Patricio Ochoa, experto en longevidad “En las Navidades tu cerebro necesita oxitocina para regularse y eso se activa con cercanía y no con películas navideñas”
Navidad
La Navidad es una de las fechas más esperadas del año, ya que simboliza reencuentros y celebración

Patricio Ochoa, experto en longevidad.

La Navidad es una de las fechas más esperadas del año, ya que simboliza reencuentros y celebración. Sin embargo, para muchas personas, estas fechas traen una sensación ambigua; una mezcla de felicidad y melancolía que aparece incluso estando rodeados de gente.
El experto en longevidad Patricio Ochoa explica esta sensación desde una mirada biológica. Según explica, el ser humano nace de manera innata para vivir en sociedad y, por lo tanto, necesita vínculos reales y físicos. Aunque estemos en una era donde la digitalización tiene cada vez más peso, nuestro cerebro no está diseñado para sostener únicamente vínculos a través de pantallas.

“Nuestro cerebro está diseñado para la conexión real: miradas, contacto, experiencias compartidas”, afirma. Y es que la Navidad, más allá de ser una fecha importante, es un evento de pertenencia que ayuda a que las personas vuelvan a estar más unidas que nunca, siendo, en cierta forma, un regulador emocional y neurológico para las personas.
“El ser humano no está diseñado para vivir solo. Por eso los náufragos, después de algunos meses, pierden la razón. Tienes que entender que tu cerebro necesita conexión real para regularse. La oxitocina, que es la hormona del vínculo, no se libera con likes, mensajes, historias o cuatro películas seguidas de Navidad. Se activa con pertenencia, con cercanía, con sentir que alguien te ve de verdad. Pero cuando esto falta, tu cerebro entra en modo de amenaza”, explica Ochoa.
Sube el cortisol, sube la ansiedad y aparece esa emoción espantosa que todo el mundo odia cuando llega Navidad
Cuando esa conexión falta, aumenta el cortisol y la ansiedad, lo que da lugar a emociones como la soledad, incluso estando rodeados de gente. “Sube el cortisol, sube la ansiedad y aparece esa emoción espantosa que todo el mundo odia cuando llega Navidad, que es la soledad absoluta, incluso cuando está rodeado de gente. Y es que nunca habíamos estado tan conectados y tan aislados al mismo tiempo. Nos estamos individualizando tanto que estamos rompiendo algo esencial”, añade.
La Navidad, en la actualidad, se vuelve un periodo de consumo y distracción, por lo que resulta muy fácil estar pendiente del móvil en vez de pasar tiempo de calidad con quienes están sentados a la mesa. “Estamos más pendientes de los mensajes que nos llegan que de mirar a nuestra familia y disfrutar de la cena. Cuando perdemos esto, nuestro cerebro no celebra, simplemente sobrevive. Tal vez por eso estas fiestas pueden sentirse más vacías”, confiesa.
Por ello, es muy importante pasar tiempo de calidad, no solo haciendo acto de presencia, sino involucrándose y estando más cerca de todos aquellos que celebran estas fechas importantes con nosotros. El móvil, si es un impedimento, debería dejarse a un costado, sobre todo en los momentos de comida. Estos pequeños detalles pueden reconstruir la sensación de pertenencia; la Navidad puede ser una oportunidad para conectar y celebrar.

