Arantxa Arana, dermatóloga: “El callo solar es la creencia de que cuanto más te achicharres, menos te achicharrarás después... pero es falsa”

Mito

Decenas de personas confían todavía en la idea de que la piel puede “acostumbrarse” al sol, como si existiera una especie de resistencia adquirida tras varias jornadas de enrojecimiento y calor

Ana Molina, dermatóloga: “El tiempo que hay que tomar el sol depende de nuestro fototipo, no se puede generalizar”

Arantxa Arana, dermatóloga

Arantxa Arana, dermatóloga

Las conversaciones de verano suelen dejar hueco para mitos que parecen tener lógica, pero que acaban generando más problemas que beneficios. Entre ellos circula la idea de que la piel, igual que un músculo en el gimnasio, se acostumbra al sol si se expone poco a poco hasta que deja de quemarse.

A esa supuesta adaptación se le ha puesto un nombre reconocible, el callo solar, y se repite cada año cuando empiezan los días de playa o de piscina. El concepto sugiere que una piel que ha sufrido rojeces iniciales quedará preparada para el resto de la temporada, como si hubiera ganado resistencia frente a la radiación.

La piel es vulnerable

La falsa sensación de seguridad retrasa el uso de protectores

La dermatóloga Arantxa Arana explicó en su perfil de Instagram que esta creencia se basa en una idea errónea y que, lejos de proteger, expone a un riesgo mayor de lesiones cutáneas. En sus palabras, “el callo solar es la creencia de que cuanto más te achicharres, menos te achicharrarás después... pero es falsa”.

Según detalló, la piel no desarrolla una tolerancia progresiva que permita evitar quemaduras, sino que cada episodio de exposición sin protección deja un daño acumulativo.

Arana advirtió que la radiación UVA está clasificada como carcinógeno humano, lo que significa que puede provocar cáncer de piel incluso cuando la exposición es intermitente. Un bronceado visible o una quemadura solar indican que se ha producido una alteración en el ADN de las células cutáneas, un efecto que se va sumando con el tiempo. Recordó que el organismo no “olvida” esos episodios y que la piel mantiene un registro de las agresiones recibidas a lo largo de los años.

La especialista incidió en que no existe un bronceado seguro y que la única forma de reducir el impacto de la radiación solar es mediante medidas de protección constantes. Esto implica aplicar crema con factor alto de forma generosa y frecuente, cubrirse con ropa adecuada y evitar las horas centrales del día, cuando la radiación es más intensa. Además, remarcó que estas pautas deben cumplirse durante todo el año, no solo en vacaciones, ya que la radiación alcanza la piel incluso en días nublados.

Lee también

Ana Molina, dermatóloga: “El sol es malo para el acné porque lo que hace es bajar las defensas de la piel, y eso le da cancha a las bacterias para que crezcan más”

Manuel López Chicano
Ana Molina, dermatóloga:

Concluyó señalando que la falsa sensación de seguridad que provoca el callo solar puede llevar a descuidar la protección y a aumentar la exposición. La evidencia científica muestra que cada minuto sin protección cuenta, y que el cuidado diario es la herramienta más eficaz para prevenir daños que, en muchos casos, solo se manifiestan años después.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...