“¿What is this?”, pregunta con curiosidad una mujer rubia vestida de playa en el recién inaugurado Sucre Cremat (Canvis Vells, 2). “This is the most popular catalan dessert”, responden amablemente desde el otro lado del mostrador. Quien resuelve la duda es Sofía Fortuna, una de las artífices de esta tienda del Born especializada en crema catalana para llevar, que venden por cinco euros en cazuelitas individuales. Hace tres semanas que junto a su marido, Mario Quintero, abrió el que es el único local de la capital catalana con este goloso hilo conductor y no les va nada mal. “Algunos días hemos vendido 100 cremas catalanas y nuestro objetivo es alcanzar las 200”, afirma.
Aunque ella es portuguesa y él brasileño, siempre se han sentido atraídos por la cultura catalana. “La familia de Mario es originaria del Born. Su abuelo huyó a Brasil por la dictadura. Allí se casó con una brasileña, pero nunca se desvinculó de Catalunya: recetas y canciones perduraron en su hogar”. Sofía y Mario, por su parte, se conocieron en 2009 mientras estudiaban en la capital catalana. Los dos adoraban la ciudad, pero la crisis los obligó a buscar trabajo fuera de sus fronteras. Se mudaron a São Paulo, donde vivieron felizmente varios años, aunque el deseo de volver a Barcelona nunca se esfumó.
En Portugal, los pasteles de Belem están por todas partes y se generan largas colas frente a las tiendas donde los venden. Vimos que aquí no sucedía con ningún postre tradicional
Cuando regresaron en 2016, abrazaron las tradiciones y costumbres catalanas con todavía más intensidad. Hoy, aprovechan su pasión por el trail running (carrera de montaña, en español) para conocer a fondo el territorio. “No nos da tiempo a ir a otros lugares, siempre nos quedamos por aquí descubriendo pueblos. Este fin de semana vamos a Sant Llorenç de Morunys”, dice Sofía, quien reconoce ser una gran seguidora de Kilian Jornet.
Sobre por qué eligieron la crema catalana como eje central de su establecimiento, cuentan que además de gustarles mucho esta elaboración, advirtieron que había escasos negocios que la promocionaran. “En Portugal, los pasteles de Belem están por todas partes y se generan largas colas frente a las tiendas donde los venden; mientras que en Italia, ocurre lo mismo con el tiramisú. Vimos que aquí no sucedía con ningún postre tradicional”. Y se lanzaron a ello.

En este establecimiento sirven la crema catalana con un carquiñoli
Primero buscaron el local, que encontraron en el mismo barrio donde había crecido el abuelo y la bisabuela de Mario. “Era una heladería italiana y una de sus trabajadoras, Lucía, pasó a formar parte de nuestro proyecto”. Después crearon la receta, tarea de la que se encargó Sofía, quien explica que, pese a que estudió comunicación y marketing, siempre se ha sentido atraída por la cocina. “Mis padres estaban divorciados y mi madre tenía dos trabajos. Pasaba muchas horas sola y a los diez años ya cocinaba. Incluso llevaba tartas a mis compañeros de clase”.
Durante semanas, preparó más de 50 recetas de crema catalana hasta encontrar su favorita. En el proceso, las dio a probar a amigos y familiares, tanto catalanes como de otras nacionalidades. Algunos le propusieron hacer versiones de sabores. “Me negué, quería ofrecer la verdadera crema catalana”. La única licencia que finalmente se ha permitido es ofrecer algunos toppings para acompañar el postre, como pistachos o galleta Lotus. Aunque siempre deja claro que la receta típica no los lleva. “Si no nos piden nada, servimos la crema con un carquiñoli, que nos vende la pastelería El Cobo, en Tarragona. Solo un 10% de los clientes acaban sirviéndose otros toppings”.

Junto a las cremas y carquiñolis, ofrecen cafés de La Finca y ratafía L'Hòstia
El resto de ingredientes que utilizan también son de proximidad (leche y nata de Llet Nostra, Ous de l’Estany, de Girona, Sucre Bo...). Además, sirven cafés de La Finca (una marca originaria de Castelldefels), ratafía L'Hòstia y, de aquí un par de semanas, helados de crema catalana que les suministrará Delacrem.
“Es un proyecto que nace de la pasión y el cariño, y que se basa en nuestra experiencia en el sector, ya que también estamos vinculados al restaurante Arcano y hemos tenido establecimientos en Castelldefels”, cuenta Sofía, quien asegura que el recibimiento ha sido bueno. “Hace unos días pasó por la tienda un señor mayor del barrio. Estuve un rato hablando con él y practicando mi catalán. Cuando probó la crema me dijo que le recordaba a su infancia, a la que hacía su abuela. Ningún otro comentario podría haberme hecho más ilusión”.