La idea de Carmen Romero era embotellar la esencia del Mediterráneo. Y lo consiguió en 2021: inspirada por la luz, el mar y los paisajes de Ibiza, creó RobizaWine, una marca que busca ir más allá del vino para ofrecer una experiencia sensorial y muy vinculada al bienestar. “Siempre me ha interesado cómo los sentidos y las emociones se pueden expresar a través de experiencias únicas”, explica. Formada en Dirección Hotelera, marketing de experiencias de lujo, diseño de interiores y cata de vinos, Carmen ha querido unir sensibilidad y lujo con tres brebajes —Sun, Sea y Moon— producidos en Jumilla, región vinícola consolidada, que pretenden hacer reconectar al consumidor con la naturaleza y las raíces. En ese sentido, recalca que Robiza Wine prioriza la calidad y la no explotación de los viñedos para producir un vino sostenible, sin aditivos y exclusivo.
¿Qué desencadenó el proyecto?
Empezó a gestarse durante la pandemia, cuando me tocó parar mi vida frenética, no solo de trabajo, sino de fiesta constante los fines de semana, sin ningún rumbo claro y utilizando el alcohol como vía de escape. Después de cuatro meses de búsqueda y reflexión, me mudé a Ibiza por una oportunidad de trabajo en el sector de la aviación privada del lujo, y quise materializar la idea de beber desde la conciencia y el conocimiento. Ofrecer vinos que no te producen el bajón depresivo del día siguiente: veganos, eco, sin azúcares y con la histamina más baja posible. Quería que Robiza Wine fuera más que un vino: una forma de vivir en bienestar y disfrutar cada instante.
¿Por qué se eligió la región de Jumilla para vuestros vinos?
Por varias razones clave: su arraigada tradición vitivinícola, sus viñedos centenarios y un clima privilegiado que permite obtener uvas de gran pureza y carácter. Aunque se encuentra en la península, es una Denominación de Origen muy próxima territorialmente a Ibiza, lo que refuerza esa conexión natural con nuestro proyecto. Además, la bodega con la que trabajamos tiene al frente a Andrés Bastida, un enólogo de gran profesionalismo con quien, además, nos une una amistad muy especial. Jumilla es una región con historia, con un saber hacer auténtico, que aporta profundidad y calidad a nuestros vinos, y buscamos unir esa herencia con la identidad balear, más ligada al mar, la luz y la estética mediterránea. El resultado es un equilibrio entre tierra y mar: la esencia artesanal de Jumilla con el espíritu libre y contemporáneo de las Islas Baleares.
La trilogía (rosado Sun, blanco Sea y tinto Moon) tiene un concepto muy claro: sol, mar y luna. ¿Por qué ese storytelling era importante para vosotros?
Queríamos que cada vino reflejara un elemento del entorno que nos había inspirado: Sun, la vitalidad del día, Sea, la frescura del Mediterráneo, y Moon, la calma y profundidad de la noche. Este storytelling era fundamental para nosotros porque no solo transmite los colores, aromas y sensaciones de cada vino, sino también la esencia de Ibiza a través de un diseño minimalista y sostenible, capturando la pureza y la armonía de la isla en cada botella.
Tú vienes del mundo del branding de lujo y la hospitalidad. ¿Cómo se trasladan esos valores al mundo del vino?
Siempre he estado muy conectada con experiencias que emocionan y transmiten sensaciones, no solo productos. Se trata de atención personalizada, naturaleza, excelencia en el servicio y vivencias que conecten con la sensibilidad de las personas. Hay que cuidar cada detalle y pensar en cómo cada elemento genera emoción y recuerdo. Todo eso lo trasladé al mundo del vino: desde la selección de los viñedos y la elaboración de los vinos hasta su diseño minimalista y sostenible, cada botella busca ofrecer una experiencia sensorial completa, aportando algo que no es solo beber un vino, sino vivirlo.
Dar a conocer una nueva marca y llegar al público final es uno de los desafíos más grandes, especialmente cuando compites contra bodegas con más de 150 años de historia
¿Cuáles fueron los mayores desafíos que tuvisteis que superar?
Dar a conocer una nueva marca y llegar al público final es uno de los desafíos más grandes, especialmente cuando compites contra bodegas con más de 150 años de historia. La clave está en diferenciarse, ofrecer una propuesta de valor única y crear una estrategia de marketing que conecte emocionalmente con los consumidores. Además, la innovación y la autenticidad pueden ser grandes aliados para destacar en un mercado tan competitivo. De hecho, uno de los principales desafíos fue llegar a un cliente nicho que comprendiera y valorara nuestra propuesta. También hemos tenido que superar la falta de referentes y la resistencia de quienes no creían que el lujo y la innovación pudieran convivir con el vino.
