Una pareja va al restaurante de Bad Bunny y no dan crédito cuando les traen la cuenta: “Lo va a pagar ella, yo me voy al baño”

Demasiado caro

En el vídeo compartido en redes sociales se muestran varias elaboraciones del restaurante, entre ellas un tiradito, makis de atún y de wagyu con plátano frito

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El matrimonio aprovechó que estaba en Miami

El matrimonio aprovechó que estaba en Miami

Dormir en Miami antes de volar a Puerto Rico se convirtió para Antonio López y Solange Janssens en la excusa perfecta para tachar de la lista un lugar que tenían pendiente. El matrimonio de influencers malagueños decidió probar suerte en Gekko, el restaurante de Bad Bunny en la ciudad, y lo contaron después en un vídeo.

El local abrió en 2022 gracias a la sociedad del artista con el empresario David Grutman y se encuentra en Brickell, una de las zonas más exclusivas de Miami. La propuesta gastronómica mezcla la esencia de un steakhouse con cocina japonesa, en un ambiente que suele atraer tanto a seguidores del reguetón como a estrellas internacionales. De hecho, en ese mismo espacio han cenado Lionel Messi y Antonela Roccuzzo.

Experiencia inolvidable

Encantados con la comida, no tanto con el precio

En el vídeo publicado en redes sociales, la pareja enseña varios de los platos que pidieron. Aparecen un tiradito, un maki de atún, otro de wagyu con plátano frito, saquitos de langosta recubiertos con “oro” y unos mini tacos de wagyu. Antonio, mientras prueba uno de ellos, comenta con ironía: “Estos mini tacos cuestan veinte euros...”.

La comida les pareció exquisita, aunque no tardaron en intuir lo que se avecinaba al final. Tras compartir una tarta de dátil, el influencer desveló la cifra de la cuenta con tono divertido: “Cenar todo esto nos ha costado por el módico precio de 386 dólares que va a pagar mi mujer... porque yo me voy al baño”. Poco después añadía entre risas que, con esos precios, lo mínimo sería que Bad Bunny se presentara a cantarles.

Las reacciones al vídeo no tardaron en llegar. Algunos internautas les recordaban que podían permitírselo, mientras que otros señalaban que 386 dólares no era tanto para un restaurante de ese nivel en Miami. “Para lo que comieron... ¡No es nada caro!”, escribía una usuaria, dando así otro giro a la conversación sobre el lujo y el coste de la experiencia.

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Al final, lo que iba a ser un simple paréntesis antes de un concierto en Puerto Rico acabó convertido en una cena que dejó la cuenta tan grabada como el sabor de los platos.

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