¿Quién se lleva los dividendos del turismo?

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La actitud de Ryanair, las condiciones de Booking y los efectos sobre la vivienda de Airbnb son ejemplos de que algunos operadores han alcanzado un elevado poder de mercado

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Turistas británicas en Mallorca

Cati Cladera / EFE

Una ardilla nacida en Talavera de la Reina podría pasar las vacaciones en España saltando de negocio domiciliado en el extranjero en negocio domiciliado en el extranjero. Quizá sea una exageración, pero no podrá negarse esta realidad: lo más probable es que contrate sus vacaciones en una plataforma como la holandesa Booking o la estadounidense Airbnb para alojarse en muchos casos en un apartamento de playa propiedad de un inglés, francés o alemán. Si desea desplazarse en coche de alquiler, recurrirá a buen seguro a empresas como las estadounidenses Hertz, Avis o Budget, o las francesas Goldcar y Europcar, o la alemana Sixt, alguna de las cuales le exigirá firmar un contrato con una sociedad radicada en New Jersey y un seguro con una financiera extranjera. Por descontado, Google Maps, como buen pastor luterano, le guiará hacia el más divino de todos los destinos. El destino turístico.

Si la ardilla viviese en Bristol, lo tendría incluso más fácil. Le asaltarían con publicidad de operadores como TUI, Jet2holidays o Thomas Cook para viajar a España por un puñado de libras, sin hacer gasto fuera del resort (hace unos años se puso de moda alegar al regreso intoxicación alimentaria para intentar cobrar una indemnización). Por si a alguien le interesa, Thomas Cook está ofreciendo en su web una semana en Lloret de Mar con salida desde Birminghan por 167 libras. Precio por siete noches en el hotel Bluesea Copacabana. Desayuno y avión incluidos. No se apure, en la zona hay varios bares ingleses.

¿A qué viene todo esto? España es una economía abierta, volcada en los servicios, con mención especial para el turismo. Un país que, como cuenta aquí Enric Juliana, se ha venido especializando en el asunto desde 1959, el año del Plan de Estabilización. El turismo se presenta como el gran atractivo del país, no solo por (hasta hace no mucho) sus bajos precios, sino también por la tolerancia local a los decibelios y a la sobreexplotación de los limitados recursos medioambientales. Salvo algún comando aislado de fuerzas turismofóbicas armado con festivas pistolas de agua, la llegada de veraneantes se vive con orgullo y obsesión contable. Como ocurre con los saltadores de pértiga, solo vale superar el récord anterior (esta semana Duplantis ha marcado por cierto una nueva plusmarca mundial, con 6,3 metros, la altura de un chalet de dos plantas en Zahara de los Atunes). Y la proliferación de empresas extranjeras es parte del éxito, en la medida en que añaden materia prima al potingue turístico. Una aportación constructiva, hasta que se hacen con una posición de fuerza en el mercado y empiezan a imponer sus condiciones.

El consejero delegado de Ryanair, Eddie Wilson, durante una rueda de prensa, en las oficinas de Ryanair, a 5 de septiembre de 2024, en Madrid (España). La aerolínea low cost ha anunciado sus nuevas rutas desde Madrid a Verona y Kaunas, las cuales ayudarán a incrementar el tráfico aéreo hacia la capital española en un 7%. Sin embargo, Ryanair ha alertado de que dicho crecimiento es menor que el deseado debido a las altas tasas aeroportuarias que les impone el operador público Aena.

El consejero delegado de Ryanair, Eddie Wilson 

Fernando Sánchez - Europa Press / Europa Press

Sí, todo esto viene por Ryanair. La aerolínea irlandesa ha vuelto a ganarse los titulares del verano con su decisión de retirar un millón de plazas de los aeropuertos regionales españoles debido a la subida de tasas prevista por Aena, del 6,5%, equivalentes a 68 céntimos por pasajero. Es un importe que podría repercutir sin problemas al cliente, máxime cuando Ryanair obtiene beneficios en todos sus destinos (no informa al menos de que incurra en pérdidas, y mira que se lo preguntan una y otra vez los periodistas). Sin embargo, ha preferido optar por el populismo y buscar la confrontación directa, ya sea contra “el monopolio dirigido por expolíticos” Aena o contra el ministro Pablo Bustinduy, a quien llama "loco comunista" y retrata ataviado con las prendas de un payaso.

Entre cabriola y cabriola, Ryanair ha deslizado dos nuevas amenazas. La primera: las subidas de tasas ponen en riesgo sus milmillonarias inversiones en España. Estas inversiones son sobre todo en la compra de aviones, lo que tiene algo de evanescente. Un avión no es una fábrica de baterías eléctricas. Es la instalación más fácilmente deslocalizable. Solo hace falta arrancar los motores y pedir pista de despegue. La segunda, que tampoco acaba de comprenderse: el presidente, Michael O'Leary, ha amenazado con retirar otro millón de asientos en verano del 2026, dando a entender que no hay operadores alternativos capaces de reemplazarlo. ¿Se imaginan a Seat o Ford anunciando que retirarán un millón de coches de los concesionarios para castigar al Gobierno? Hay que tener mucha confianza en tu poder de mercado para decir eso. Una de dos, o exagera o nos hallamos en un entorno de escasa competencia, de modo que la CNMC no necesitaría más indicios para actuar de oficio. Es lo que el presidente de Aena, Maurici Lucena califica de "chantaje".

