senescentes se acumulen con un tratamiento continuo permitiría llegar con un estado de salud mejor a una edad avanzada
Evitar que las células senescentes se acumulen con un tratamiento continuo permitiría llegar con un estado de salud mejor a una edad avanzada, según Manuel Collado.
Encontrar esos marcadores, ¿abriría la puerta a tratamientos preventivos contra determinadas enfermedades asociadas a la senescencia celular?
Existen dos vertientes respecto a los tratamientos que tienen como objeto la senescencia celular. La primera es la de poder desarrollar tratamientos que se puedan aplicar a situaciones patológicas graves. Por ejemplo, si uno tiene un alzheimer o una cirrosis pulmonar, que no tienen ningún otro tipo de tratamiento y que puede terminar con la vida del paciente, encontrar algo que pueda reducir los síntomas de la enfermedad. Pero como este proceso de senescencia celular es algo que se produce de manera general, existe también otra vertiente preventiva. Es decir, buscar una forma de evitar que estas células se acumulen con un tratamiento continuo, lo que permitiría, al menos teóricamente, llegar con un estado de salud mejor a una edad avanzada y, con ello, prevenir la aparición de enfermedades.
Suena muy bien.
Sí, pero claro, esta vertiente preventiva siempre va a ser más complicada de desarrollar porque implica poner un tratamiento prolongado en el tiempo a una persona que en principio no tiene ninguna enfermedad. Para eso se necesita demostrar que los fármacos que se desarrollen tienen un gran beneficio y que, además, no tienen un perfil tóxico que pueda generar un problema derivado de su administración continua. Por eso creo que muy probablemente lo primero será encontrar una aplicación concreta para una patología muy grave que no tenga otro tipo de alternativa de tratamiento, porque ahí van a estar más justificados los estudios y los ensayos. Si eso funciona, muestra beneficios y se demuestra suficientemente seguro, entonces sí se podría dar una forma más prolongada en el tiempo en personas que no tienen una enfermedad todavía pero que corren riesgo de desarrollarla porque su organismo o alguno de sus órganos están envejeciendo de forma acelerada.
Si tú suprimes el proceso de senescencia, automáticamente tendrás cáncer
Se habla ya mucho de los fármacos senolíticos.
Es que constituyen el campo más avanzado porque tenemos datos experimentales muy potentes y hemos conseguido desarrollar moléculas que, cuando son aplicadas en modelos animales, funcionan muy bien. Son la solución, digamos, más radical: si estas células están contribuyendo de una manera negativa, matémoslas. Pero hay otra alternativa menos drástica, que son los senomórficos, moléculas que, sin matar a estas células senescentes, las hacen menos perjudiciales y dañinas. Al ser un modelo menos radical puede tener cosas positivas y cosas negativas. Quizás sea un proceso con menos posibilidades de generar toxicidad, pero al mismo tiempo también puede ser que no sea tan efectivo. Lo cierto es que no lo sabemos todavía.
Llegados a ese punto: ¿Podremos parar ese proceso de senescencia celular? A mí me parece como de ciencia ficción, pero no sé si es algo que usted ve factible.
Realmente no nos interesa pararlo, porque ese proceso es importantísimo. Piensa que si tú suprimes el proceso de senescencia, automáticamente tendrás cáncer. La idea es evitar que estas células se acumulen de manera alarmante y a niveles que son tóxicos. Por ello, el tratamiento consiste en fármacos que las maten o que eviten su estado tóxico cuando existe una situación patológica de acumulación excesiva.
Titulares como que “vamos a vivir mil años” o que “tenemos derecho a ser inmortales”, no nos hacen ningún favor; parece que los que nos dedicamos al envejecimiento somos unos vende humos
Habrá mucha gente ahora mismo pensando en que se va a hacer inmortal con esa hipotética pastilla.
Desgraciadamente, este campo de la medicina antienvejecimiento tiene demasiada mala prensa, en muchos casos provocada por los mensajes de personajes raros que se dedican a dar titulares como que “vamos a vivir mil años” o que “tenemos derecho a ser inmortales”, declaraciones todas ellas que no nos hacen ningún favor porque parece que la gente que nos dedicamos a estudios de envejecimiento somos unos chalados y unos vende humos. Por eso a mí siempre me gusta resaltar que el objetivo no es vivir mil años ni hacernos inmortales, sino llegar en el mejor estado de salud posible a la etapa final de nuestra vida para poder disfrutar de esos años.
Un investigador me dijo que el objetivo es, si vas a vivir 90 años, llegar hasta los 89 perfectamente y de repente morirte de un día para otro.
Es así. Es cierto que durante los últimos 100 años hemos prolongado muchísimo el periodo de vida saludable. Es decir, la gente que hoy tiene 60 está en un estado de salud mucho mejor que las personas que tenían 60 hace 50 o 100 años, que eran ancianos y se encontraban en mal estado. A pesar de ello, la esperanza de vida se ha incrementado a un ritmo mucho más rápido que los años saludables, así que el objetivo pasa por ahí, por aumentar esos años saludables y que, idealmente, cuando lleguemos a nuestro final, pongamos a los 89 años, por ejemplo, no tengamos que haber pasado 15 años de penuria, sino que el deterioro sea rápido y lo más indoloro posible.