Paloma Gil, endocrinóloga: “Las mujeres han normalizado los sofocos en la menopausia, y los hombres tener barriga con la edad, pero estos síntomas no siempre son normales”
Longevity
Tanto el exceso como el déficit de determinadas hormonas puede favorecer el envejecimiento prematuro; la endocrinóloga Paloma Gil recalca la importancia del sistema endocrino en la longevidad y en la calidad de vida
La Dra. Paloma Gil.
“El déficit de hormonas sexuales hace que aparezcan síntomas que tienen que ver con el envejecimiento”, dice la endocrinóloga Paloma Gil del Álamo (Madrid, 1964). A estas alturas, a nadie se le escapa que lo que comemos, cuánto nos movemos y cómo vivimos, son factores determinantes cuando hablamos de vivir el máximo tiempo posible en las mejores condiciones de salud. Además, utilizamos términos como microbiota, ácidos grasos omega-3 o probióticos a sabiendas de que existe una relación entre estos conceptos, la longevidad y la calidad de vida. Sin embargo, en general, pasamos por alto otro factor también muy relevante: el sistema endocrino.
Y es que, a pesar de que hablamos con mucha frecuencia y familiaridad de hormonas como el cortisol, la dopamina o la insulina, lo hacemos pensando exclusivamente en el estrés, el bienestar o la diabetes, en lugar de hacerlo con un enfoque más amplio que contemple, además, el vínculo que existe entre las hormonas y la longevidad.
La endocrinóloga cuenta en su último libro, El poder invisible de tus hormonas (Aguilar, 2025), cómo entender y cuidar de nuestras hormonas es esencial para nuestra salud. Y es que tras más de 30 años trabajando en hospitales nacionales e internacionales, la doctora busca no solo seguir avanzando en la medicina hormonal, sino también pretende acercar a la gente el fascinante mundo de las hormonas, su funcionamiento y cómo podemos corregir los desequilibrios que aparecen en las distintas etapas de la vida.
La doctora pone el foco en cómo las alteraciones en el sistema endocrino pueden restar años a nuestras biografías, y nos enseña qué podemos hacer para orientar nuestra vida hacia un envejecimiento saludable.
En las primeras líneas de su libro envía un mensaje claro y contundente: “Sin hormonas no hay vida”. ¿El significado de esta frase es literal o ha exagerado un poco?
Es totalmente cierto. De hecho, el déficit de algunas hormonas es totalmente incompatible con la vida. No podríamos sobrevivir sin cortisol, sin insulina o sin hormonas tiroideas, por ejemplo. Piensa que, sin hormonas sexuales, la reproducción no sería posible, y la especie se extinguiría. Además, aunque podemos vivir con cantidades bajas de ciertas hormonas, lo hacemos a costa de nuestra salud.
Tan importantes que son y, sin embargo, todavía son bastante desconocidas para la mayoría de la gente. Al menos, en comparación con la microbiota o los probióticos…
Es cierto. En general, siempre se ha hablado poco de las hormonas. Ahora se está empezando a hacer bastante, ya que cuando hablas del estrés, hablas de cortisol, y, por tanto, hablas de hormonas, y cuando hablas de la insulina demonizándola, estás hablando también de hormonas. El problema es que muchas veces se habla de ellas demonizándolas, o con poca información, sin tener en cuenta que, al fin y al cabo, mientras hacemos cualquier cosa se están produciendo miles de reacciones gracias al equilibrio hormonal. Así que, sí, es cierto: las hormonas son fundamentales y, al mismo tiempo, son bastante desconocidas.
El déficit de algunas hormonas es totalmente incompatible con la vida; no podríamos sobrevivir sin cortisol, sin insulina o sin hormonas tiroideas
De todas ellas, ¿cuáles son las que más afectan a la longevidad?
En realidad, la mayoría. Ten en cuenta que, si cuidamos de las hormonas a lo largo de toda la vida, estamos cuidando de nuestra salud y, por tanto, estamos alargando la vida. Además, si lo vemos desde el punto de vista contrario, el déficit de hormonas sexuales hace que aparezcan síntomas que tienen que ver con el envejecimiento. Por otro lado, en los últimos 15 o 20 años, se ha visto que un déficit de la hormona del crecimiento está relacionado con un peor envejecimiento. También sabemos que tener un exceso de insulina o de cortisol, envejece.
Y, ¿cómo podemos saber, antes de que lo diga un médico, que tenemos un desequilibrio hormonal?
