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La verdad sobre la soja: 6 mitos que la ciencia ya ha desmontado

Verdades y mentiras

¿Puede ser la proteína de la soja completa? ¿Su consumo perjudica nuestra salud? ¿Afecta a las hormonas sexuales masculinas y femeninas? ¿Se cultiva soja transgénica en España? Estas son algunas de las preguntas cuya respuesta desmonta los principales mitos sobre esta legumbre estrella

Habas de soja

Pascual

La soja es una leguminosa cuyas verdaderas propiedades siguen siendo desconocidas en gran parte de la población. Esto ha hecho que, todavía hoy, su valor nutricional y su origen haya sido foco de informaciones poco rigurosas. Sin embargo, diversos estudios han demostrado cuál es el verdadero valor de sus ricas propiedades y de los beneficios reales para nuestra salud. A continuación, se desmontan algunas de las falsas creencias más extendidas, mitos que pueden ser rebatidos desde la luz que siempre aporta la ciencia.

Mito 1: La proteína de origen animal es superior a la vegetal

Existen alimentos vegetales que cuentan con todos los aminoácidos esenciales. Es el caso de la soja, la proteína más completa entre las de origen vegetal, aunque es cierto que tiene dos aminoácidos limitantes, es decir, se encuentran pero en menor cantidad al patrón recomendado. ¿Qué más propiedades tiene a nivel nutricional? Es rica en grasas insaturadas, aporta una mayor cantidad de minerales como calcio, hierro, magnesio o zinc, y, respecto a las vitaminas, es fuente de tiamina, niacina, riboflavina, vitamina B6, E y folatos. Todas estas propiedades la convierten en un alimento nutricionalmente imbatible. ¿Por qué la proteína de origen animal no debe considerarse superior a la vegetal? Porque la OMS recomienda que una dieta equilibrada contenga una relación 50/50 entre las proteínas de origen vegetal y animal. En ese sentido, las bebidas de soja contribuyen a ese balance positivo.

Mito 2: La soja aumenta el riesgo de hipotiroidismo

Si hay un consumo suficiente de yodo, la soja no aumenta en ningún caso el riesgo de hipotiroidismo. Lo que sí corrobora la ciencia es que tan solo es preferible no ingerir grandes cantidades de soja cuando nuestra función tiroidea ya está alterada o no consumimos suficiente yodo. Al igual que las crucíferas como repollo, brócoli o coliflor, la soja contiene tiocianatos e isotiocianatos, sustancias que dificultan la absorción del yodo, por eso se debe separar unas horas el consumo de estos alimentos y el de medicación para la función tiroidea. Es más, numerosos datos clínicos muestran que las isoflavonas, incluso cuando la ingesta excede la ingesta típica japonesa, no afectan negativamente a las hormonas tiroideas si su función es normal.

Mito 3: La soja produce inflamación

La inflamación crónica está detrás de innumerables problemas de salud y una alimentación adecuada puede ayudarnos a combatirla. Algo que podemos conseguir con la soja. Según la Diet Review de la Universidad de Harvard, la dieta antinflamatoria estrella incluye frutas y verduras, grasas insaturadas, alimentos ricos en fibra como legumbres o cereales integrales mínimamente refinados, té, café, hierbas, especias y pescado azul. En ese sentido, la soja, al ser una legumbre, es interesante en dietas antiinflamatorias por su contenido en fibra, grasas insaturadas y fitonutrientes como las isoflavonas y los polifenoles.

Mito 4: La soja causa flatulencias y esto es un problema

Las legumbres pueden aumentar la producción de gases o flatulencias. Algo normal en este tipo de alimentos, a veces incluso deseable, que ocurre de forma puntual y transitoria. Esto sucede porque la soja contiene fibras y oligosacáridos fermentables y tienen una moderada-alta capacidad de crear gases. Pero esto no debe verse como algo negativo, sino más bien positivo. Estos componentes se consideran prebióticos, es decir, que pueden estimular el crecimiento de bacterias potencialmente beneficiosas en el intestino y enriquecer la microbiota.

Mito 5: La soja afecta a la fertilidad de la mujer y feminiza a los hombres

Esta es una de las falsas creencias más fáciles de rebatir. Innumerables estudios han determinado que las isoflavonas de soja se comportan como estrógenos débiles y en la mujer fértil que tiene estradiol ovárico (hormona sexual femenina) no tienen capacidad de unirse a los receptores de estrógenos. Por ello, no afectan al ciclo femenino ni a la fertilidad de la mujer. En cuanto a los hombres, varias revisiones exhaustivas de estudios científicos no han encontrado relación entre el consumo de isoflavonas y los niveles hormonales en los hombres, ya que no presentan receptores hormonales adecuados para ser estimulados por estas.

Mito 6: En España se produce soja transgénica

En Europa está prohibido el cultivo de soja modificada genéticamente. Para utilizar ingredientes modificados genéticamente (procedentes de otros países fuera de la UE), la legislación obliga a declararlo en la etiqueta del producto para facilitar la elección del consumidor y dejar claro su procedencia. Por tanto, si no se encuentra de manera clara esta declaración en cualquier producto de alimentación, significa que está libre de transgénicos.

Vivesoy, soja superior.

Pascual