“Ni la leche de vaca es buena para los gatos ni dan menos trabajo que un perro”: 15 falsos mitos sobre los felinos que comprometen su salud y bienestar

Cuidados

El mundo de los gatos está rodeado de mitos y falsas creencias que han pasado de generación en generación y que pueden afectar de forma directa al bienestar de los felinos

Los gatos no pueden tomar leche de vaca.

Los gatos no pueden tomar leche de vaca.

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El mundo de los gatos está rodeado de mitos y falsas creencias que, aunque nacen casi siempre de la buena intención, pueden afectar de forma directa a su bienestar. Muchas de estas ideas han pasado de generación en generación y siguen presentes en nuestros hogares, influyendo en cómo los cuidamos. Desmontarlas no solo protege su salud, también mejora su calidad de vida y la convivencia.

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1.

“Vomitar es normal en los gatos”

No lo es. Los vómitos frecuentes suelen esconder algún problema de salud. Pueden estar relacionados con intolerancias alimentarias, parásitos, estreñimiento o incluso enfermedades graves. “Yo pensaba que era normal que Iris vomitara cada semana. En el control anual se lo comenté a la veterinaria y tras una analítica de sangre descubrimos que tenía enfermedad renal bastante avanzada”, me contó Ana, muy triste. Es importante llevar un registro de los vómitos de tu gato para informar al veterinario sobre su frecuencia.

2.

“La leche de vaca es buena para ellos”

La leche de vaca suele provocar diarrea, deshidratación y, en casos graves, puede llevar a la muerte. No es un alimento apto para gatos en ninguna etapa de su vida. Cuando son lactantes, deben tomar una fórmula específica para gatitos, muy distinta nutricionalmente a la leche de vaca. Y en la edad adulta, si quieres ofrecerles un capricho, recurre a productos diseñados para ellos, sin lactosa y con los nutrientes adecuados.

3.

“El pienso es el mejor alimento para el gato”

El pienso se ha convertido en la dieta más habitual, pero no debería ser la única. Los gatos son carnívoros estrictos y, además, beben poca agua por naturaleza. Una alimentación basada únicamente en pienso seco puede favorecer problemas renales, urinarios, intestinales y de sobrepeso. La comida húmeda de calidad aporta hidratación, proteínas y nutrientes más cercanos a su dieta natural. Lo ideal es que los gatos reciban a diario una buena ración de alimento húmedo.

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4.

“Antes de esterilizar, la gata debe tener una camada”

Un mito muy extendido pero sin fundamento científico. Las gatas no necesitan tener crías para desarrollarse sanas ni para “sentirse realizadas”. Al contrario, la esterilización temprana, incluso antes del primer celo (en la etapa prepuberal), reduce el riesgo de tumores mamarios, evita camadas indeseadas y contribuye a un comportamiento más estable y a una mejor convivencia en hogares multigato.

5.

“Un gato da menos trabajo que un perro”

La idea de que los gatos “no dan trabajo” está profundamente extendida, pero es errónea. Es cierto que con los gatos nos ahorramos sacarlos a pasear, pero precisamente por ello debemos dedicar tiempo y esfuerzo en enriquecer su entorno, para que dentro de casa encuentren los estímulos necesarios para sentirse felices y realizados. Un gato necesita rascadores adecuados, areneros limpios, estímulo mental, ejercicio, espacio vertical, lugares seguros, estimulación olfativa, tiempo de juego, compañía y mimos. Su independencia no significa ausencia de cuidados. “Adopté a Luna pensando que sería más fácil que un perro… pero descubrí que, aunque diferente, también requiere dedicación diaria”, reconoce Rubén.

6.

“Para que sea feliz, hay que sacarlo de paseo”

Salir a pasear, tanto a corto como a largo plazo, suele generar estrés y derivar en problemas de comportamiento. Muchos gatos sienten miedo en los primeros intentos, y son los propios tutores quienes acaban desistiendo. Incluso aquellos que disfrutan de los paseos, con el tiempo pueden desarrollar estrés: los gatos son animales territoriales y, si amplías su territorio más allá de las puertas de casa sin que puedan acceder libremente a él cuando lo deseen, se sienten frustrados y ansiosos. Esto puede traducirse en vocalizaciones constantes, eliminación inadecuada o episodios de agresividad. A todo ello se suma la exposición a peligros innecesarios en el exterior. La mejor alternativa siempre es enriquecer el entorno del hogar, ofreciéndoles estímulos y recursos que les permitan satisfacer sus necesidades de forma segura.

7.

“Si te vas de vacaciones, mejor llévalo contigo”

Como acabamos de comentar, los gatos son animales territoriales. Para ellos, el territorio es lo más importante y sacarlos de él puede generar estrés y problemas de comportamiento. Muchas veces el malestar aparece no de forma inmediata, sino días, semanas o incluso meses después, lo que confunde a los tutores. La mejor opción es buscar a alguien de confianza que pueda instalarse en casa o pasarse cada día. La figura del cat sitter (profesional que cuida a tu gato en tu domicilio) es cada vez más común, y también existen plataformas donde personas viajan y se alojan en tu casa a cambio de cuidar de los animales. Solo algunos gatos muy sociables y adaptables disfrutan de acompañar a sus tutores en vacaciones, pero son excepciones. “Me llevé a Chispa un fin de semana a la casa rural y no salió de debajo de la cama. Ahora prefiero que la visite mi hermana en casa”, me dijo Laura tras la experiencia.

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8.