Muchas veces cuesta darse cuenta, ya que los síntomas, generalmente, se solapan. Es decir, la mayoría cree que los síntomas que tiene son normales porque está envejeciendo. Por ejemplo, las mujeres han normalizado que en la menopausia se tienen sofocos o fatiga; y los hombres cree que es normal que con la edad disminuya la libido o que se tenga más barriga. Ahora bien, aunque es cierto que estos signos son propios del envejecimiento, y pueden ser habituales, no siempre son normales. A veces, viene bien compararse con coetáneos para comprobar si estamos igual, mejor o peor, ya que puede ser que nuestros síntomas sean por culpa de un desequilibrio hormonal y no porque toque por edad.
El déficit de hormonas sexuales hace que aparezcan síntomas que tienen que ver con el envejecimiento
Entonces, ¿podemos envejecer sin perder el equilibrio hormonal?
Así es. Hay ciertos cambios que no se deberían considerar simplemente como efectos de la edad, como, por ejemplo, aumento de peso concentrado en el abdomen, pérdida de volumen en nalgas, disminución de masa muscular, cansancio, insomnio, cambios de humor… Estas cosas se pueden mejorar a través del estilo de vida, conociendo mejor tus hormonas, o según el caso, con tratamiento. La cuestión es que no se debe normalizar y justificar por el paso del tiempo.
Y si se produce ese desajuste, ¿qué tratamientos hay?
Los malos hábitos alteran bastante el sistema endocrino, por lo que insisto en que los cambios en el estilo de vida pueden ayudar a que tus hormonas recuperen el equilibrio. Además, las terapias hormonales sustitutivas son una buena opción. El problema es que, desafortunadamente, en los 2000 se realizaron unos estudios que demonizaron estos tratamientos haciendo que muchas mujeres, y también hombres, que podían estar en tratamiento hormonal sustitutivo, no lo estén. Además de los tratamientos hormonales, también están los farmacológicos destinados a enfermedades hormonales que no tienen que ver con las hormonas sexuales; y, por otro lado, también hay suplementos que pueden servir de apoyo para reforzar ciertas funciones, como, por ejemplo, disminuir el estrés.
¿A qué tipo de suplementos se refiere?
Hay muchísimos. Pensar que un solo suplemento es suficiente para alargar la vida o para tener un buen estado de salud es ridículo. Lo importante es elegirlos bien y que estén bien indicados. Los suplementos pueden ser una herramienta útil, pero nunca deben sustituir a una alimentación equilibrada, al ejercicio, y al descanso. Y, sobre todo, es fundamental recordar que la automedicación y el abuso de suplementos pueden generar desequilibrios. Por ejemplo, un exceso de vitamina A puede llegar a producir osteoporosis. El asesoramiento es crucial, tanto para la idoneidad de los suplementos, como para elegir un tratamiento para solucionar un desequilibrio hormonal, ya que muchas veces, la fuente de información más utilizada son las redes sociales, que hoy en día han sustituido al consejo del vecino.
Cuando hablaba de la terapia hormonal sustitutiva, lamentaba que no estuviera más extendida…
Sí, es cierto. Hay muchas mujeres que descartan este tratamiento basándose en unos estudios que relacionaban el tratamiento hormonal con el desarrollo de cáncer de mama. Sin embargo, hoy se sabe que estos estudios estuvieron mal diseñados, por lo que sus conclusiones no eran correctas.
Los malos hábitos alteran el sistema endocrino.
Hay muchas mujeres que descartan la terapia hormonal sustitutiva basándose en unos estudios que relacionaban el tratamiento hormonal con el desarrollo de cáncer de mama; hoy se sabe que no es así
En la actualidad, se ha comprobado que cuando no hay contraindicación, y llevas menos de diez años en menopausia, los tratamientos hormonales mejoran mucho los síntomas.
Por otro lado, aunque es cierto que muchas mujeres desconfían de este tratamiento y lo rechazan, también lo es que muchos médicos ni siquiera se lo proponen a sus pacientes. Si por miedo o por falta de idoneidad, dejamos fuera el tratamiento hormonal sustitutivo, ¿qué otras opciones tenemos? En el caso de las mujeres, hay tratamientos como los vaginales a base de estrógenos o de la hormona DHEA (dehidroepiandrosterona) que se han demostrado eficaces para la lubricación vaginal, algo muy importante para las relaciones sexuales, o para evitar cistitis (infecciones urinarias), y en general, para mejorar la calidad de vida de la mujer. Incluso para mujeres que han sido operadas de cáncer de mama. Por otro lado, como ya he comentado, los cambios en el estilo de vida, como hacer deporte o mejorar la dieta, pueden ayudar mucho.
¿Y el tratamiento con la hormona del crecimiento? ¿Es útil?
Se pensaba que la hormona del crecimiento solo tenía utilidad hasta que los huesos dejaban de crecer. Sin embargo, hoy se sabe que es una hormona importante para mantener la fuerza muscular o mejorar el estado de ánimo. Lo que ocurre es que hay países como Estado Unidos, en los que se hace mucho uso y abuso.
¿En qué sentido?
