Por medio de la digestión, el organismo es capaz de procesar y transformar los nutrientes de los alimentos que se ingieren, que serán destinados a cumplir con diversas funciones esenciales. Dado que está directamente vinculada con el bienestar del cuerpo, cuidar y optimizar la digestión representa un factor determinante para la salud. Para ello, la alimentación de una persona supone un gran condicionante. Puesto que hay alimentos que ayudan a digerir mejor las comidas, mientras que otros complican esta tarea, como puede ser el caso de las frituras o los alimentos muy grasos. Además, cabe destacar que no se trata de alimentos puntuales, sino de todos aquellos que conforman la dieta en su conjunto.
Sin embargo, la alimentación no es lo único que puede estar afectando al proceso digestivo, también existen otros condicionantes que hay que tener en cuenta. “No es casualidad que un alimento te siente bien un día y al siguiente te hinche. El intestino responde no solo a lo que comes, sino también a tu estrés, energía y estado del sistema nervioso”, explica Inma Borrego, profesional sanitaria y experta en digestión.
¿Qué puede estar afectando a tu digestión?
El médico Roberto José Cantú, en un vídeo publicado en su perfil de la red social de TikTok, habla sobre algunas de las posibles causas que pueden estar detrás de una mala digestión y que no se relacionan directamente con la alimentación. Uno de los más frecuentes tiene que ver con estar pasando por una situación de tensión y nerviosismo. “Si tú te estresas, tu intestino también, y te lo va a demostrar con dolor, inflamación o gases, entre otras cosas”, explica el especialista.
La falta de sueño también supone un factor relevante en lo que respecta al proceso digestivo. “Tu microbiota también necesita descansar, y dormir menos afecta el equilibrio de estas bacterias que son buenas”, señala el experto. Un estudio elaborado por un equipo del Centro Médico de la Universidad George Washington, publicado en la revista especializada ‘Gastroenterology&Hepatology’, relaciona la privación del sueño y la mala calidad de este con problemas gastrointestinales, como puede ser el reflujo y la inflamación, entre otros.
Muchas personas cometen el error de comer rápido, un hábito que igualmente conlleva efectos negativos sobre la digestión, advierte Roberto José Cantú. “Es como mandar comida al organismo sin el debido procesamiento y, por lo tanto, todo se vuelve más difícil de digerir”. Por otro lado, al comer rápido también se ingiere más aire, que trae consigo malestar y molestias como los gases o la sensación de hinchazón.


