Nuestro bienestar es clave para poder afrontar el día a día con relativa normalidad. En una sociedad cada vez más revolucionada en múltiples ámbitos, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados ante los distintos rompecabezas de la jornada. Sin embargo, la mente es un elemento que se tiene poco en cuenta. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Sobre esta cuestión, una de las figuras más conocidas por sus declaraciones es Mario Alonso Puig, doctor y fellow en cirugía por la Harvard University Medical School. El madrileño comparte sus conocimientos en entrevistas, conferencias y redes sociales, donde cuenta con millones de seguidores. Una de sus últimas reflexiones se centra en los avances de la neurociencia, concretamente en su especialidad: el ámbito del cerebro.
“Imaginaros hace ya unos cuantos años mirando el tamaño, la forma de la cabeza para intentar deducir qué tan inteligente era una persona. Quizá os parezca sorprendente, pero esto es lo que sucedía en la época de Fowler y hubo todo un movimiento, incluso coleccionaban sombreros, de alguna manera que registraban la envergadura de la cabeza. Esto obviamente es una gran tontería, pero en aquella época no lo parecía”, expresaba.
“Hoy sabemos, por supuesto, que capacidades como la inteligencia, la creatividad, el espíritu emprendedor, no solo dependen de la estructura cerebral, sino de qué tipo de pensamientos tienes tú. Pensamientos positivos, pensamientos que invitan a la ilusión, que invitan a la exploración, favorecen la formación de nuevas conexiones neuronales y te hacen realmente una persona más inteligente y creativa”, añadía.
Pasos al frente
“Pensamientos pesimistas, donde solo te fijas en lo que no funciona en tu vida y te hacen caer fácilmente en la sensación de impotencia y desesperanza, evitan precisamente que ese cerebro te pueda ofrecer su mejor versión”, sentenciaba. Recientemente, Alonso Puig también se pronunciaba sobre nuestras herramientas para salir adelante, y cómo las tenemos preinstaladas en nuestro sistema desde un principio.
“Cuando yo estaba plenamente en el mundo de la cirugía, algunas personas hicieron un comentario muy agradable para un médico, que es decir: ‘Medicina, la profesión más importante del mundo’. Y yo recuerdo que decía: ‘No, es la educación’. Se quedaron un poco sorprendidos, ¿cómo es posible? Sí, porque tú con la cirugía puedes cambiar un hecho puntual la patología, tumor, extirpas, bien. Pero es que con la educación puedes cambiar una vida”, comentaba.