“Los gatos casi no necesitan ir al veterinario si están bien”

Nada más lejos de la realidad. Los gatos son expertos en ocultar síntomas de dolor o enfermedad, y cuando los muestran, el problema suele estar avanzado. En la naturaleza, mostrar debilidad los hace vulnerables ante depredadores, y por eso aprenden a disimular hasta que no pueden más. Las revisiones periódicas son imprescindibles para mantenerlos sanos. La mejor manera de asegurar una vida larga y saludable es la medicina preventiva: revisiones anuales y, en gatos senior, chequeos semestrales.

9.

“Algunos gatos se portan mal: hacen pis fuera del arenero o arañan el sofá”

Castigar o regañar a un gato nunca resuelve el problema; solo aumenta su estrés y debilita el vínculo. El rascado es una necesidad básica, no un capricho. Se trata de marcar territorio, estirarse y mantener sus uñas en buen estado. La solución es ofrecer rascadores estables, altos y atractivos, colocados en lugares estratégicos. Respecto a la orina fuera del arenero, lo primero es acudir al veterinario para descartar causas físicas. Si todo está bien, entonces debe plantearse como un problema de comportamiento, que en la mayoría de los casos puede resolverse. Los gatos jamás hacen nada para molestarnos, siempre tienen un motivo de peso, aunque a veces escape a nuestra comprensión humana.

Los gatos

Existen muchos falsos mitos sobre los felinos. 

Pixabay

10.

“Un arenero cubierto es mejor, así no huele”

En mis sesiones siempre digo lo mismo: “Cuando un gato hace sus necesidades, se coloca en una posición vulnerable, y si además tiene que hacerlo en un lugar cerrado, es muerte asegurada. Si viene un depredador, no tiene escapatoria”. Los areneros cubiertos son un invento estético para las personas, pero nada atractivo para los gatos y además, concentran olores. Mejor bandejas amplias, descubiertas, de bordes bajos, con arena sin perfumes y limpieza diaria. En hogares grandes o con varios gatos, debe haber más de un arenero repartido por la casa. La fórmula ideal: un arenero por gato más uno extra.

11.

“Comer restos de nuestra comida o pienso de perro no les hace daño”

Sí les hace. El gato es un carnívoro estricto y su dieta requiere taurina y otros nutrientes esenciales que no están presentes en la comida casera ni en el pienso para perros. Además, muchos alimentos humanos (cebolla, ajo, chocolate, uvas, aguacate, frutos secos…) son tóxicos o perjudiciales. Es indispensable proporcionar una dieta específica para gatos de calidad, equilibrada y adaptada a cada etapa vital.

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12.

“Los aceites esenciales y ambientadores naturales son seguros”

Natural no significa seguro. Algunos aceites esenciales beneficiosos para el ser humano pueden ser tóxicos para los gatos. Su metabolismo no los procesa bien y la exposición puede causar problemas graves de salud. Además, al depositarse sobre su pelaje, pueden ingerirlos al acicalarse. Y no olvidemos que tienen un olfato muy desarrollado, lo que para nosotros puede ser agradable, para ellos puede resultar abrumador y estresante. Intenta evitar olores artificiales en el hogar, para un gato, lo mejor es el olor natural de su territorio, sin alteraciones. Eso sí, algunos aceites esenciales pueden ser terapéuticos, pero siempre bajo recomendación de un veterinario holístico.

13.

“Si cae desde una altura, no le pasará nada: siempre aterrizan de pie”

El llamado síndrome del gato paracaidista es muy real: caídas desde balcones o ventanas pueden ser mortales o dejar secuelas graves, y son una de las urgencias más comunes con la llegada del buen tiempo. Proteger balcones y ventanas con redes o mallas resistentes no es opcional, es una medida básica de prevención. Además, no siempre caen de pie: si la altura es demasiado baja, no tienen tiempo de girarse. Cada año mueren muchos gatos por caídas desde balcones, otros logran sobrevivir, pero huyen despavoridos y acaban perdiéndose.

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14.

“Si ronronea, seguro que está feliz”

El ronroneo no siempre es sinónimo de bienestar. Los gatos también ronronean para calmarse en situaciones de dolor, miedo o incluso cuando están muy enfermos. Es un mecanismo de autorregulación que libera endorfinas, pero puede confundirse con felicidad. “Mi gato estaba enfermo terminal, le quedaba poco tiempo de vida. El día antes de que falleciera empezó a ronronear con la mirada perdida, en ese momento supe que no lo hacía por bienestar, sino porque se encontraba muy mal”, me explicó una clienta muy triste durante su proceso de duelo.

15.

“Los gatos adultos ya no necesitan jugar”

El juego no es solo cosa de cachorros: mantiene activa su mente, fortalece su musculatura y previene el sobrepeso. De hecho, el juego es una simulación de la caza, y en la naturaleza, si un gato no caza, no sobrevive. Por ello, tienen el instinto de jugar durante toda su vida. Es cierto que cuando son mayores o están enfermos pueden mostrarse menos activos, pero suele deberse a dolor o falta de bienestar. Incluso en gatos senior, unos minutos diarios de juego con cañas, pelotas o comederos interactivos mejoran notablemente su salud física y emocional.

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Los gatos no son autosuficientes ni “animales fáciles”. Son compañeros complejos, sensibles y con necesidades específicas. Desmontar mitos como los de la leche, los paseos, el ronroneo o las vacaciones no solo evita problemas de salud y conducta, también nos ayuda a comprenderlos mejor. Y en ese entendimiento está la clave: cuanto más conozcamos lo que realmente necesitan, más felices y seguros vivirán con nosotros. Cuidar de un gato no significa solo darle techo y comida: significa aprender a ver el mundo desde sus ojos y adaptar nuestro hogar a su naturaleza.

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