Longevity

Pilar Pallás vuela en paratrike a los 84 años: “Quiero seguir teniendo sueños, aunque otros piensen que ya no toca; si me propusieran ir a la luna, aceptaría”

‘Después de los 60’

“Si me proponen algo interesante, ¿cómo me lo voy a perder?”, dice con la misma convicción con la que un día pegó carteles feministas en Zaragoza, se separó cuando casi nadie lo hacía o se apuntó a cursos de psicología

Pilar Pallás y su vuelo en paratrike

Pilar Pallás y su vuelo en paratrike

Cedida

Esta es la 73a entrega de ‘Después de los 60’, la sección de testimonios sénior donde recogemos experiencias vitales en esta etapa de la vida. Nos puedes hacer llegar tu historia a [email protected].

Desde el aire, a sus 84 años, Pilar solo ha confirmado algo que ya sabía, que la libertad no tiene fecha de caducidad. Su vuelo en paratrike no fue un gesto de valentía, sino la consecuencia natural de una vida que nunca se conformó con mirar desde abajo. “Si me proponen algo interesante, ¿cómo me lo voy a perder?”, dice con la misma convicción con la que un día pegó carteles feministas en Zaragoza, se separó cuando casi nadie lo hacía o se apuntó a cursos de psicología sin haber tenido apenas oportunidad de estudiar.

A Pilar siempre la llamaron loca. Loca por irse de su pueblo. Loca por cambiar de profesión a los 50. Loca por salir a la calle a reclamar derechos cuando muchas se quedaban en casa. Marcada de niña por la ausencia de su madre y por un entorno que describe como “profundamente machista y conservador”, decidió pronto que no iba a pedir permiso para vivir. Y ahora, desde las alturas, confirma lo que intuía desde hace décadas: que soñar no es cuestión de edad, sino de ganas. Y a ella, ganas siempre le sobraron.

¿Cómo se decidió a volar en paratrike a sus 84 años?

Cuando Isabel, la terapeuta ocupacional de la residencia dónde estoy ahora me lo propuso, me quedé un poco sorprendida al principio, pero enseguida dije que sí. Me encantan las experiencias nuevas y siempre he sido muy lanzada. Esta vez no iba a ser menos.

¿A qué se refiere cuando dice que “siempre ha sido muy lanzada”?

A que he tomado decisiones que muchos consideraban una locura. Por ejemplo, a los 50 años tenía mi vida hecha en Zaragoza y lo dejé todo para empezar de cero en Palma de Mallorca. Allí me saqué el carné de conducir, me compré un Panda, me lancé a un trabajo que nunca había hecho y comencé una vida completamente nueva.

He tomado decisiones que muchos consideraban una locura. A los 50 años tenía mi vida hecha en Zaragoza y lo dejé todo para empezar de cero en Palma 

Pilar Pallás 

84 años

Después de Mallorca se fue a vivir a Benidorm. ¿Qué encontró allí?

Antes probé vivir en Bétera, en Valencia, pero no encajé: la gente era muy cerrada y yo siempre he sido todo lo contrario. Así que volví a cambiar. Tenía una amiga en Benidorm y le pedí que me ayudara a encontrar un apartamento. Al final me quedé diez años allí; ya estaba jubilada y fue una época maravillosa, justo el tipo de vida que necesitaba en ese momento.

En Benidorm creó un grupo de baile ¿Cómo nació?

Todo empezó una tarde en la playa, con un radiocasete. Otra mujer me preguntó si quería bailar con ella y le dije que sí. Nos pusimos a movernos al ritmo de tangos y pasodobles, y la gente empezó a acercarse: “¿Podemos unirnos?”. Así, de dos mujeres improvisando junto al mar, nació un grupo enorme al que acabamos llamando Alegrías de Poniente. Todavía sigue vivo, y hasta hay vídeos en YouTube.

¿Y por qué dejó Benidorm y volvió a Zaragoza?

Empecé a tener caídas sin motivo aparente. Más tarde descubrieron que tenía Parkinson. En una de esas caídas me rompí una vértebra y mis hijos, que vivían en Zaragoza, me trajeron aquí de nuevo. Estuve primero en una residencia en el barrio de Casetas y luego me trasladaron a la Residencia Albertia Valdespartera, donde estoy ahora.

¿Fue en la residencia donde le propusieron subir en paratrike?

Sí, Isabel, la terapeuta, lo propuso a todos los residentes. Casi nadie se animó, salvo un chico y yo. Nos hicieron una entrevista y me eligieron a mí. Me hizo muchísima ilusión.