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Como comenta aquí Maite Gutiérrez, Ryanair y Aena están condenados a entenderse. La aerolínea no deja de crecer en España pese a haber retirado ya 800.000 plazas en los aeropuertos regionales españoles. Es la primera del país, con un 21% de cuota, por delante de Vueling, Iberia o Air Europa. Y también la forma más barata de viajar a Europa, una vez aceptadas las torturas contractuales. Para Aena, el argumento para subir las tasas es que lleva años sin hacerlo y que, pese al incremento, sus aeropuertos seguirán siendo más competitivos que los del resto de Europa. El dinero es esencial para abordar los planes de aumento de capacidad previstos en El Prat y Barajas. Ayer mismo, Pedro Sánchez anunció que Aena prevé invertir 13.000 millones en la mejora de los aeropuertos hasta el 2031, lo que supone una cifra inédita, informa Enrique Bolland. ¿Será el preludio de de nuevas subidas de tasas y un enfrentamiento con las aerolíneas?

Pero la pregunta es otra: ¿quién se lleva los dividendos del turismo español? La suscitan el caso Ryanair y los periplos veraniegos de la ardilla del primer párrafo. Antes de nada, unos datos. Según algunas estimaciones, el turismo podría aportar este año 260.500 millones de euros al PIB español, el 16%. ¿A quién no le apetece meter la cuchara en esta enorme tarta? Los últimos cálculos de Frontur y el INE muestran que la llegada de turistas aumenta este año a tasas del 4%. Récord sobre récord. Toneladas y toneladas de crema protectora factor 50. Si la cosa sigue igual, España superará en el 2025 los 90 millones de visitantes por primera vez en su historia. ¡El turismo genera casi 3 millones de puestos de trabajo! Toda una pedrea para el conjunto de la economía española.

Sin embargo, en esta enorme mina de oportunidades al aire libre en la que parece haber espacio para todos también se dan algunos casos de elevado poder de mercado. No solo ocurre con Ryanair, también con las grandes plataformas digitales de alojamiento y sus endiablados algoritmos. Son las que canalizan y reparten las riadas de turistas por los dormitorios de España.

Los dos grandes ejemplos:

Booking. Tan útil y práctica como controvertida. La plataforma holandesa ha sido sancionada con 413 millones de euros por la CNMC por abusar de su posición de dominio. A la espera del dictamen de los tribunales (la Audiencia Nacional ha paralizado el proceso), sería la mayor multa aplicada en España a una empresa por la autoridad de competencia. Como comenta aquí Fernando H. Valls, la empresa se lleva una comisión media del 15% por intermediar en su plataforma. Sí, un 15% de todo lo que se mueve en hoteles, apartamentos o casas rurales. A eso se suman condiciones a menudo draconianas, entre ellas una cláusula que impide vender habitaciones por debajo del precio ofertado en la propia plataforma o la que obliga a resolver cualquier litigio en los tribunales holandeses. En su web se publicitan casi 200.000 alojamientos de España. Eso es poderío. Como cuenta Blanca Gispert, más de 10.000 hoteles europeos se han unido para batallar en los tribunales contra Booking.

Airbnb, dormir barato en otra ciudad a costa de que el precio del alquiler se dispare en la tuya. Lo que comenzó como inocuo intercambio de casas entre jóvenes idealistas ha acabado poniendo patas arriba el trasiego de maletas en el centro de las grandes ciudades. Y encareciendo la vivienda. El INE calcula que hay cerca de 400.000 viviendas turísticas en España. Varía por países, pero por lo general Airbnb se lleva entre el 17% y el 19,5% del precio final. En su web asegura que el anfitrión paga el 3% (lo suyo es repercutirlo al cliente final) y el huésped entre un 14% y un 16,5%. No está mal. Con el nuevo registro de alquileres temporales y turísticos, el Ministerio de Vivienda ha instado a las plataformas a retirar casi 54.000 pisos, informa Fernando H. Valles. Mientras, el Ministerio de Consumo prepara una posible multa de 110 millones a Airbnb por no retirar anuncios de viviendas turísticas ilegales (busquen la palabra Spain en este documento).

Gabriel Escarrer Jaume preside el grupo Melià Hotels International

Gabriel Escarrer preside Melià Hotels International

LV

Por debajo de estas plataformas de alojamiento se encuentran los touroperadores, agencias de viajes, hoteles o aerolíneas. Ahora sí, muchos de ellos son españoles. Llevan funcionando varios lustros antes de que aparecieran Bookig o Airbnb. Más abajo, y más sobre el terreno, se hallan el restaurante, la cafetería, la heladería, el chiringuito de playa, el museo de cera y el parque acuático. Es allí donde el turismo alcanza su máximo grado de capilaridad. Completan este inagotable maná de experiencias que a tanta gente da de comer.

