Cuando una persona empieza a trabajar en una empresa, parte de un sueldo que podría aumentar con el tiempo; o, por lo menos, esa es la expectativa inicial. Sin embargo, no es habitual pensar que vaya a bajar, aún tratándose de una posibilidad contemplada en el Estatuto de los Trabajadores. Claro que, en este último caso, va más allá de una decisión empresarial arbitraria y está sujeta a condiciones específicas.
El artículo 41 del citado texto, relativo a las modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo, es el que regula esta situación y establece los procedimientos que, tanto empleadores como empleados, deben seguir para hacer valer sus derechos. En este sentido, la reducción salarial supone un duro golpe para la economía de las familias y no es de extrañar que más de uno decida impugnar la decisión o rescindir su contrato.
“Los sueldos se suben, pero nunca se bajan”, observa el empresario multimillonario José Elías en un vídeo de TikTok compartido por ‘Dinero en corto’. “Al 98% le pides pasar de 100.000 a 80.000 euros y saldrá corriendo”. Ahora bien, esta realidad es aún más desalentadora si hablamos de personas que cobran poco más del salario mínimo interprofesional, fijado en 16.575€ brutos al año.
La reducción salarial
¿Qué dice el Estatuto de los Trabajadores?
De acuerdo con el Estatuto de los Trabajadores, la dirección de la empresa podrá acordar modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo, entre las que se encuentra la reducción del salario, cuando existan “probadas razones económicas, técnicas, organizativas o de producción”. Es decir, solo será posible si existe una causa objetiva y justificada. Por lo tanto, la compañía debe demostrar que atraviesa una complicada situación económica, por ejemplo, si ha perdido clientes o contratos.
Será entonces cuando la medida se considere legal. Y no solo eso: la empresa debe notificar esta decisión al menos 15 días antes de su efecto, así como también abrir el correspondiente período de consultas con los representantes de los trabajadores. Teniendo esto en cuenta, no puede ser en ningún caso una decisión unilateral, sino que debe existir una negociación previa y preaviso.
¿Qué pueden hacer en este caso los trabajadores? “Aceptar la medida, impugnarla ante el juzgado de lo social o solicitar la extinción de la relación laboral con derecho a una indemnización de 20 días por año de trabajo y un máximo de nueve mensualidades”, informa Legálitas. Al final, la decisión de aceptar o no esta nueva realidad depende de las circunstancias personales de los trabajadores y pone de manifiesto la “confianza mutua” entre la empresa y el empleado, según indican desde ‘Dinero en corto’.
Límites en la reducción salarial
Ni prácticas abusivas ni menos que el SMI

Dos empleados en la oficin
Aunque no existe un límite legal establecido, al que deba ceñirse una empresa cuando proceda a bajar el sueldo a sus empleados, lo cierto es que existen algunas pautas que sí debe respetar. En primer lugar, la nueva cuantía no puede estar por debajo del salario mínimo interprofesional, así como tampoco se permiten las prácticas abusivas o reducciones desproporcionadas. En estos casos, el trabajador podrá impugnar la reducción salarial para que la justicia determine si existe una causa motivada o hasta qué punto.
Ahora, si la reducción es legal, pero el empleado no está de acuerdo, puede rescindir su contrato. Esto es lo que se conoce como despido objetivo. En concreto, el artículo 52 del Estatuto de los Trabajadores establece que “el contrato podrá extinguirse por falta de adaptación del trabajador a las modificaciones técnicas operadas en su puesto de trabajo, cuando dichos cambios sean razonables”.
La situación actual es más compleja. Cada vez son más las personas que están dispuestas a renunciar a parte de su salario con tal de poder conciliar mejor su vida laboral y personal. En concreto, hablamos de un 40% de los españoles, según revela un estudio elaborado por la compañía aseguradora Aegon. Pero, este mismo porcentaje, ¿lo haría también por el bienestar de su empresa? Como decíamos, la confianza en el entorno laboral es clave, además del tiempo trabajado en la compañía, la valoración personal y las expectativas de futuro; un cómputo global que determina la aceptación o no de una repentina bajada de sueldo.