La percepción de la playa en un contexto vacacional no ha dejado de evolucionar a lo largo de las últimas décadas. Si nos remontamos cien años atrás, descubrimos que el encuentro veraniego con el mar era diferente, sin enseñar demasiada carne y con el paseo como tímido ritual. De hecho, si hablamos de los barrios y núcleos marineros más importantes de España, la actividad pesquera y las leyendas del mar eclipsaban cualquier idea de sucumbir a esa playa cercana y darse un baño en el azul eterno con flotador incluido.
En la actualidad, las siguientes playas marineras de España no solo hablan de lugares de lo más costumbristas, sino también de la excusa para perderse a través de colores, relatos e historias mientras el mar espía entre los callejones.
Alicante
Playa de la Vila Joiosa

La playa de La Vila Joiosa tiene un colorido telón de fondo
El pueblecito más colorido de la costa de Alicante es el perfecto ejemplo de identidad y disfrute. Junto al mar, una hilera de casas de coloridas fachadas nos recuerda la costumbre marinera de pintar cada vivienda para que el pescador que volvía tras varios días en alta mar pudiera reconocer su hogar. Hoy, esta leyenda convive con una enorme playa urbana donde se suceden todos los tópicos irresistibles del verano: desde los tápers de tortilla sobre la neverita hasta las hamacas que alguien coloca bajo unas pocas palmeras.
Calella de Palafrugell, Girona
Platja de les Barques

Los arcos de la Platja de les Barques añaden encanto a cualquier escapada veraniega
Calella de Palafrugell es uno de esos pueblos de Girona donde suspiran todas las estampas típicas de la Costa Brava. Un laberinto de callejuelas de buganvilla que suelen terminar en Port Bo o Platja de les Barques, un arenal cuya luz es tamizada por los icónicos arcos blancos de sus construcciones y las barcas de colores salpicadas en la arena.
Un emblema que también invita a visitar otras calas más coquetas como la Platja del Port Pelegrí, con las puertas azules de sus barracas abiertas de par en par y ese encanto que una vez enamoró a Josep Pla, quien pasó aquí muchos de sus veranos; y a Joan Manuel Serrat, quien compuso en el antiguo hotel Batlle la canción Mediterráneo. Si te queda tiempo, siempre puedes iniciar una ruta de senderismo a ras del mar hasta la también marinera Cala S’Alguer.
Caleta de Sebo, La Graciosa
Playa de La Laja

Caleta del Sebo en La Graciosa
La Graciosa es como la prima disfrutona de Canarias en forma de octava isla oficial del archipiélago, al norte de Lanzarote. Un secreto donde la vida se vive con los pies en la arena, el aroma de los chicharrones de morena brota de casas encaladas y un pescador pinta tranquilamente una de sus barcas. El oasis atlántico donde bajar las revoluciones y abrazar el encanto atemporal de La Laja, la playa urbana de Caleta de Sebo, uno de los pequeños reductos “urbanos” de la isla.
Cabo de Gata, Almería
Playa de Las Negras

Vista del cerro Negro desde la playa de Las Negras, en Almería
Existen muchas historias que hablan del origen del nombre “Las Negras”, uno de los pueblos más bonitos de Cabo de Gata: desde la llegada de dos inmigrantes africanas, hasta el exilio de todas las mujeres viudas de la vecina Cala San Pedro tras la muerte de sus maridos en alta mar. Rumores que hoy flotan entre bares-cueva, barcas de colores y el bello panorama encalado del pueblo, cuya playa marinera supone el mejor punto de partida a la hora de perderse por el paraíso almeriense.
Nerja, Málaga
Playa de Calahonda

Vistas a la playa de Calahonda de Nerja
Una de las imágenes más universales de nuestros veranos la encontramos en la playa de Calahonda de Nerja, emblemático pueblo malagueño donde se rodó Verano Azul. Ubicada en las faldas del Balcón de Europa, esta playa habla de pescadores que preparan espetos, una vegetación (casi) tropical, y casas en cuyas fachadas cuelgan redes que susurran viejas historias. Además, desde Calahonda puedes acceder a La Caletilla, más íntima y tranquila.
València
Playa del Cabañal

Las playas de El Cabanyal y La Malvarrosa evocan la atmósfera de los cuadros de Sorolla
El Cabañal es uno de esos barrios marineros imperdibles: ahí tenemos las fachadas modernistas forradas de teselas, tan características de la València de principios del siglo XX; el ambiente cotidiano de calles donde sucumbir al esmorsaret, o la brisa que te lleva hasta la playa homónima. Un azul que transmite esa luz de Sorolla, o las antiguas jornadas de pesca al bou (pesca con toro) y beach houses hechas con cañas hace más de cien años.
La Batisfera
En el barrio de El Cabanyal encontramos diversos bares y restaurantes que conversan con la cultura local a través de una atmósfera relajada. Uno de ellos es La Batisfera, una libreria internacional, cafetería y restaurante cuyo nombre hace referencia al artefacto submarino de exploración de los años 30. Una metafórica esfera donde sumergirse en la literatura, alejándose del ruido exterior, mientras se disfruta de comida, vinos y cerveza artesanal. Además, el local organiza regularmente eventos culturales: clubs de lectura mensuales, conciertos íntimos, catas, talleres, exposiciones y participa activamente en la vida cultural del barrio marinero del Cabanyal, colaborando con los festivales urbanos Cabanyal Intim, MUV! y Ruge Rosario.
Ares, A Coruña
Playa de Redes

La playa de Redes tiene toda la belleza de la costa gallega
Existen lugares marineros capaces de englobar todos los encantos de la costa gallega, y Redes, es uno de ellos. Este pueblo ubicado en la ría de Ares, en A Coruña, supone un enclave de cuento formado por casonas y villas indianas de colores vibrantes, su pequeña bahía y una playa urbana donde aún se pueden localizar las cabrias, estructuras de madera donde los pescadores solían secar sus redes tras las jornadas de pesca.
Mallorca
Cala Deià

Cala Deià desprende paz
Diversas épocas giran en torno a un bohemio embarcadero donde se asientan los viajeros con su senalla -bolso típico de Mallorca- y casas de piedra de las que saldrá alguien preguntando qué ha traído el mar esta jornada. Los tapices de pinos y restaurantes con techos de cañizo se asoman a una Cala Deià donde sucumbir a un verano eterno en plena Serra de Tramuntana.