A la hora de comprar pescado, son muchos los factores que se deben de tener en cuenta, entre ellos el precio y la procedencia del producto. Y es que, típicamente existen dos variedades del animal en función de su origen: salvaje o de piscifactoría, es decir, aquel que ha sido criado en cautiverio en instalaciones controladas por los humanos.
Además del sabor, que puede verse modificado, no son pocos los indicios que demuestran la procedencia del pescado. Un pescadero experto en la materia, por su parte, ha explicado las claves a las que hay que prestar atención cuando se trata de un rodaballo salvaje, según se ha desprendido de un vídeo publicado en su cuenta de Instagram.
En el metraje, de unos pocos segundos de duración, @_pescados_rabina ha explicado algunas de estas características que se pueden ver a simple vista y que ayudarán al consumidor a decidirse por uno u otro. “¿Cómo saber si un rodaballo es salvaje por su aspecto?”, se ha cuestionado el experto en el vídeo.
Rasgos que indican que el rodaballo es salvaje
El rodaballo no es uno de los pescados que más se consumen, aunque lo cierto es que su versatilidad lo puede llegar a convertir en una gran opción para incluir en la dieta. Plano y de color pardo, este animal suele relacionarse con el tratamiento de los problemas cardiovasculares, y también es beneficioso para el sistema nervioso y la musculatura.
A la hora de diferenciar el producto, muchos consumidores se basan en el sabor, que se nota más “pronunciado” cuando se trata de un ejemplar salvaje. “Su carne es más magra y firme”, ha señalado el experto. Aun así, para saber cuál comprar también es posible diferenciar ambos pescados por su textura.
Y es que el tacto será una de las formas más fáciles de distinguir un ejemplar de piscifactoría de uno que ha vivido en libertad. “Si al tocarlo percibes unas ligeras elevaciones redondeadas (protuberancias), como si fueran motas, entonces es un rodaballo salvaje”, ha indicado.
Otras claves para saber la procedencia del rodaballo
La textura y el sabor son dos de los puntos más importantes, aunque no son los únicos que permiten distinguir la procedencia del rodaballo. A priori, también se puede descifrar su estado salvaje por el tamaño y la forma “más variados” que presentan. Esto se explica porque al estar en una piscifactoría y bajo el control humano, los ejemplares tienen unas proporciones más estándar.
Y no solo eso, sino que también es posible diferenciarlos por el color de la piel. “Los rodaballos salvajes tienen una coloración más variada y natural en la piel, con patrones y tonalidades diferentes”, ha sentenciado el experto.


