Estas son las mejores playas marineras de España en las que darse un baño (también de historia)

Verano

Barcas en la arena, fachadas de colores y un chapuzón en el pasado a través de diversos enclaves de nuestra costa

Calella de Palafrugell, uno de los rincones más bucólicos de la Costa Brava

Calella de Palafrugell, uno de los rincones más bucólicos de la Costa Brava

George Clerk www.georgeclerk.com

La percepción de la playa en un contexto vacacional no ha dejado de evolucionar a lo largo de las últimas décadas. Si nos remontamos cien años atrás, descubrimos que el encuentro veraniego con el mar era diferente, sin enseñar demasiada carne y con el paseo como tímido ritual. De hecho, si hablamos de los barrios y núcleos marineros más importantes de España, la actividad pesquera y las leyendas del mar eclipsaban cualquier idea de sucumbir a esa playa cercana y darse un baño en el azul eterno con flotador incluido.

En la actualidad, las siguientes playas marineras de España no solo hablan de lugares de lo más costumbristas, sino también de la excusa para perderse a través de colores, relatos e historias mientras el mar espía entre los callejones.

Alicante

Playa de la Vila Joiosa

La playa de La Vila Joiosa tiene un colorido telón de fondo

La playa de La Vila Joiosa tiene un colorido telón de fondo

LIANEM

El pueblecito más colorido de la costa de Alicante es el perfecto ejemplo de identidad y disfrute. Junto al mar, una hilera de casas de coloridas fachadas nos recuerda la costumbre marinera de pintar cada vivienda para que el pescador que volvía tras varios días en alta mar pudiera reconocer su hogar. Hoy, esta leyenda convive con una enorme playa urbana donde se suceden todos los tópicos irresistibles del verano: desde los tápers de tortilla sobre la neverita hasta las hamacas que alguien coloca bajo unas pocas palmeras. 

Calella de Palafrugell, Girona

Platja de les Barques 

Platje de les barques en Calella de Palafrugell

Los arcos de la Platja de les Barques añaden encanto a cualquier escapada veraniega 

Terceros

Calella de Palafrugell es uno de esos pueblos de Girona donde suspiran todas las estampas típicas de la Costa Brava. Un laberinto de callejuelas de buganvilla que suelen terminar en Port Bo o Platja de les Barques, un arenal cuya luz es tamizada por los icónicos arcos blancos de sus construcciones y las barcas de colores salpicadas en la arena. 

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Un emblema que también invita a visitar otras calas más coquetas como la Platja del Port Pelegrí, con las puertas azules de sus barracas abiertas de par en par y ese encanto que una vez enamoró a Josep Pla, quien pasó aquí muchos de sus veranos; y a Joan Manuel Serrat, quien compuso en el antiguo hotel Batlle la canción Mediterráneo. Si te queda tiempo, siempre puedes iniciar una ruta de senderismo a ras del mar hasta la también marinera Cala S’Alguer.

Caleta de Sebo, La Graciosa

Playa de La Laja

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Caleta del Sebo en La Graciosa

Terceros

La Graciosa es como la prima disfrutona de Canarias en forma de octava isla oficial del archipiélago, al norte de Lanzarote. Un secreto donde la vida se vive con los pies en la arena, el aroma de los chicharrones de morena brota de casas encaladas y un pescador pinta tranquilamente una de sus barcas. El oasis atlántico donde bajar las revoluciones y abrazar el encanto atemporal de La Laja, la playa urbana de Caleta de Sebo, uno de los pequeños reductos “urbanos” de la isla. 

Cabo de Gata, Almería

Playa de Las Negras

Vista del cerro Negro desde la playa de Las Negras en Almería

Vista del cerro Negro desde la playa de Las Negras, en Almería 

Javier Lozano

Existen muchas historias que hablan del origen del nombre “Las Negras”, uno de los pueblos más bonitos de Cabo de Gata: desde la llegada de dos inmigrantes africanas, hasta el exilio de todas las mujeres viudas de la vecina Cala San Pedro tras la muerte de sus maridos en alta mar. Rumores que hoy flotan entre bares-cueva, barcas de colores y el bello panorama encalado del pueblo, cuya playa marinera supone el mejor punto de partida a la hora de perderse por el paraíso almeriense.  

Nerja, Málaga

Playa de Calahonda 

Vistas a la playa de Calahonda

 Vistas a la playa de Calahonda de Nerja 

Getty Images

Una de las imágenes más universales de nuestros veranos la encontramos en la playa de Calahonda de Nerja, emblemático pueblo malagueño donde se rodó Verano Azul. Ubicada en las faldas del Balcón de Europa, esta playa habla de pescadores que preparan espetos, una vegetación (casi) tropical, y casas en cuyas fachadas cuelgan redes que susurran viejas historias. Además, desde Calahonda puedes acceder a La Caletilla, más íntima y tranquila.

València

Playa del Cabañal 

Las playas El Cabanyal y La Malvarrosa recuerdan a los cuadros de Sorolla

Las playas de El Cabanyal y La Malvarrosa evocan la atmósfera de los cuadros de Sorolla 

Getty Images

El Cabañal es uno de esos barrios marineros imperdibles: ahí tenemos las fachadas modernistas forradas de teselas, tan características de la València de principios del siglo XX; el ambiente cotidiano de calles donde sucumbir al esmorsaret, o la brisa que te lleva hasta la playa homónima. Un azul que transmite esa luz de Sorolla, o las antiguas jornadas de pesca al bou (pesca con toro) y beach houses hechas con cañas hace más de cien años.

Ares, A Coruña

Playa de Redes

La Playa de Redes en Ares, A Coruña

La playa de Redes tiene toda la belleza de la costa gallega 

Getty Images

Existen lugares marineros capaces de englobar todos los encantos de la costa gallega, y Redes, es uno de ellos. Este pueblo ubicado en la ría de Ares, en A Coruña, supone un enclave de cuento formado por casonas y villas indianas de colores vibrantes, su pequeña bahía y una playa urbana donde aún se pueden localizar las cabrias, estructuras de madera donde los pescadores solían secar sus redes tras las jornadas de pesca. 

Mallorca

Cala Deià 

Cala Deià desprende paz

Cala Deià desprende paz

Getty Images/iStockphoto

Diversas épocas giran en torno a un bohemio embarcadero donde se asientan los viajeros con su senalla -bolso típico de Mallorca- y casas de piedra de las que saldrá alguien preguntando qué ha traído el mar esta jornada. Los tapices de pinos y restaurantes con techos de cañizo se asoman a una Cala Deià donde sucumbir a un verano eterno en plena Serra de Tramuntana

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