Mantener viva la llama del amor es uno de los grandes retos a los que se enfrentan todas las parejas, especialmente en las relaciones de larga duración. El periodo de enamoramiento, según la ciencia, suele durar entre seis meses y dos años. Pasado ese tiempo, la pasión intensa y el deseo irracional dan paso a un amor más sereno, estable y maduro.
La transición hacia esta nueva etapa no siempre es sencilla. Para muchas parejas, supone el fin de la idealización: se desdibujan las fantasías y empiezan a aflorar los defectos, las diferencias y los hábitos reales del otro. Es entonces cuando algunas relaciones se resquebrajan al descubrir una falta de compatibilidad. Otras, en cambio, eligen apostar por la construcción de un vínculo más profundo, basado en la confianza, el compromiso y el conocimiento mutuo, más allá del hechizo de la pasión inicial.

Cuando el amor llega en la madurez, la relación que se establece es diferente
Arthur C. Brooks, escritor, economista y profesor en la Universidad de Harvard, es una de las voces más influyentes en el ámbito del bienestar, el liderazgo y la felicidad. Durante años, ha estudiado qué factores hacen que algunas parejas sean más felices y duraderas que otras. En uno de sus últimos vídeos en redes sociales —donde divulga sobre crecimiento personal y relaciones— ha compartido dos claves fundamentales que, según su experiencia, garantizan el éxito en las relaciones a largo plazo.
Si sigues esas dos reglas, la biología estará de tu lado, en lugar de estar del lado de otra persona
Según Brooks, uno de los principales enemigos de las relaciones no es la falta de amor, sino la distancia física y emocional. “Las relaciones suelen deteriorarse cuando las parejas dejan de tocarse y de mirarse a los ojos”, afirma. Gestos tan sencillos como una caricia, un beso, un abrazo o un apretón de manos pueden tener un impacto profundo, ya que favorecen la liberación de oxitocina, conocida como la “hormona del amor”.
Esta sustancia química no solo refuerza el vínculo emocional entre las personas, sino que también reduce los niveles de estrés y ansiedad, y aumenta la sensación de bienestar y seguridad. Por ello, Brooks invita a las parejas que deseen reconectar a recuperar el contacto físico y a mirarse directamente a los ojos cada vez que se vean.
Aunque reconoce que una relación duradera exige muchos otros cuidados y compromisos —como sacar la basura, vaciar el lavavajillas o no acostarse con un compañero de trabajo—, Brooks concluye que estas dos acciones simples pueden marcar la diferencia: “Si sigues esas dos reglas, la biología estará de tu lado, en lugar de estar del lado de otra persona”.