Si no hay déficit de hormona de crecimiento, dar un tratamiento con hormona de crecimiento con un objetivo antiaging, tiene más efectos colaterales como, por ejemplo, problemas cardiovasculares, artrosis o aumento en la predisposición a enfermedades como la diabetes o el cáncer. Por tanto, es una hormona fundamental, pero hay que tener cuidado con automedicarse. Además, hay acciones tan sencillas como hacer ejercicio, que estimulan la hormona del crecimiento, la testosterona o las mioquinas, que también te protegen el músculo, el metabolismo y el cerebro.
Más allá de los posibles tratamientos hormonales para vivir más años, ¿qué papel juegan las hormonas en la calidad de vida?
El envejecimiento saludable empieza, prácticamente, desde la infancia. Digamos que nunca es demasiado tarde para cuidarse, ni demasiado pronto para empezar a hacerlo. Y es que, el ser humano envejece porque vive. Nuestro cuerpo se va desgastando y se va oxidando de forma natural. Ahora bien, en cualquier momento podemos retrasar ese envejecimiento a través del cuidado de nuestro cuerpo, con una buena alimentación y llevando una vida activa, ya que está demostrado que el ejercicio libera muchas sustancias (hormonas) que ayudan al organismo a envejecer más lentamente. También es importante tener un estilo de vida sin estrés, estar rodeados de las personas que queremos y vivir las situaciones que deseamos. En definitiva, una vida lo más agradable posible.
Está demostrado que el ejercicio libera muchas sustancias (hormonas) que ayudan al organismo a envejecer más lentamente
Por último, no olvidemos que un factor determinante es el sueño. En los últimos años, se ha comprobado que la falta de sueño favorece el deterioro prematuro del organismo. Es muy importante dormir lo suficiente y tener un sueño de calidad.
En esta lista de “envejecedores”, habría que añadir los disruptores endocrinos. ¿Qué son exactamente?
Son sustancias químicas que están en el entorno y que interfieren en el sistema hormonal, es decir, pueden actuar, o bien imitando a las hormonas, o bien alterando su funcionamiento. En el primer caso, el disruptor se une al receptor, pero no desencadena ninguna acción porque no es una hormona, así que lo bloquea. El impacto de los disruptores en el envejecimiento es significativo porque alteran procesos hormonales como el metabolismo, el sistema inmunológico, la fertilidad, la función tiroidea... Además, pueden favorecer el desarrollo de enfermedades que envejecen como la obesidad, la diabetes tipo 2 y algunos cánceres frecuentes, como el de mama o el de próstata. También propician trastornos neurodegenerativos.
¿Dónde los podemos encontrar?
Los disruptores endocrinos están presentes en muchos productos cotidianos como, por ejemplo, en los plásticos. Por ello, no es conveniente rellenar las botellas de agua una y otra vez, o calentar los alimentos en recipientes de dudosa calidad. También aconsejo tomar precauciones con los ambientadores y con los productos de limpieza. Aunque puede no resultar sencillo librarse de los disruptores, sí se puede intentar reducir su presencia, por ejemplo, aireando las habitaciones o fijándonos en las etiquetas de los productos donde ha de aparecer la etiqueta EcoLabel.
Queda claro que las hormonas influyen en la salud física, pero, ¿también en la mental?
Desde luego. A lo largo de los años, se ha visto una clara relación entre el déficit hormonal en la menopausia y el aumento de problemas de depresión y de disminución de la agudeza mental. Aunque hay que decir que, en contraposición, también se sabe que el cerebro tiene una gran neuroplasticidad y suple, de alguna manera, esos cambios desarrollando otras partes del cerebro.
El impacto de los disruptores en el envejecimiento es significativo porque alteran procesos hormonales como el metabolismo, el sistema inmunológico, la fertilidad o la función tiroidea
Entonces, ¿solo afecta a las mujeres?
No, no. Los hombres también se ven influenciados. La bajada de testosterona se asocia con el estado de ánimo, lo que hace que estén más predispuestos a la depresión y a un incremento de la pérdida cognitiva. Hay que entender que los cambios de estado de ánimo no solo son psicológicos, también pueden ser hormonales.
En las últimas páginas de su libro asegura que estamos viviendo un presente apasionante en la endocrinología. Pero, si miramos al futuro, ¿qué podemos esperar de la medicina hormonal en cuanto a la longevidad?
Por fin se está reconociendo el papel de las hormonas en la salud, el bienestar y en el envejecimiento saludable. Yo creo que en los próximos años vamos a ver terapias hormonales más seguras y adaptadas a las necesidades de cada uno. Veremos muchos progresos en terapias hormonales para mujeres superando prejuicios antiguos, y también avances para los hombres. Además, crecerá la conciencia social acerca del cuidado de las hormonas, normalizándolo y entendiendo que no es un lujo.