Mientras la presión sobre Venezuela se intensifica, con continuos bombardeos en el Caribe y capturas de petroleros, Donald Trump incrementa su empeño en obtener el dominio sobre Groenlandia.
El mandatario de Estados Unidos comunicó el domingo a través de su plataforma social la designación de Jeff Landry, actual gobernador de Luisiana, para que actúe como su representante especial en la isla danesa. Dicho territorio, que el empresario visualiza como crucial debido a su emplazamiento en el Ártico y sus abundantes recursos naturales, ha estado bajo la sombra de una posible incorporación durante varios meses.
“Jeff comprende lo esencial que es Groenlandia para nuestra seguridad nacional y promoverá con firmeza los intereses de nuestro país en materia de seguridad y supervivencia de nuestros aliados y, de hecho, del mundo”, declared the Republican in his statement. For his part, Landry assured on X that it was an honor to work “un honor” “para que Groenlandia forme parte de EE.UU.”.
Como era previsible, el movimiento de Trump ha disparado todas las alarmas.
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, y su homólogo groenlandés, Jens-Frederik Nielsen, emitieron esta mañana un comunicado conjunto para recordar que la soberanía territorial está protegida por el derecho internacional. “Groenlandia pertenece a los groenlandeses, y EE.UU. No debería apropiársela. Esperamos respeto por nuestra integridad territorial común”, reza el texto.
Además, el ministro de Asuntos Exteriores de la nación nórdica, Lars Løkke Rasmussen, expresó su “profundamente disgustado” ante la designación y las afirmaciones de Landry, y citó al embajador de Estados Unidos para solicitarle aclaraciones.
El 17 de septiembre, fuerzas militares danesas tomaron parte en maniobras efectuadas en Groenlandia.
Este capítulo marca el final de una prolongada sucesión de fricciones entre dos naciones aliadas en la OTAN, que en la actualidad, debido a la política expansionista de unos EE.UU. Que ansían dominar todo el hemisferio occidental, se perciben más como adversarios acérrimos.
Tras su victoria en las recientes elecciones presidenciales, Trump ha reiterado continuamente la urgencia de adquirir Groenlandia, ya sea mediante un pacto financiero o por medios bélicos.
Como parte de su estrategia de presión, el republicano envió el pasado marzo a su vicepresidente, J. D. Vance, de visita a la isla, a la base militar estadounidense de Pituffik. Aquel viaje generó un gran revuelo: tanto las autoridades groenlandesas como las danesas lo vieron como una provocación, y Vance no hizo nada por calmar las aguas. Es más, durante su estancia dijo que Dinamarca se había “desentendido” de su territorio semiautónomo, y que EE.UU. Debería anexionarse la isla para mantenerla “a salvo” de la creciente influencia rusa y china en el Ártico.
La cuestión perdió impulso en los meses posteriores, pero en agosto las tensiones resurgieron al trascender que al menos tres individuos vinculados a Trump habían ejecutado operaciones encubiertas de influencia en Groenlandia con el fin de erosionar las conexiones de la isla con Copenhague.
De aliado a amenaza
Las agencias de inteligencia danesas perciben a Estados Unidos como una amenaza para la seguridad nacional.
Dada esta trayectoria, no sorprende que los servicios de inteligencia daneses catalogaran a EE.UU. Como una amenaza a la seguridad en su reporte anual, divulgado hace dos semanas. Aunque ese documento no nombraba directamente a Groenlandia, advertía que la Casa Blanca emplea su influencia económica, política y tecnológica para ejercer presión sobre adversarios y aliados por igual, una situación antes impensable.
Las autoridades danesas seguramente están compilando un informe detallado sobre Landry, un seguidor de Trump de 54 años que frecuentemente ha manifestado su adhesión a una perspectiva imperialista en la política exterior de Estados Unidos. En su nuevo rol como representante especial, Landry no solo enfrentará la observación atenta de los funcionarios de Copenhague, sino que también será recibido con hostilidad por los propios habitantes de Groenlandia.
De acuerdo con una investigación difundida por el periódico semanal Sermitsiaq en enero anterior, apenas un 6% de los residentes de la isla apoyaría una posible incorporación a EE.UU., mientras que un 85% se opone. Por lo tanto, el gobernador actual de Luisiana tiene un desafío considerable por delante.