Ellos también se llevan los dividendos del turismo.

Los hoteleros. La consultora Savills calcula que los diez principales operadores cuentan con unas 150.000 habitaciones en España. Son por este orden Meliá, Barceló, Eurostars, Marriott, Hyatt, Accor, IHG, Riu, H10 y Minor. Súmese a ellos otros grupos como el mallorquín Piñero o los barceloneses Hotusa y Hesperia. Pese a las recientes operaciones, de las que habla aquí Gabriel Trindade, y el creciente peso de inversores extranjeros, con firmas como Blackstone o Goldman Sachs en primera línea, destaca la trayectoria de éxito de varias familias españolas, con mención especial a las baleares. Fundada por Gabriel Escarrer Juliá en 1956, la mallorquina Meliá es el líder (aquí Elisenda Vallejo entrevista al actual presidente). También con sede en Palma de Mallorca, Barceló lleva tres generaciones en manos de la familia homónima. Otra destacada familia balear de hoteleros, los Riu, tiene en el touroperador alemán TUI un firme aliado. Luego está Paradores, claro, pero eso es otra historia.

Las aerolíneas. Tras el golpe de la pandemia, llevan desde el 2023 en estado de gracia. Al margen de Ryanair, hay planes de futuro. Iberia ha anunciado que invertirá 6.000 millones hasta el 2030 para potenciar el hub de Barajas (aquí no son solo aviones). Mientras, conserva un 20% en Air Europa, cuya adquisición quedó hace tiempo descartada. Es ahora Turkish Airlines la que se hará con el 27% de Air Europa, en la que Iberia conservará su 20%, frente a la participación mayoritaria de la familia Hidalgo. Vueling y Level, ambas como Iberia pertenecientes a IAG, potencian su presencia en El Prat, con la segunda muy atenta a la ampliación del aeropuerto para elevar sus conexiones internacionales. La low cost Volotea, la canaria Binter o la regional Air Nostrum también revolotean en los aires españoles.

Touroperadores y agencias de viajes. Los canales digitales y las grandes plataformas internacionales son un desafío, pero los touroperadores siguen teniendo su nicho. Hay empresas españolas de éxito como la agencia online Edreams, que capitaliza más de 1.000 millones de euros y que se nutre de los viajes de avión mayoristas que le ofrece el no tan conocido y muy pujante grupo español Amadeus (se habla poco de esta empresa participada por las aerolíneas, que forma parte del Ibex y que vale más de 30.000 millones de euros). Otras empresas que frecuentan el noble arte de planificar vacaciones son Ávoris (vendida por los Hidalgo en su momento a Barceló), Destinia, Viajes El Corte Inglés, Travel Live (antes Wamos) o Travelplan. Su especialidad es en realidad la de llevar a los españoles fuera de sus fronteras.

En fin, ¿qué decir en conjunto de las empresas españolas del turismo? Que lo pasaron muy mal con la pandemia y que ahora recuperan con creces el terreno perdido. ¿Se acuerdan de los rescates de la SEPI? Wamos, Ávoris, Hotusa o Hesperia ya han devuelto por adelantado la ayuda. Air Europa prevé hacerlo con los 475 millones recibidos cuyos intereses crecientes no tardarán en llegar al 9%. Lo hará en cuanto entren los inversores turcos en su capital.

Nada más. No está claro quién fue el primer turista de la historia, si bien estaremos de acuerdo en que Ulises, en su viaje de regreso a Ítaca tras la guerra de Troya, tuvo ocasión de ver mundo y comportarse como un guiri homologado en los escasos momentos en los que los dioses le dejaron en paz. Al parecer, los estudiosos de la materia coinciden en que Thomas Cook organizó en 1841 el primer viaje de este tipo conforme a los estándares modernos. Hoy en día ya es posible practicar el turismo espacial a lomos de una de las naves de Jeff Bezos y contaminar en un día tanto como un humilde mortal a lo largo de toda su vida. Un gran avance. Mientras, nosotros, picoteados de contradicciones, nos escamamos de las riadas turísticas de las que algún día, con un poco de suerte, formaremos parte. Y luego está el placer de hacer turismo en nuestra propia ciudad, convertidos en flaneurs, en paseantes ociosos que se dejan llevar por sus propios pasos, sorprendiéndose por los cambios más sutiles y el descubrimiento de las calles pendientes de transitar.

Por cierto, ahora que estamos en la intimidad del último párrafo, el lugar donde nunca llega ningún turista. ¿Han notado que el consejero delegado de Ryanair, Eddie Wilson, tiene nombre de componente de los Beach Boys? Sí, de esa banda californiana formada por los hermanos Brian, Carl y Dennis Wilson. Una de sus canciones se llamaba God Only Knows. Solo Dios sabe cuánto necesita Ryanair a España.

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