Muchos padres, así como otras figuras en posición de poder, recurren al castigo como medio para corregir comportamientos o imponer disciplina, convencidos de que es la solución más rápida para obtener resultados y mantener el orden.
Sin embargo, los expertos en salud mental y crianza advierten que este enfoque puede generar consecuencias negativas a largo plazo, como ansiedad, baja autoestima y problemas de regulación emocional. En los últimos años, numerosos psicólogos han señalado que las estrategias basadas en la comunicación, el establecimiento de límites claros y el refuerzo positivo son las más favorables para la persona a la que se quiere corregir.

Padre e hijo discutiendo
En una publicación en Instagram, el psicólogo Carlos Pardo profundizó sobre esta dinámica presente en tantas familias y explicó que el uso del castigo es un tema muy polémico entre los profesionales del sector.
''El castigo no funciona porque puede provocar que la situación y las personas relacionadas con el estímulo aversivo (insultar, pegar, regañar) produzcan una respuesta de evitación en la persona castigada. Además, enseña lo que está mal, pero no lo que está bien. Su eficacia es transitoria y depende de la persona que lo aplique y las circunstancias'', explicó el experto.
Además, el terapeuta señaló que castigar puede tener graves efectos secundarios emocionales, como miedo, ira y ansiedad. Asimismo, defendió que los niños suelen imitar a los adultos, por lo que, si se acostumbran a la violencia y a las amenazas, posiblemente repitan esos patrones con las personas de su entorno.
Antes de finalizar, explicó que el castigo puede estar justificado en determinadas situaciones y puso como ejemplo el caso de una persona con alteraciones cognitivas cuya salud está en riesgo debido a su comportamiento. No obstante, señaló que no es necesario recurrir a castigos muy violentos; se puede utilizar un spray con agua o decir de manera contundente 'no'.
Un lugar seguro
Los estudios sobre el desarrollo de la personalidad demuestran que crecer en un entorno seguro es esencial para el bienestar emocional de cualquier persona. Por este motivo, recurrir al castigo, a las amenazas o a la violencia rompe la confianza y la sensación de estar en un espacio de calma y protección.
Expertos reconocidos como Milena González y Alberto Soler insisten en sus intervenciones públicas en que los padres o tutores deben corregir a sus hijos desde el amor, la paciencia y la empatía, manteniendo conversaciones difíciles y buscando herramientas para transmitir el mensaje de manera adecuada.