Nagomi, armonía y alegría de vivir: el camino japonés hacia la felicidad

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La filosofía japonesa aboga por la aceptación de que las cosas desagradables o tóxicas forman parte de la vida: ya que no podemos eliminarlas, se trata reconocerlas y buscar el equilibrio entre lo bueno y lo malo

Fotograma de 'Perfect days'

Un fotograma de la película japonesa 'Perfect days'

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La palabra nagomu se refiere a un verbo cuyo sentido se relaciona con el alivio del estrés, la tensión, la discordia o cualquier tipo de preocupación. Algo que, por desgracia, está muy asentado en nuestras vidas. Nagomi también tiene su raíz en el término nagi, que significa mar en calma.

Desde el nagomi se trabaja la aceptación de que las cosas desagradables o incluso tóxicas siempre forman parte de la vida. Lo mismo sucede con nuestros demonios o dragones internos, aquellos que muestran nuestros miedos, heridas y carencias. No podemos desterrarlas ni aniquilarlas. Se trata de equilibrarlas, reconocerlas y buscar el balance entre lo bueno y lo malo. Al igual que lo agrio o amargo sirven para realzar el sabor de algunos platos, la superación de situaciones críticas potencia las cualidades de los buenos momentos.

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Estar en nagomi es alcanzar la paz y el equilibrio entre en el corazón y la mente

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Luz y oscuridad se complementan y hemos de saber encontrar el equilibrio en ellas. Si lo logramos, estamos más cerca de alcanzar la plenitud personal y la paz mental. Los japoneses tienen un carácter reservado, silencioso. No se pelean por las cosas, son incluso amables en la derrota y hasta pueden ser famosos por tener un perfil bajo, tal y como plantea Ken Mogi en su libro Nagomi (Urano, 2023). El silencio suele ser un camino hacia la calma mental, la no reactividad y el equilibrio emocional. Esto último es esencial para poder transitar por la vida de una forma saludable. Para ello hay que conciliar luces y sombras.

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Estamos en nagomi cuando alcanzamos equilibrio, comodidad y paz en el corazón y la mente. Desde este estado de ánimo, todo en la vida se simplifica y progresa mansamente. No hay quejas, no hay opiniones confrontadas y el ego se deja de lado. No buscamos la perfección ni la exigencia, tan sólo aceptación de lo que es. La vida y nosotros mismos contenemos un poco de todo. El estado de nagomi ofrece muchas maneras de vivir una vida más relajada, libre de estrés y resiliente. Debemos hacer las paces con nuestra manera única de afrontar la vida. No pelearnos con nosotros mismos. Aceptar y abrir horizontes. 

Podemos estar bien con los demás, aunque no sintonicemos con su forma de vida. La vía del nagomi nos enseña a entender la importancia de la combinación armónica de los aspectos que conforman nuestra vida (trabajo, relaciones, estilo de vida…). Nagomi es una forma de armonía que está por encima de la competitividad, el materialismo o el ruido que rodea nuestra sociedad. No es la panacea ni una fórmula secreta, pero este concepto filosófico japonés puede darnos pautas para mejorar nuestro bienestar.

Nos parecen especialmente significativos el tercer y cuarto punto. El nagomi es ese arte de hallar la armonía incluso en aquello que parece incompatible. Todo puede tener un sentido armónico, al igual que podemos vivir y hacer desde un estado de paz. Mitigar la reactividad, el odio y todos esos conflictos que provienen del ego, es el reto. No es fácil, pero con disciplina diaria se puede obtener y si nos descentramos, hay que persistir en la senda del nagomi.

El nagomi de los alimentos

El aperitivo Kaiseki, que mezcla vegetales y pescado, sirve en un plato de madera

El aperitivo Kaiseki, que mezcla vegetales y pescado, se sirve en un plato de madera

Una forma de practicar el equilibrio y armonía del nagomi es desde la alimentación. Es sabido que la cocina nipona es muy delicada y detallista. Entre sus tradiciones culinarias existe el kaiseki que busca componer menús con los productos que nos ofrece la naturaleza en cada ciclo del año. A partir, de ahí se busca el equilibrio entre los ingredientes y sabores que componen cada plato. No es nada fácil, más bien resulta sofisticado, pero se puede probar, adaptándolo a nuestra geografía culinaria o si se puede, viajar a Japón para aprender como lo hacen. Algas nori, arroz, sopa de miso son componentes omnipresentes en la cocina japonesa que también incluye otras joyas locales como el natto o soja fermentada. Cocinar o comer con nagomi implica que dos elementos no entren en conflicto en la boca y que los sabores se mezclen en la lengua para convertirse en uno solo, alcanzando la máxima armonía.

