Ion Aramendi ha sorprendido con su cambio físico tras seis meses siguiendo la llamada ‘dieta del bocadillo’, un plan nutricional diseñado por la dietista Terica Uriol que le ha permitido perder 11 kilos sin eliminar el pan de su alimentación. Con este método, que se basa en un consumo equilibrado de carbohidratos, proteínas y grasas saludables, el presentador de Gran Hermano ha logrado redefinir su figura sin someterse a restricciones extremas. Sin embargo, algunos especialistas en nutrición cuestionan si este enfoque es realmente recomendable para el público general.
Ejercicio y apoyo, claves del éxito de Aramendi
La ‘dieta del bocadillo’ demuestra que los carbohidratos pueden formar parte de un plan de pérdida de peso
La ‘dieta del bocadillo’ defiende la idea de que los carbohidratos pueden formar parte de un plan de pérdida de peso. A diferencia de las dietas tradicionales que los eliminan, este plan sostiene que el verdadero problema no es el pan, sino los ingredientes con los que suele combinarse. En el caso de Aramendi, una planificación específica le ha permitido mantener el pan en su dieta sin afectar su progreso. “No hace falta renunciar al pan para adelgazar”, ha asegurado en varias ocasiones.
No obstante, la pérdida de peso del presentador no ha sido solo gracias a la alimentación. Además de seguir la dieta de Uriol, ha contado con el apoyo de tres entrenadores personales y de su esposa, María Amores, quien también ha perdido peso con este método. “Lo que más odiaba de las dietas era que me quitaran el pan, pero aquí te dejan comer media barra al día”, explicó Amores en sus redes sociales.
Si bien la ‘dieta del bocadillo’ se basa en la reeducación alimentaria y la selección de ingredientes saludables, algunos nutricionistas advierten que no es un modelo ideal para todos. Aitor Sánchez, experto en nutrición, señala que cualquier dieta con un nombre propio ya es una “bandera roja”, ya que tienden a centrarse en un solo alimento o tipo de receta, lo que indirectamente puede llevar a restricciones calóricas poco sostenibles.
Según Sánchez, aunque el pan integral puede formar parte de una alimentación equilibrada, centrarse en los bocadillos como base de la dieta puede ser problemático. “El pan es un alimento bastante superfluo sobre el que no tiene sentido hacer tanto hincapié. Existen fuentes de hidratos de carbono mucho más saludables, como el arroz integral, las patatas, el boniato o las legumbres”, explica. Además, advierte que en el contexto español muchos bocadillos suelen incluir cárnicos procesados y patés, lo que podría convertir esta dieta en una opción no solo poco recomendable, sino incluso perjudicial si no se diseña adecuadamente.
El caso de Aramendi ha demostrado que es posible perder peso sin renunciar a los carbohidratos, pero la clave de su éxito podría estar más en el control de porciones, el ejercicio y el acompañamiento profesional que en la inclusión del pan en sí misma. Por ello, los expertos insisten en que, antes de seguir cualquier plan de pérdida de peso, lo más recomendable es acudir a un especialista que valore las necesidades y características individuales de cada persona.