¿Le gusta volar? ¿Había volado antes?

Sí, me encanta volar. Mi primer vuelo fue a los 60 años, a Venezuela, para visitar a una tía. Luego he ido a Santo Domingo, a Nueva York… ya he perdido la cuenta. Pero el paratrike es diferente, vas al aire libre, te da el viento en la cara y la sensación de libertad es mayor.

Pilar Pallás y su vuelo en paratrike
Pilar Pallás y su vuelo en paratrikeCedida

¿Cómo recuerda el momento del despegue?

Iba muy tranquila. El piloto me hablaba por los cascos y me decía que, si me encontraba mal, bajaríamos. Creo que estaba él más nervioso que yo. Yo le repetía: “Tranquilo, que estoy bien”. Cuando aterrizamos pensé: “¿Ya se ha acabado?”. Se me hizo corto.

Desde arriba, ¿qué veía y sentía?

Veía las montañas, el punto exacto desde donde habíamos despegado y a Isabel abajo, junto a otra chica que había venido desde Madrid, de la asociación Adopta un Abuelo, que fueron quienes organizaron toda la experiencia del paratrike. Yo lo observaba todo con una calma inmensa, como si el mundo se hubiera detenido. Fue una mezcla preciosa de paz, alegría y de sentir que estaba exactamente donde quería estar.

Volar en paratrike fue una mezcla preciosa de paz, alegría y sentir que estaba donde quería estar

Pilar Pallás

84 años

¿Qué le dijo su familia cuando se enteró que iba a volar?

No me pusieron impedimentos, ya me conocen. Una nieta pensaba que era parapente y me advirtió que al aterrizar hay que correr mucho. Yo le dije: “No creo que esperen que una mujer de 84 años se ponga a correr; algo habrán inventado”. Y así fue, en el paratrike vas sentada en un carrito, sin necesidad de correr ni hacer esfuerzos.

Mucha gente cree que a cierta edad ya no toca arriesgarse…

Respeto lo que sienta cada cual, pero yo, si me proponen algo interesante, no me lo pierdo. Es verdad que la edad te va quitando fuerza física, eso se nota. Precisamente por eso, cuando aparece algo que rompe la rutina, allí estoy yo, para vivirlo, para experimentarlo y para recordar que sigo aquí.

¿Qué sensaciones tuvo después del vuelo?

Me sentí más libre, con más energía. Estas experiencias me reafirman en algo que siempre he pensado: mientras puedas, hay que seguir haciendo cosas y viviendo aventuras.

En su día a día, ¿cómo cultiva esa actitud de aprovechar la vida?

En la residencia aprovecho todo: talleres de memoria, terapia emocional, gimnasio… Voy a todas las actividades que puedo. Muchas personas se pasan el día sentadas en una silla del salón y a mí me da pena, porque creo que están desperdiciando su vida. Yo la quiero exprimir hasta el final.

Cuando aparece algo que rompe la rutina, allí estoy yo, para vivirlo

Pilar Pallás 

84 años

¿Siempre fue así de valiente y activa?

No, de niña no. Crecí en un ambiente muy machista y perdí a mi madre con solo siete años. Supongo que mi reacción a todo aquel entorno tan duro fue irme al extremo contrario: querer ser libre, pensar por mí misma y no permitir que nadie decidiera mi vida por mí.

¿En qué momento sintió, por primera vez, que podía ver y vivir las cosas de otra manera?

Un día leí en el Heraldo de Aragón una entrevista a un grupo de mujeres y pensé: “Yo respondería exactamente lo mismo que ellas”. En la entrevista aparecía la dirección de su asociación y, sin darle más vueltas, fui al día siguiente. Era la Asociación Aragonesa de la Mujer, un espacio feminista. Aquel ambiente me deslumbró. Sentí que por fin había encontrado un lugar donde hablaban mi idioma —el de la igualdad, la libertad y el pensamiento propio— y me hice socia sin saber muy bien en qué mundo me estaba metiendo, pero con la intuición de que ese era mi sitio.

Pilar Pallás y su vuelo en paratrike. 
Pilar Pallás y su vuelo en paratrike. Cedida

¿Qué significó esa asociación en su vida?

Allí encontré charlas, debates y manifestaciones por la ley del divorcio o la patria potestad compartida, cuando todo eso aún estaba por conquistar. Yo venía de ir a la piscina con mis hijos y no encajar con las demás mujeres, que solo hablaban de vestidos y revistas del corazón. De pronto descubrí un grupo que hablaba de igualdad, de derechos y de cambiar la sociedad. Sentí que, por fin, estaba con gente que pensaba como yo.