Otra experiencia culinaria de nagomi, más popular y conocida por nosotros, son los ramen. Estos fideos en sopa representan la máxima expresión de condimentos y elementos fusionados para crear un todo orgánico en el paladar. También el sushi busca armonizar todos sus elementos.

Sin duda, la cocina es una buena práctica para aprender esa parte del nagomi que pide armonizar todas las partes sin que éstas entren en conflicto. A partir de ahí, experiencias placenteras en el paladar y nuestro ser. Hasta los apreciados whiskies japoneses son una muestra de delicada combinación de elementos.

El nagomi de la sociedad

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La gente disfruta de bebidas y comida en un restaurante tipo pub izakaya en el distrito comercial Ameyoko, en Tokio 

ISSEI KATO / Reuters

En este contexto, el nagomi implica que las decisiones se toman siempre teniendo en cuenta los diversos elementos que afectan a la vida humana. Manda el sentido de colectividad y grupo. Por ejemplo, en la empresa o lugar de trabajo, es ese espacio donde todos están felices e implicados porque se sienten como una familia. Hay una sensación de unión, cercanía e intimidad. Hay confianza entre los empleados y las condiciones para que cada uno pueda expresar sus vulnerabilidades o lo que precise.

Si pensamos socialmente, en la economía, el espíritu del nagomi no busca el máximo beneficio, sino mitigar los conflictos políticos derivados de la economía, fomentando acciones más sostenibles y productivas El nagomi social nos aleja de las políticas identitarias, algo que es muy necesario en nuestro mundo. Deberíamos intentar colaborar y mantener una relación amistosa incluso con nuestro más feroz oponente. Entre países y sociedades, podríamos aplicar el mismo modelo. Vale la pena ver el mundo desde la otra parte, buscando armonía y conciliación de las partes. Debemos convertirnos más en mediadores y ser menos combativos.

A medida que el mundo avanza hacia estados confrontados, cada vez se hace más urgente aplicar el nagomi en la sociedad a todos los niveles, tal y como propone el neurocientífico Ken Mogi en su libro. Hay que evitar esos estados de ánimo conflictivos y el choque de ideologías. Más que pensar en derrotar a tu oponente, has de plantearte no enemistarte con nadie. Idealmente, desde el nagomi, el futuro de la civilización humana debe ser armónico y sostenible.

El nagomi del yo y las relaciones

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Dos mujeres mayores conversan en una calle de Tokio

FRANCK ROBICHON / EFE

Lo tenemos en nuestras manos, muchos de los problemas y retos del mundo moderno proceden del problema del yo. Es bueno dejar de compararnos con los demás en un sentido competitivo y aceptarnos como somos. La autoestima es buena si no nos pasamos. Si tu ego es demasiado grande, careces de compasión y la humildad para poderte relacionar con los demás. Hemos de conocer nuestros puntos buenos y malos, aceptándolos, sin más. También es bueno tener la capacidad de perdonarte y hacer lo mismo con tus relaciones.

Cuando entramos en el ámbito de las relaciones, hay que controlar las emociones porque si son excesivas pueden llevar a conflictos o sobrecargar. Es preciso estar emocionalmente equilibrados cuando nos abrimos al campo de las relaciones. Según el espíritu del n agomi e s preferible evitar la confrontación a cualquier precio. Puede haber desacuerdos o incluso discusiones, pero no llegar a romper los lazos. En el corazón del nagomi está la idea de que la relación en sí misma es lo más importante.

Por último, un gran consejo: no deberías intentar cambiar a las personas que te rodean. Hay que dejarlas ser y centrarte en convertirte tú mismo en un individuo singular. Las relaciones son evolución, la vida es cambio y es hermoso crecer juntos. La vida misma es un viaje y bajo este espíritu del nagomi también aprendemos a conciliar esa transición sin retorno de la juventud a la vejez. Ese es uno de los grandes secretos hacia la felicidad.

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