¿Qué significa para vosotros el concepto de “lujo consciente” o “eco-lujo”?
Significa disfrutar de productos y experiencias de alta calidad sin comprometer la sostenibilidad ni el respeto por el entorno. Es un lujo que no es solo estético o material, sino que genera bienestar, conecta con la naturaleza y aporta valor emocional a quien lo disfruta. Creemos que el verdadero lujo hoy no puede estar separado de la conciencia ambiental, el respeto por la naturaleza y el desarrollo personal, y por eso cada decisión en Robiza sigue esos principios.
Porque cuando el consumidor busca lujo en un vino, ¿qué está buscando realmente?
El lujo ya no solo representa calidad y estatus en el vino. El cliente busca y quiere sensibilidad, emoción, pasión, inspiración y bienestar. Estas sensaciones unidas son el verdadero lujo consciente.
¿Y cómo conseguís que ese lujo experiencial sea accesible al consumidor final sin perder el posicionamiento premium?
Pasa por cuidar cada detalle y generar valor más allá del precio. Nos enfocamos en la calidad, la autenticidad y la conexión emocional, conseguimos que el consumidor perciba que está adquiriendo algo exclusivo, especial y único, pero al mismo tiempo cercano y disfrutable en su día a día. Es un lujo que emociona, que educa y que permite disfrutar de manera consciente, manteniendo siempre la esencia premium de la marca.
Los estereotipos de los vinos deben romperse, no hay que tener miedo al cambio ni a ofrecer una experiencia innovadora a los clientes
¿De qué manera se acerca alguien que quizá no está acostumbrado al “lujo del vino” a vuestra marca?
Les hacemos ver que los estereotipos de los vinos deben romperse, no hay que tener miedo al cambio ni a ofrecer una experiencia innovadora a los clientes, al revés, marcará un valor diferenciador en sus restaurantes y tiendas respecto a la competencia que solo ofrece vinos tradicionales y en la misma línea. Sin embargo, tenemos muy en cuenta nuestro nicho. Seleccionamos los lugares que están alineados con nuestros valores y clientela. Creemos que el lujo no debe intimidar: se trata de emocionar, de reconectar con los sentidos y de disfrutar de un producto que transmite calidad, sostenibilidad y autenticidad, para que cualquier persona pueda sentirse parte de esa experiencia.
Para cada uno de los tres vinos —Sun, Sea y Moon—, ¿cuál sería la ocasión ideal de consumo y con qué lo recomendarías maridar?
El Robiza Sun, nuestro rosado, lo maridaría con mariscos, pescados, sushi, pastas o cualquier plato ligero que acompañe su frescura y notas florales. Robiza Sea, el blanco, es perfecto para cenas junto al mar o momentos de relajación. Su frescura lo hace ideal para acompañar mariscos, pescados, paellas, carnes blancas, ensaladas coloridas o incluso un aperitivo veraniego, ofreciendo una experiencia ligera y agradable. Y por último, Robiza Moon, nuestro tinto, está pensado para momentos más profundos: cenas sofisticadas, noches de invierno o platos contundentes. Combina muy bien con carnes poco hechas, asadas, postres de chocolate o incluso alternativas veganas como tofu, seitán o portobellos, resaltando su cuerpo y complejidad.
¿Cuál es el “truco” o consejo que das a quien quiere disfrutar al máximo de uno de vuestros vinos en casa?
El secreto está en disfrutarlo con calma y conciencia: buena temperatura, buena compañía y un entorno que invite a sentir. Prepara una buena cena llena de colores y nutrientes con música que te haga vibrar alto y enciende una vela. Robiza no es solo un vino, es un estado de ánimo.
¿Qué tendencias emergentes en el mundo del vino de lujo estáis observando o explorando para el futuro?
Las tendencias muestran que el cliente que elige Robiza busca vinos elegantes, de mínima intervención y con un perfil fresco. Quiere disfrutar sin excesos ni tener que arrepentirse después por un dolor de cabeza o malestar estomacal. Prefiere vinos con un grado alcohólico moderado, que le permitan vivir una experiencia sensorial auténtica, innovadora y plenamente placentera.




