Las temperaturas elevadas de estos días mantienen a buena parte del país bajo avisos por calor extremo. En las horas centrales, el asfalto alcanza cifras que duplican las del termómetro y el aire se vuelve seco, lo que incrementa el riesgo de deshidratación.
En estas condiciones, el organismo pierde líquidos con rapidez a través del sudor y la respiración, incluso sin actividad física intensa. Beber agua con frecuencia resulta esencial para mantener un equilibrio adecuado y evitar problemas asociados a la pérdida de fluidos.
Falta de agua
El cuerpo avisa antes de que aparezca la sed con señales que no siempre se reconocen
La nutricionista Ana Amengual explicó en su cuenta de Instagram que algunas señales que aparecen antes de la sed pueden indicar que el cuerpo necesita hidratarse. Entre ellas citó la dificultad para concentrarse o una sensación de pesadez mental. Añadió que, en ocasiones, el hambre que parece aparecer entre comidas puede ser en realidad una necesidad de agua y no de alimento.
Amengual también señaló que el color y la frecuencia de la orina ofrecen pistas claras sobre el nivel de hidratación. Un tono más oscuro o una menor frecuencia de micción suelen asociarse a una ingesta insuficiente de líquidos. La especialista recomendó, siempre que sea posible, optar por agua mineral para reponer tanto el líquido como los minerales que se pierden con la sudoración.
El uso prolongado de aire acondicionado, frecuente en jornadas de calor intenso, puede engañar sobre la necesidad de beber. Aunque reduzca la sensación térmica y la transpiración visible, el aire frío reseca las mucosas y puede contribuir a la pérdida de humedad corporal. Según Amengual, mantener un humidificador en espacios cerrados ayuda a reducir ese efecto y a conservar un nivel de hidratación más estable.
Entre las pautas que propuso, insistió en tener siempre a mano una botella rellenable, ya sea en el lugar de trabajo, en casa o al desplazarse. Mencionó que los recipientes de acero inoxidable mantienen la temperatura del agua durante más tiempo, algo útil en días especialmente calurosos. También aconsejó prestar atención a la propia sensación física para decidir la cantidad de agua que se ingiere, adaptándola a las necesidades de cada momento.
Estas recomendaciones cobran especial relevancia durante una ola de calor, cuando el riesgo de deshidratación aumenta incluso en actividades cotidianas y en personas que no realizan esfuerzo físico intenso.