¿Cómo reaccionó su entorno más cercano cuando empezó a implicarse en aquel movimiento?

Mi familia pensaba que no estaba bien de la cabeza. Un día nos vieron pegando carteles y mis hermanos mayores me dijeron directamente: “Estás loca”. Incluso llegó a presentarse un policía en mi casa para preguntar quién era yo, aunque la asociación ya estaba legalizada. Mi marido tampoco lo veía claro: decía que me estaba “metiendo en líos” y que aquello solo me traería problemas. A veces intentaba frenarme, otras simplemente se apartaba, como si fuera una fase que se me pasaría. Pero yo sentía que no había vuelta atrás. Se había abierto una puerta que no pensaba cerrar, aunque eso significara empezar a caminar en direcciones distintas a las que ellos esperaban.

Descubrí un grupo de mujeres que hablaba de igualdad, de derechos y de cambiar la sociedad. Sentí que, por fin, estaba con gente que pensaba como yo

Pilar Pallás

84 años

Además del activismo, también se formó por su cuenta.

Me habría encantado estudiar de joven, pero mi padre me sacó del colegio a los 12 años. Aun así, me he ido formando como he podido, con cursos, lecturas y mucha curiosidad. Me apunté a la Universidad Popular siendo mayor y allí estudié sobre todo temas relacionados con la psicología, que siempre me ha apasionado.

¿Alguna autora que le marcara especialmente?

He sido seguidora de Lidia Falcón, una feminista que me abrió los ojos y cuya obra he seguido siempre. Aparte, he leído muchos textos feministas. Ahora leo, pero menos, porque me falla la vista.

Según su opinión, ¿ha cambiado mucho la situación de las mujeres desde que usted era joven?

Ha cambiado sí, pero no del todo. En la crianza y en la casa veo más igualdad, mis nietos, por ejemplo, comparten tareas y responsabilidades de forma natural. Pero aún quedan ámbitos donde casi nada se ha movido: la violencia de género continúa, incluso entre gente muy joven. Eso me duele, porque demuestra que todavía queda mucho camino por recorrer.

Historias séniors

‘Después de los 60’

En Guyana Guardian queremos recoger tu historia sénior. ¿Has cambiado de vida a los 60 y tantos? ​¿Has llevado a cabo un hito personal que te ha sacudido? ¿Has cambiado de pareja, de ciudad, de profesión o de manera de vivir? ¿Has llevado a cabo un viaje transformador o un reto personal? Nos puedes hacer llegar tu experiencia a [email protected].

¿Qué mensaje daría a las nuevas generaciones?

Que la igualdad entre hombres y mujeres no es un capricho: es justicia. No se trata de que unos manden más que otros, sino de caminar al mismo nivel, con los mismos derechos y el mismo respeto. Las cosas cambian cuando alguien se atreve a decir: ¡basta!

Tiene dos hijas y un hijo. ¿Cómo viven ellos tener una madre como usted?

Creo que a veces se sorprenden, porque me ven más adelantada que muchas mujeres de mi generación. He ido siempre un paso por delante y eso, para ellos, ha sido distinto. Pero también creo que sienten orgullo. Saben que todo lo que he hecho ha sido por vivir con coherencia y por no renunciar nunca a ser yo misma.

Creo que a veces mis hijos se sorprenden, porque me ven más adelantada que muchas mujeres de mi generación

Pilar Pallás

Pilar Pallás y su vuelo en paratrike. 
Pilar Pallás y su vuelo en paratrike. Cedida

Después del paratrike, ¿qué sueño le gustaría cumplir ahora?

Ahora, aunque físicamente no estoy en mi mejor momento, no cierro la puerta a nada. Si me ofrecieran una experiencia que me despertara curiosidad, la valoraría sin dudar. A veces lo digo en broma, pero es verdad, si algún día me propusieran ir a la luna, aceptaría, sería la primera en levantar la mano. Porque mientras pueda, quiero seguir teniendo sueños, aunque otros piensen que ya no toca.

¿Le gustaría escribir un libro sobre su vida?

Creo que tengo material de sobra: la infancia sin madre, el entorno machista, mi despertar feminista, los viajes, las caídas, el Parkinson, el paratrike… Siempre digo que “nací antes de tiempo”, porque he ido por delante de lo que se esperaba de una mujer de mi época. Y si mi historia sirve para que alguien piense, cambie o se atreva a hacer algo que desea, entonces sí que valdría la pena escribirla. 

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